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PolíticaHistoriaBiografía

Amílcar Barca (290-229 a.C.).

General y estadista cartaginés nacido en el 290 a.C. y muerto en el 229 a.C. Fue el primero del poderoso clan cartaginés de los Bárcidas que coparon la política de Cartago durante la segunda mitad del siglo III a.C.

Padre de Aníbal Barca y Asdrúbal Barca, y suegro de Asdrúbal, en el 247 a.C. fue nombrado comandante en jefe del ejército cartaginés que luchaba contra Roma en la Primera Guerra Púnica. Se hizo cargo de las operaciones en Sicilia, desde donde dirigió continuas acciones de saqueo contra las costas italianas y levantó fortificaciones en las poblaciones del norte de la isla, pero ante el acoso continuo de los romanos y la falta de apoyos de la metrópoli, fue derrotado en la batalla naval de Egatas en el 241 a.C., tras la cual Cartago, arruinada e incapaz de sostener por más tiempo una guerra que ya era excesivamente larga, cedió la isla de Sicilia a Roma. Amílcar tuvo que replegarse con los restos de su ejército a África, donde fue apartado del mando por sus enemigos. Poco después se le otorgó de nuevo la dirección del ejército, esta vez para aplacar la sublevación de los mercenarios de Cartago que no habían recibido sus sueldos. Desde el 241 al 238 a.C. perduró la revuelta, en el transcurso de la misma Cartago perdió la isla de Cerdeña y los pueblos iberos, aprovechando la debilidad cartaginesa, intentaron recuperar su independencia.
Finalizada la revuelta de los mercenarios, el senado cartaginés, siguiendo los planes de Amílcar, le puso al mando de un ejército de invasión y le otorgó los medios necesarios para desembarcar en la Península ibérica. Amílcar buscaba con ello obtener los medios necesarios para hacer frente a las inmensas indemnizaciones de guerra que Cartago tenía que pagar a Roma tras su derrota en Sicilia, así como sustituir la riqueza cerealística siciliana con las nuevas conquistas. Según algunos historiadores, el auténtico objetivo de Amílcar era constituir en Iberia un reino para él y su descendencia independiente de Cartago.

Sea como fuese, lo cierto es que Amílcar desembarcó en Cádiz, único territorio que permanecía en poder de los cartagineses, acompañado por su hijo Aníbal y su yerno Asdrúbal, comandando un poderoso ejército. Dominó con facilidad el valle del Guadalquivir, sometió a los bastetanos y con gran dificultad venció a los turdetanos; marchó desde allí por el levante conquistando a los contestanos y alcanzó las proximidades de Sagunto que, debido a su condición de aliada de Roma, fue respetada por Amílcar, manteniendo el pacto existente entre ambas potencias, por el cual se limitaban las zonas de influencia de romanos y cartagineses. Fundó la ciudad de Akra Leuké (que algunos identifican con Almería) convirtiéndola en la base de operaciones de su ejército. Invernando en esta ciudad, se produjo la sublevación de los turdetanos y celtas de Cuneo, dirigidos por Istolacio, que pereció en el combate mientras sus tropas eran vencidas por Amílcar. Prosiguió las conquistas dominando la totalidad de la Bética, Almería, Murcia y Valencia; incluso llegó por la costa mediterránea hasta los Pirineos. En el interior se encontró con la fuerte resistencia de los vetones a los que, pese a vencerlos, concedió la libertad por su heroísmo en la lucha.

Se dirigió hacia la ciudad de Helice (quizás la actual Elche) donde Orissón, régulo de los oretanos, se había hecho fuerte. Sitió la ciudad pero los pueblos de los alrededores acudieron en ayuda de sus vecinos y rompieron el sitio cartaginés. El ejército de Amílcar fue puesto en fuga y en ella perdió la vida su general, no se sabe si ahogado en el Guadiana, o muerto en combate mientras se retiraba. Asdrúbal y Aníbal continuaron con su obra en Hispania.

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez