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Atatürk, Mustafá Kemal (1881-1938)

General y estadista turco, considerado forjador de la Turquía contemporánea y una de las figuras más carismáticas de la historia moderna del mundo islámico. Atatürk consiguió frenar la desintegración que amenazaba con hacer desaparecer a Turquía tras la derrota del Imperio otomano en la Primera Guerra Mundial. Bajo su gobierno dictatorial, el país inició su modernización gracias a un programa de reformas que introdujo los valores y costumbres occidentales en todos los ámbitos y mediante el cual Turquía se convirtió en la primera sociedad secularizada del mundo musulmán.

Juventud y primer activismo político: Mustafá Kemal y la vieja Turquía otomana.

Nació en 1881 en Tesalónica (ciudad que en 1912 se convertiría en parte del territorio griego de Macedonia), en el seno de una familia humilde. Su padre, Alí Riza, era un modesto funcionario que había perdido su escasa fortuna invirtiendo en el comercio de la madera. Mustafá estudió en un colegio liberal y, tras la muerte de su padre, en 1899 marchó a Estambul para ingresar en la Escuela de Guerra de la capital con el fin de seguir la carrera militar, única salida factible para un joven de extracción social humilde que quisiera traspasar las gruesas barreras de clase de la sociedad otomana. En esta época, sus compañeros de academia comenzaron a llamarle Kemal, sobrenombre que significa "El Perfecto", por su elegancia y exquisitez de maneras, su atractivo físico y su viveza de inteligencia. Este nombre quedaría ya para siempre unido al suyo. Se graduó en 1905.

A fines del siglo XIX, el vasto Imperio otomano que dos siglos antes había amenazado las puertas de Viena se hallaba en rápido proceso de descomposición interna por el estallido de los nacionalismos étnicos y la rapiña de las potencias europeas, las cuales contemplaban con avidez el proceso de destrucción del sultanato y comenzaban a pensar en el reparto de sus inmensos territorios. En 1877-1878, la guerra ruso-turca había establecido un status semicolonial sobre el Imperio, con la creación de un organismo anglo-francés destinado a administrar la deuda pública otomana. El Imperio estaba, en efecto, arruinado y en las cancillerías de las potencias europeas comenzaba a llamársele "el hombre enfermo". El inmenso Imperio se había convertido en un ámbito de expansión comercial muy atractivo para el capitalismo occidental y ello motivó continuas injerencias extranjeras en los asuntos otomanos. En 1876 se promulgó la primera constitución, culminación del llamado Tanzimat, el período de reformas promovidas por las clases dominantes para infundir nueva vitalidad al Imperio y tratar de modernizar sus estructuras, al menos en la superficie, para adaptarlo a las exigencias económicas de occidente. El Tanzimat conservó intacto el poder de la autocracia política y religiosa sobre la que se apoyaba el sultanato y no cambió las estructuras de la sociedad otomana, ni alteró los principios coránicos en los que se inspiraban la ley y la educación. Sin embargo, el proceso de reformas fue acompañado de la introducción de los valores liberales y seculares de occidente, que penetraron en las estructuras menos rígidas de la sociedad, especialmente en el ejército y la pequeña burguesía intelectual, únicos elementos permeables a la ideología liberal en aquellos momentos.

Ni el ejército ni la autocracia imperial consiguieron frenar el rápido retroceso territorial producido por las continuas guerras con Rusia, ni el estallido del nacionalismo balcánico, concretado en guerras de liberación. Este proceso de decadencia fue acompañado de una creciente separación entre el pueblo y las elites dirigentes, escindidas éstas a su vez en un sector clerical e islamista y una clase intelectual abierta a las influencias occidentales y deseosa de emprender profundas reformas sociopolíticas. A finales del siglo XIX era evidente el fracaso del Tanzimat y la inoperancia de la Constitución de 1876 ante el inmovilismo del sultanato. A partir de esta época comenzaron a emerger una serie de corrientes que exigieron una renovación radical de las estructuras de la sociedad y del Estado otomanos. Estas tendencias cuajaron en el movimiento de los Jóvenes Turcos, surgido en el seno del ejército y de la intelectualidad liberal. Entre 1865 y 1870, los miembros de este movimiento de oposición formularon un programa de occidentalización para exigir la adopción de las instituciones y valores sociales de las monarquías constitucionales europeas y la ruptura del monopolio político de la autocracia. El creciente clima de agitación llevó al sultán Abdül-Hamid II, que había ascendido al trono en 1876, a desplegar una sangrienta represión policial que afectó tanto a los disidentes políticos como a las etnias no musulmanas, y le valió el epíteto de "Sultán Rojo".

Mustafá Kemal se formó en este ambiente de efervescencia política, tanto en su Tesalónica natal (donde la población turca sufría los envites del nacionalismo macedonio) como en las instituciones militares a las que acudió en sus primeros años en Estambul. Tesalónica era la guarnición central del ejército turco en los Balcanes y había sido elegida por los Jóvenes Turcos como centro de su agitación clandestina. En los cuarteles de Tesalónica y luego en los de Estambul, Mustafá recibió la influencia del liberalismo, del antiabsolutismo y de las corrientes anticlericales de corte occidentalizante, a las que sumó un nacionalismo ardiente, fruto de su conciencia del sufrimiento del pueblo turco frente a las etnias no musulmanas que luchaban por su independencia (en Monastir, donde fue destinado siendo ya cadete, contempló con horror la represión que ejercían los cristianos macedonios contra la población turca). En sus años de formación en la academia militar, Kemal reforzó sus primeras influencias políticas con la lectura de Namik Kemal, ideólogo de los Jóvenes Turcos, y con el estudio de la historia de la Revolución Francesa, que le llevó a la admiración por Napoleón Bonaparte, modelo de dictadores. En Estambul inició sus primeras actividades políticas, con la confección de panfletos contra el sultanato. Pero su verdadero activismo no comenzó hasta 1902, cuando, tras su ingreso en la Escuela de Alto Estado Mayor de Estambul, fundó y dirigió la sociedad secreta Vatan (Patria y Libertad), que agrupaba a jóvenes oficiales opuestos al régimen. En diciembre de 1904 fue detenido y encarcelado durante una temporada. Al año siguiente obtuvo el grado de capitán y fue destinado a la remota Damasco, donde sus superiores esperaban enterrar sus veleidades revolucionarias. Pero allí Kemal volvió a poner en marcha su sociedad clandestina entre los oficiales de la guarnición siria.

Entretanto, en Tesalónica, el terrorismo de los cristianos macedonios radicalizó la oposición de los jóvenes oficiales contra el régimen, al que acusaban de abandonar a la población a su suerte. El grupo de oficiales de la Sociedad para la Unión y el Progreso (apoyada económicamente por la comunidad hebrea de la ciudad), logró unificar a los distintos grupos de Jóvenes Turcos en el llamado Comité para la Unidad y el Progreso, que desde ese momento fue el epicentro de la resistencia liberal. En 1907, Kemal consiguió regresar a Tesalónica y entró rápidamente en contacto con el Comité. En julio de 1908, siendo jefe de estado mayor de Sawqat, participó en el levantamiento del ejército de Macedonia que a punto estuvo de derrocar al sultán. La revuelta militar obligó a Abdül-Hamid II a poner en vigor la Constitución de 1876, lo que significaba de hecho la caída del régimen absolutista. El sultán siguió siendo líder religioso del Imperio, en cuanto que califa, pero el sultanato sólo conservó su apariencia nominal. Desde entonces hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, los Jóvenes Turcos -liderados por dos oficiales, Cemal Bey y Enver Bey, y un funcionario, Talaat Bey- dirigieron el destino de Turquía. En 1909, al intentar un retroceso a la situación anterior, Abdül-Hamid fue depuesto y sustituido por su hermano, Mehmet V.

La ascensión al poder de los Jóvenes Turcos marcó una nueva etapa en el Imperio y en la vida de Mustafá Kemal. Éste estuvo, en principio, fuertemente comprometido con la línea de reformas emprendida por el nuevo gobierno. Pero pronto sus diferencias con los líderes del movimiento le distanciaron de éste y, durante los diez años siguientes, se retiró del escenario político para dedicarse exclusivamente a su carrera militar. Estas diferencias se referían a la actuación del gobierno respecto a la emergencia de las luchas nacionalistas de las etnias musulmanas de árabes, kurdos, albaneses y armenios. El Comité para la Unidad y el Progreso trató de imponer a sangre y fuego el principio del Jeni Turan ("Turquía para los turcos"), que pasaba por el sometimiento de la diversidad multinacional del Imperio. Ello agravó las contradicciones del régimen, que trataba de preservar la estructura imperialista otomana al tiempo que intentaba reformar sus estructuras políticas. Su alianza final con las potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría) arrastró al desastre al régimen de los Jóvenes Turcos en la Primera Guerra Mundial (1914-1918).

Durante estos años, Kemal desarrolló una fulgurante carrera militar. En 1911 sirvió en Tripolitania (Libia) contra la invasión italiana, y destacó por su brillante organización de las fuerzas nativas. Al año siguiente, al estallar la primera guerra de los Balcanes, se le encomendó la defensa de la península de Gallípoli. Cuando estalló la Gran Guerra, siendo ya teniente coronel, se le puso al frente de la XIX división del ejército en Çanakkale. En 1915 fue de nuevo enviado a Gallípoli como comandante de las fuerzas turcas bajo el mando del alemán Liman von Sanders. Su victoria frente a los británicos al impedirles el paso hacia los Dardanelos le valió el epíteto de "Salvador de Constantinopla". A principios de 1916, los británicos se vieron obligados a abandonar Gallípoli. Ello le valió el ascenso a coronel y el envío al frente oriental, donde consiguió detener el avance del ejército ruso. En 1917, siendo general de brigada, fue destinado a Siria-Palestina, donde combatió a las tropas británicas y a las milicias nativas. Allí le sorprendió la firma del armisticio de Mudros. En medio de esta frenética actividad bélica, Kemal abandonó Turquía en dos ocasiones: en 1913, al ser enviado como agregado militar a Sofía (Bulgaria), y en 1917 para seguir un tratamiento médico en Viena y Carlsbad. Ambos viajes le sirvieron para asimilar la forma de vida occidental y para conocer más de cerca los valores de la sociedad que tanto admiraba.

La caída del Imperio otomano: Kemal Atatürk y la nueva Turquía.

La derrota otomana en 1918 supuso la desaparición del Imperio turco, desmembrado por la ambición de las potencias vecinas y la implosión de los nacionalismos internos. Como consecuencia de las durísimas condiciones de paz impuestas al gobierno de Estambul, el ejército fue en gran parte desmovilizado, al tiempo que las tropas de las potencias aliadas ocupaban el territorio turco desde distintos frentes. Los británicos mantuvieron el control sobre la capital y sobre el propio sultán. Las imposiciones hechas en el armisticio de Mudros fueron ratificadas en el Tratado de Sèvres, por el cual el Imperio renunció a todos sus territorios no turcos (Macedonia, Siria, Palestina, Armenia y Arabia), además de a las islas del Dodecaneso y Rodas, cedidas a Grecia, que también recibió Anatolia occidental por un período de cinco años, tras el cual se revisaría el estatuto del territorio mediante plebiscito. El ejército turco fue evacuado de los estrechos, que quedaron bajo control aliado. El Imperio quedó así reducido a una estrecha franja en torno a Estambul y a Anatolia, sin Esmirna ni los territorios orientales, para los que los vencedores establecieron la creación de una república armenia independiente. Las capitulaciones incluían asimismo una serie de acuerdos comerciales y jurídicos muy ventajosos para las potencias aliadas, además de sustanciosas indemnizaciones de guerra.

El expolio del Imperio y la dureza de las condiciones de paz dividieron al país en tres corrientes o estados de opinión: por un lado, la clase dirigente, la antigua autocracia encabezada por el sultán, que optaba por el sometimiento a los aliados y por el establecimiento de un protectorado británico; por otro, los grupos liberales de la burocracia, el ejército y la pequeña burguesía intelectual, que deseaban un mandato norteamericano; finalmente, el grueso de la población turca, del que emergió una milicia campesina que se lanzó casi de inmediato a la lucha contra los ejércitos ocupantes en un movimiento de resistencia descoordinado, sin proyección nacional, pero que consiguió establecer células de poder local (consejos) en toda Anatolia. A esta resistencia armada se sumaron las tropas aún sin desmovilizar que permanecían en el Cáucaso y Siria.

En este contexto surgió la figura de Mustafá Kemal como un caudillo capaz de salvar a Turquía del naufragio. Pese al descrédito que la guerra había traído al ejército, el prestigio de Kemal no había hecho sino crecer en los años de la contienda. Tras la firma del armisticio en octubre de 1918, regresó a Estambul y pasó a ocupar el primer plano político. En mayo de 1919 fue enviado a Anatolia por el sultán Mehmet VI -entronizado el año anterior-, con el fin de desmovilizar a las tropas que continuaban acantonadas y de desbaratar los núcleos de resistencia popular. Pero, a los pocos días de su llegada a la ciudad de Samsun, el ejército griego invadió Esmirna. Esta noticia provocó una decidida reacción de Kemal, que abandonó sus tareas oficiales y se entregó a la organización de un movimiento de resistencia que uniera a los turcos contra la invasión extranjera.

Kemal consiguió aglutinar bajo su férula a las diversas fuerzas sociales opuestas a la ocupación y a los acuerdos de paz, y dotó a la resistencia de un programa político de índole nacionalista que reclamaba la formación de un nuevo Estado turco sobre los fundamentos del liberalismo. En primer lugar, trató de unificar estas fuerzas entablando conversaciones con el ejército y con los círculos dirigentes de las principales ciudades de Anatolia. En julio de 1919 presidió el Congreso de Enzurum, en el que se aprobó un Pacto Nacional, primera formulación del nacionalismo turco. El Pacto proclamaba el derecho de autodeterminación para todos los turcos y los demás pueblos del Imperio otomano, la apertura de los estrechos y la derogación total de las imposiciones de Mudros. Además, defendía el derecho a la resistencia armada y establecía el concepto de soberanía nacional turca, con la delimitación de los territorios del futuro Estado turco, incluyendo Estambul, Tracia y Anatolia. En septiembre, el Congreso Nacional de Sivas, que también presidió Kemal, ratificó el Pacto Nacional y rechazó expresamente las alternativas de un mandato norteamericano y de la creación de un Estado limitado a Anatolia, sin proyección europea.

Mediante el Pacto Nacional, Kemal consiguió aunar a todas las fuerzas del movimiento nacional, desde los grandes terratenientes a los intelectuales izquierdistas, pasando por los pequeño-burgueses herederos de los Jóvenes Turcos. Durante esta primera etapa, no incluyó en su programa el anticlericalismo en el que siempre había militado, ni atacó directamente el absolutismo del sultanato, a fin de evitar el estallido de una represión a gran escala que abortara el movimiento nacional. Pero, a partir de la ratificación de las condiciones de paz en el Tratado de Sèvres (1920), Kemal desató una campaña abierta contra Mehmet VI. A fines de 1919, los kemalistas habían obtenido una amplia victoria en las elecciones organizadas por el sultán como prueba de su voluntad conciliadora. Pero, en marzo de 1920, ante la creciente atmósfera de oposición, las tropas británicas disolvieron la Cámara y los diputados kemalistas fueron deportados. Ello sólo consiguió inflamar la resistencia nacional. En abril, Kemal estableció un gobierno provisional y una Gran Asamblea Nacional en Ankara, proclamada por la oposición nueva capital de Turquía.

Pese a que el sultán y los aliados pusieron precio a su cabeza, Kemal continuó la guerra y bajo su dirección el ejército popular obtuvo fulgurantes victorias. Su objetivo inmediato fue la lucha contra el ejercito griego que, tras invadir Esmirna, avanzaba rápidamente hacia el interior de Anatolia. Organizó un ejército regular a partir de las milicias campesinas y de los escasos batallones que todavía continuaban armados. Los griegos fueron aplastados en la batalla de Sakarya, entre julio y septiembre de 1921. Mientras se retiraban en desorden, se produjo otro ataque en Afiun Karahissar que obligó al ejército griego a evacuar por completo Esmirna.

Al mismo tiempo que llevaba a cabo esta "reconquista" de Turquía, Kemal procedió a expurgar el movimiento nacional de los elementos más radicales de la izquierda, que representaban un peligro para el futuro Estado turco según él lo concebía. Tras eliminar al fundador del Partido Comunista, Mustafá Suphi, ordenó la desarticulación del Ejército Verde de Edhem Cerkes, constituido a imagen y semejanza del Ejército Rojo soviético, y que ya había emprendido la revolución socialista en algunas regiones de Anatolia con la confiscación de tierras.

Estas maniobras fueron acompañadas de una amplia ofensiva diplomática, a fin de conseguir el reconocimiento del nuevo gobierno por parte de las potencias occidentales. En 1920, Kemal consiguió que Francia reconociera al nuevo régimen y que Italia retirara, poco después, sus tropas de Antalya a cambio de ciertas compensaciones económicas. Sus relaciones con la URSS fueron especialmente fluidas: el Estado soviético le apoyó económica y militarmente, y le permitió desatender el flanco oriental a cambio de la sustitución de la república armenia establecida por los aliados por una Armenia soviética y la cesión a la federación soviética del Azerbaiján. En cuanto a Gran Bretaña, su principal enemigo, Kemal utilizó una política de fuerza: amenazó con llevar la guerra a los estrechos y a Grecia (crisis de Chanak), poniendo al borde del conflicto armado a Inglaterra, cuya población no deseaba el inicio de una nueva contienda. Finalmente, Kemal forzó las negociaciones, que se concretaron en el Tratado de Lausana de 1923, por el que las potencias aliadas reconocieron la soberanía nacional del nuevo Estado de Turquía sobre los territorios de Esmirna, Tracia oriental y Anatolia. Además, se anularon en bloque las indemnizaciones de guerra. El 29 de octubre de 1923, Kemal pudo finalmente deponer al sultán y proclamar la República de Turquía.

La relativa facilidad con que los aliados aceptaron la perturbación del orden impuesto en el flanco oriental tras la Primera Guerra Mundial se debió al hecho de que el régimen de Kemal no representaba una amenaza para los intereses estratégicos y económicos de Occidente, una vez resuelto el problema de la ocupación militar y de las indemnizaciones de guerra. Antes al contrario, Kemal se mostraba como un valioso y servil aliado de las potencias occidentales, dispuesto a introducir reformas constitucionales y a aproximar Turquía al paradigma de la sociedad occidental.

La dictadura de Atatürk.

Al convertirse en el poder legítimo del nuevo régimen, Kemal -al que se apodaba por entonces Ghazi, "el Victorioso"- tuvo que afrontar la dificultad que suponía tratar con la antigua clase dirigente de los autócratas y grandes terratenientes semifeudales, dispuestos a boicotear cualquier atisbo de reforma social. Para afianzar su liderazgo, creó el Partido Republicano del Pueblo, que agrupó a las distintas organizaciones nacionalistas que le habían aupado al poder. El Partido se convirtió, junto con el ejército, en el principal sostén político del régimen. En 1925 la rebelión kurda, apoyada por los sectores más conservadores, le permitió decretar la abolición del Partido Progresista, fuerza política de la antigua clase dirigente. Con ello quedó instituido el sistema de partido único.

En 1924 se puso en vigor una nueva Constitución que dotaba a Kemal, nombrado presidente de la República, de amplísimos poderes. De hecho, el nuevo régimen adquirió la forma de una dictadura populista que Kemal dirigió férreamente durante los siguientes catorce años. Cabe distinguir dos períodos en su gobierno. El primero, que se extendería desde 1924 hasta 1928, estuvo marcado por la puesta en práctica de un amplio programa de reformas destinado a occidentalizar todos los ámbitos de la sociedad y de la política turcas. En 1926, se decretó la abolición del califato y de las órdenes religiosas y se efectuó la separación entre la Iglesia y el Estado, lo que convirtió a Turquía en la primera sociedad secularizada del mundo islámico. Se abolieron asimismo los antiguos tribunales de la sharia o ley islámica y se introdujo el derecho occidental utilizando los códigos suizos como modelo. La secularización supuso la relativa emancipación de las mujeres, a las que se concedió el derecho el voto y se prohibió el uso del velo musulmán. Se prohibieron la poligamia y las peregrinaciones preceptivas a La Meca y se desmantelaron las escuelas coránicas (madrasas). Se llevó a cabo una gran campaña de reforma de la educación, en la que participó muy activamente el propio Kemal; visitó escuelas por todo el territorio turco para hacer comprender a la población la conveniencia de introducir el alfabeto latino (que sustituyó al árabe), el sistema métrico y el calendario gregoriano. La educación fue declarada obligatoria y secularizada, al tiempo que se fomentaba la investigación, especialmente en la historia de la lengua y de la cultura turcas. Kemal fundó las dos principales sociedades científicas del país (a las que legó la mayor parte de su fortuna personal a su muerte): la de historia y lingüística, así como la facultad de letras de Ankara. La occidentalización preconizada por Kemal también influyó en los aspectos más cotidianos de la vida turca: el traje tradicional y el fez fueron sustituidos a golpe de decreto por la indumentaria europea y se animó a la juventud turca a empaparse de las tendencias musicales y culturales de Occidente.

La occidentalización fue acompañada, no obstante, por un proceso de recuperación de la cultura turca, despojada de sus componentes otomanos e, incluso, islámicos. En este sentido, Kemal ordenó una depuración de la lengua, con la eliminación de las "impurezas" árabes y persas. De esta forma, pretendía preservar la unidad turca mediante el respeto a las diversas tradiciones étnicas de la población. A pesar del enorme trasvase demográfico de 1925 (1.400.000 griegos del Asia menor fueron deportados a Grecia, mientras que los 450.000 turcos que vivían en los Balcanes "regresaron" a Turquía), la multiplicidad étnica y religiosa seguía representando un problema para la cohesión nacional preconizada por Kemal. La constitución del Estado laico supuso un esfuerzo por integrar a los diversos grupos bajo un poder nacional despojado de connotaciones imperialistas y confesionales. En 1933, al decretar el uso de los antiguos patronímicos, la Asamblea Nacional otorgó oficialmente a Mustafá Kemal el nombre de Atatürk, "padre de los turcos".

El segundo período se extendería desde 1928 a la muerte de Kemal, diez años después, y se caracterizó por el inicio de una política económica de carácter estatista que habría de convertirse en uno de los rasgos distintivos del kemalismo. En 1934 se puso en marcha el primer plan quinquenal destinado a implantar una industrialización acelerada, que primaría desde ese momento sobre las estructuras tradicionales agrarias. El capitalismo de Estado desarrollado por Kemal ha marcado decisivamente el desarrollo económico del país en el siglo XX, provocando una seria descompensación entre el sector industrial y la economía agraria que había prevalecido hasta entonces.

En su política exterior, Kemal adoptó una postura de neutralidad y abandonó toda pretensión expansionista. Su principal objetivo fue preservar el acceso de Turquía a Europa a través de los estrechos, para lo cual se encargó de mantener relaciones cordiales con las potencias occidentales. Trató de poner fin a la tradicional hostilidad greco-turca con la firma de un tratado de amistad y sostuvo excelentes relaciones con la URSS y Gran Bretaña. En 1932, Turquía ingresó en la ONU y, dos años después, selló el pacto Balcánico con Grecia, Rumanía y Yugoslavia. En 1936 consiguió la soberanía total sobre los estrechos con el acuerdo de las potencias europeas y, al año siguiente, firmó con Irán y Afganistán el pacto de cooperación de Saadafad.

Aunque Atatürk no fue un doctrinario ni un teórico, toda su política estuvo dirigida por el principio del Garb Mafkuresi, el "ideal occidental", gestado durante la época del Tanzimat y de los Jóvenes Turcos. Este principio se tradujo en un Estado nacional, independiente, laico y constitucional, penetrado por los valores del liberalismo europeo. Para Kemal, civilización era sinónimo de Occidente. En una ocasión dijo: "¿Cuál es el pueblo que, deseoso de acceder a la civilización, no se ha vuelto hacia Occidente?". A pesar de su ofensiva contra las tradiciones más arraigadas de la sociedad turca, Kemal fue un hombre inmensamente amado por su pueblo. Su populismo, uno de los rasgos más significativos de su gobierno, estaba teñido de un paternalismo que representaba la cara más amable del régimen. Sin embargo, Atatürk reprimió sin contemplaciones cualquier signo de oposición o desviacionismo, tanto tradicionalista como izquierdista. Así, en 1926 hizo ejecutar a sus antiguos correligionarios del Comité para la Unidad y el Progreso por constituir un poder amenazante para su liderazgo político. Su dictadura no resultó, no obstante, opresiva para la mayor parte del pueblo turco, que aún hoy le recuerda como un héroe nacional, padre de la patria turca.

Mustafá Kemal Atatürk murió el 10 de noviembre de 1938 a consecuencia de una cirrosis hepática aguda, causada por su afición a la bebida.

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Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma