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HistoriaBiografía

Berenguer y Fuste, Dámaso (1873-1953).

Militar español, nacido en Cuba en 1873 y muerto en 1953. El general Berenguer, cuyo período al frente del ejecutivo ha sido calificado de Dictablanda por oposición a la Dictadura de Primo de Rivera, que le precedió, ocupó la jefatura del gobierno español entre enero de 1930 y febrero de 1931.

Militar enérgico, alcanzó prestigio y honores dentro del ejército español gracias a las campañas de Marruecos. Estudioso de la denominada “guerra científica” que Francia llevó a cabo en sus territorios coloniales marroquíes, Berenguer obtuvo éxitos para las tropas españolas en el Rif oriental gracias a la aplicación metódica de dicho sistema bélico a sus campañas, entre las cuales quizás su mayor éxito fue la derrota que infligió a El Raisuli, líder de las kabilas de Jibala, que le mereció el ascenso a general en 1909.

En 1918 fue nombrado ministro de la guerra, cargo que abandonaría poco después para ocupar en su lugar la jefatura de la Alta Comisaría de Marruecos. Desde esta instancia militar se propuso entonces que el ejército español ocupara definitiva y firmemente todo el territorio marroquí que España tenía bajo su protectorado. El único éxito visible, sin embargo, de su ambicioso plan, fue la toma de la ciudad de Xauen (por la que obtuvo el título de conde de Xauen), viniéndose estrepitosamente abajo su campaña con el desastre de Annual en julio de 1921. Si bien el comandante general de la zona de Melilla era Fernández Silvestre, un subordinado de Berenguer, a cuyos osados propósitos de avanzar sin fortificar suficientemente la retaguardia, no se opuso Berenguer, quien se vio por ello envuelto en el proceso abierto posteriormente para depurar responsabilidades. El desastre de Annual, además de acabar con el prestigio del ejército español, causó catorce mil bajas entre muertos y prisioneros, incluidos el propio Silvestre y todo su estado mayor. Berenguer fue por ello separado del ejército, si bien por poco tiempo.

En 1924 y con la instauración de la dictadura de Miguel Primo de Rivera, Dámaso Berenguer fue no solamente amnistiado, sino nombrado además jefe de la casa militar del rey durante los siguientes seis años. Sería Alfonso XIII quien, tras el exilio del dictador en enero de 1930, nombrara a Berenguer jefe del gobierno. El nuevo gobierno adoptó medidas destinadas a paliar en parte los excesos represivos de la dictadura (liberación de los estudiantes detenidos, reposición en sus cargos de las autoridades municipales y provinciales de 1923, regreso de los deportados, reincorporación a sus cátedras de los profesores sancionados o destituidos, etc.), que no sirvieron sin embargo a los fines continuistas que Berenguer representó.

El sentimiento republicano generalizado difícilmente permitiría reinstaurar la situación política previa al golpe militar primoriverista dejando indemne a la institución monárquica. Las responsabilidades político-administrativas de la dictadura, apoyada por el rey, sólo quedarían purgadas a ojos de los políticos monárquicos, que sometían el régimen al juicio de unas Cortes constituyentes, posibilidad ni siquiera contemplada por los políticos republicanos quienes, reorganizados y fuertes y en alianza con los socialistas, eran los claros representantes del sentir general antimonárquico. El gobierno de Berenguer cargó además con la responsabilidad de los dos muertos y múltiples heridos que quedaron tras los incidentes registrados en el entierro de unos obreros. Las manifestaciones y huelgas de un movimiento obrero que, tras la férrea dictadura se reincorporaba a la legalidad, se multiplicaron. Los intelectuales, por su parte, contribuyeron al definitivo aislamiento de un régimen que el general Berenguer no pudo mantener ni apoyándose en el ejército. Éste, aun contando entre sus filas con oficiales leales al rey, apostó en su conjunto por un cambio radical en las instituciones. Berenguer, enfermo y en una silla de ruedas, se encontró, según sus mismas palabras, haciendo el papel de tapón en una botella de champán a medio descorchar, ya que ni física, ni anímica, ni moralmente se halló con energía para parar la marea prorepublicana que siguió a la dictadura.

En 1930 y bajo su mandato, tuvieron lugar el Pacto de San Sebastián (cuyo comité revolucionario se convertiría después en el gobierno provisional de la República) y el levantamiento prorepublicano del mes de diciembre, a raíz del cual numerosos políticos fueron detenidos. Tras el fracaso de la conspiración tuvieron lugar los fusilamientos de Galán y García Hernández, militares sublevados en su guarnición de Jaca. Ajusticiados el 12 de diciembre, la actuación de Berenguer exacerbó el sentimiento general antimonárquico y anticipó la caída de su gobierno arrastrando con él al propio régimen. Finalmente Berenguer resolvió convocar elecciones generales para el 19 de marzo. Falto de apoyos y ante la insostenible situación, cedió la jefatura del gobierno al almirante Aznar el 14 de febrero de 1931, lo que dejó sin efecto la convocatoria electoral. Ya desde el Ministerio de la Guerra, al que volvió, y como última acción de gobierno, Berenguer se dirigió a los capitanes generales del ejército en abril de 1931 reconociendo la derrota monárquica y aconsejado orden y sumisión a la voluntad nacional.

A su muerte, Dámaso Berenguer dejó un libro de memorias, De la dictadura a la república, que fue publicado en 1946.

Bibliografía

  • BERENGUER, Dámaso. De la dictadura a la república. (Madrid: 1946).

  • GUZMÁN, Eduardo de. 1930, un año político decisivo. (Madrid: 1973).

  • PAUYNE, Stanley. Ejército y sociedad en la España liberal. 1808-1936. (Madrid: 1976).

Autor

  • Victoria Horrilllo Ledesma