Ramone, Joey (1951-2001)
Cantante norteamericano, líder del grupo de rock The Ramones. Con el nombre verdadero de Jeffrey Hyman, Joey Ramone nació en Forest Hills, en el popular barrio neoyorquino de Queens, el 19 de mayo de 1951, lugar en el que también falleció el 15 de abril de 2001, como consecuencia de un cáncer linfático.
Durante su adolescencia vivió el ambiente plurimusical de Nueva York (Velvet Underground, Iggy Pop & The Stooges, New York Dolls), y rápidamente se introdujo en los circuitos locales, tocando con diversas bandas en pequeñas salas alternativas, en las mismas donde coincidió con grupos del calado de Talking Heads, Blondie o Patti Smith. En 1974 Joey conoció a Douglas Colvin (Dee Dee Ramone), un bajista provocador y chulesco, en la línea con el movimiento punk que comenzaba a despuntar al otro lado del Atlántico. Junto al guitarrista John Cummings (Johnny Ramone) y al batería Tom Erdelyi (Tommy Ramone), Joey y Dee Dee se decidieron a crear el grupo The Ramones, que basa su nombre en una anécdota beatlesiana: Paul McCartney había usado el pseudónimo Johnny Ramone para intentar pasar desapercibido. Con el fichaje de Tommy Ramone, Joey abandonó definitivamente las baquetas para empuñar el micrófono. A partir de ese momento, su imagen desgarbada, sus pantalones vaqueros rotos, sus gafas de sol y su descuidada melena comenzaron a convertirse en la imagen visible del punk norteamericano. Y así permanecería como icono durante más de dos décadas.
Como corresponde a los grandes, Los Ramones afianzaron su carrera en los bastidores de una sala de conciertos de la Gran Manzana, el famoso club CBGB, donde se convirtieron en la sensación musical durante el año 1975. Para ello, bastaba con que sonaran los primeros acordes y Joey declarase al mundo las intenciones de la banda: «Hey, ho, let’s go». En 1976 firmaron su primer contrato discográfico, con Sire Records, para grabar su primer álbum, Ramones, que ha dado lugar a un sinfín de nombres de grupos y de revistas de la onda punk en todo el mundo. La fórmula de Los Ramones era sencilla: cuatro acordes, mucho ruido y a volar en apenas dos minutos de extensas vibraciones y ritmos estridentes. El esquema jamás convenció a los críticos musicales, ni tampoco a quienes gozaban de los otros movimientos coetáneos (rock sinfónico, música disco…); tal vez por eso sus ventas nunca fueron amplias y sus éxitos no llegaron arriba en las listas, pero la legión de seguidores facilitó la presencia constante de Joey y sus muchachos en la escena musical con independencia de modas y parafernalias novedosas. Los Ramones eran reales, tangibles y muy sonoros, por lo que gustaban al adolescente tierno en busca de nuevas emociones y al duro veterano curtido en la calle. Sin ser música para teenagers, Los Ramones tuvieron una amplia legión de seguidores juveniles. Por esta razón, para un amante de la música teen de los años 60 como Joey, verse protagonizando la película Rock and Roll High School (1979) debió de ser lo máximo, aunque todavía quedarían muchas muescas más en el historial.
Dejando de lado la rebeldía juvenil, los seguidores adultos de Los Ramones eran pocos pero, al parecer, bastante selectos: Johnny Rotten, de los Sex Pistols, la formación clásica de The Clash, los pioneros británicos The Damned… todos los grandes de la explosión punk reverenciaban a la banda neoyorquina, en especial el pensamiento expresado por Joey Ramone: «si lo que ves no te gusta, hazlo subversivo, divertido, fácil y, sobre todo, ponle mucho ruido«. Ya en la década de los 80 del siglo XX, figuras del rock como Bruce Springsteen reconocieron haberse sentido cautivados casi de inmediato por la apuesta de Los Ramones. Springsteen dio en el clavo cuando reconoció que: «Los Ramones son la banda de música que cualquier chico querría formar con sus amigos; suenan como a cualquier chico le gustaría que sonasen sus primeras canciones; Joey canta como a cualquier chico le gustaría hacerlo. Son impresionantes«.
La leyenda tejida alrededor de Joey está también salpicada de broncas en los conciertos, como la que en 1983 le llevó a ser ingresado con una aparatosa contusión en la cabeza. El alcohol y las drogas, como buen representante del rock, también influyeron en su vida y en su música, hasta el punto de ser uno de los motivos de su muerte. Incluso la política le costó algún disgusto en el interior del grupo, como cierto alejamiento de su amigo Dee Dee Ramone merced a las simpatías republicanas de Joey, un hecho que despertó las iras de un comunista empedernido como el bueno de Dee Dee. Como en cualquier colectivo donde se pretende demostrar la capacidad creativa de cada miembro (aunque fuese bajo un rígido esquema rocanrolero), no fueron tampoco Los Ramones un remanso de paz y tranquilidad interna, y el fuerte carácter de Joey tuvo bastante que ver en los cambios de miembros de la formación. Pero, eso sí, al menos todos tuvieron la suficiente destreza para que en el escenario nada de ello se advirtiese y la legión de admiradores continuase creciendo.
Durante los años 90, Los Ramones continuaron en activo, hasta el punto de que su último disco, Adiós Amigos! (1996), puede considerarse como el pistoletazo de salida para el nuevo revival de la música punk de finales de siglo, personificada sobre todo en grupos norteamericanos totalmente influidos por la última gira de Los Ramones, como Green Day, The Offspring y Blink 182. Incluso en esa mítica última actuación del grupo, el 9 de agosto de 1996 en Nueva York, dos de los invitados estelares, Eddie Vedder (de Pearl Jam) y Chris Cornell (de Soundgarden), reconocieron a Joey y al resto de la banda como su principal influencia. Todos estos reconocimientos, así como el gran éxito de ventas del disco de recopilación de Los Ramones lanzado en el año 2000, un doble CD titulado Anthology, posibilitaron las últimas sonrisas de Joey en el hospital neoyorquino. El rock nunca hubiera sido el mismo sin él.