Liñán y Cisneros, Melchor de (1629-1708).
Administrador colonial español, nacido en la localidad castellana de Torrelaguna en 1629 y fallecido en Lima el 28 de junio de 1708, que fue arzobispo de Lima y vigésimo primer virrey del Perú (1678-1681).
Hijo de Francisco de Liñán y Cisneros e Isabel González, estudió Artes y Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, en la que también se doctoró en esta última materia. Inició su labor como sacerdote en las villas de Santa María de Buitrago y de Torrelaguna, de donde pasó a la parroquia madrileña de San Salvador, a cargo de la cual se mantuvo hasta 1664. Fue nombrado calificador del Tribunal del Santo Oficio y ,el 30 de agosto de 1664, obispo de Santa Marta (Nueva Granada), tomando posesión de su sede el 18 de enero de 1665. El arzobispo ordenó su promoción a obispo de la diócesis de Popayán, cargo que asumió el 20 de octubre de 1667. Cuatro años más tarde, la Corona le nombró gobernador y capitán general interino del reino de Nueva Granada, además de lo cual ejerció la presidencia de la Real Audiencia de Santa Fe desde el 5 de diciembre de 1670 hasta el 18 de junio de 1674. Se le encomendó abrir un juicio de residencia a su antecesor, el general Diego de Villalba y Toledo, así como a dos oidores y al fiscal por abusos de autoridad. Al tiempo que se actuaba como gobernador, la Santa Sede le nombró arzobispo de Charcas. Culminada su misión política con el envío de los autos de procesamiento del depuesto gobernador Villalba y Toledo al Consejo de Indias, partió hacia el Alto Perú y tomó posesión de su mitra al finalizar 1675.
El 14 de diciembre de 1676, a la muerte del fraile Juan de Almoguera, fue promovido a arzobispo de Lima, cargo que asumió el 18 de febrero de 1678. La abrupta destitución del conde de Castellar como virrey del Perú le procuró dicho cargo a partir del 7 de julio de 1678. Como prueba de su quehacer económico remitió a España la cantidad de 2.164.080 pesos procedentes de la Real Hacienda, a los que se sumó el envío de 150.000 pesos en calidad de donativos procedentes del comercio de la capital peruana con motivo del matrimonio de Carlos II. Liñán y Cisneros, a diferencia de sus antecesores, se negó a tomar prestado el dinero perteneciente a la Caja de Censos de Indios a la que el erario adeudaba ya 405.359 pesos y estimó que las deudas particulares ascendían a 3.806.623 pesos.
En el terreno de la defensa el virrey no dispuso ningún refuerzo especial de Lima como tampoco del puerto de El Callao, y mantuvo las agrupaciones formadas por el virrey anterior. En agosto de 1680 se notificó al gobernante que los corsarios Bartolomé Sharps y John Watling habían desembarcado en el golfo de Darién (Nueva Granada) y capturado el fortín de Chepo además de dos naves mercantes. Liñán y Cisneros ordenó que un contingente de la Armada bajo el mando del almirante Santiago Pontejos zarpara hacia el norte a enfrentarlos. Las naves inglesas y españolas se cruzaron sin advertirlo en la zona de Tumaco, lo que permitió que las fuerzas invasoras prosiguieran su avance hasta el puerto chileno de Coquimbo, que fue saqueado el 13 de diciembre de 1680. A continuación, el corsario se dirigió al puerto de Arica y, el 9 de febrero de 1681, pretendió tomar dicha plaza, pero ésta fue defendida con éxito por las tropas del maestre de campo Gaspar de Oviedo, viéndose obligados los ingleses a retirarse con dirección al Atlántico.
Las máximas preocupaciones de Liñán y Cisneros se concentraron en el asunto de la protección de indios; a él correspondió aplicar la Recopilación de Leyes de Indias concluida en 1680. Antes, en 1679, había prohibido la esclavitud de los indios apresados con motivo de la guerra en la frontera de Chile. Por Real Cédula de 22 de febrero de 1680 hizo demoler los obrajes, batanes y chorrillos que carecían de licencia real para funcionar. Sin embargo, en el caso del trabajo forzado en las minas, autorizó a los corregidores a sustituir a los mitayos ausentes y fugados con indios «forasteros» y con yanaconas. Dicha medida condujo a un incremento en el rendimiento de Potosí y de Huancavelica, la última de las cuales llegó a producir bajo su gestión 201.800 quintales de azogue.
En lo que se refiere al Patronato Real, destituyó a varios curas de parroquia por abusar económicamente de los indios y conminó a las órdenes religiosas a no regir los curatos con frailes suplentes. Liñán y Cisneros mostró una predilección especial por la orden de los jesuitas, a los que apoyó siempre en los capítulos para elección de prelados. Por el contrario, los franciscanos de origen criollo y peninsular protagonizaron en 1680 disturbios entre sí en Lima y Cuzco, lo que obligó al virrey a intervenir para restablecer la concordia. Sus actuaciones en el gobierno religioso se concentraron en Lima. Allí socorrió con 3.000 pesos de renta anual al beaterio de las Recogidas o Amparadas, fundó el beaterio de Santa Rosa de Viterbo en 1680 y la iglesia de Cocharcas y, por último, dispuso el establecimiento en 1681 de la Casa de Recogimiento para las hijas de los caciques. Con el fin de garantizar la expulsión de los portugueses del territorio de Sacramento en el Río de la Plata, ordenó la protección militar de las misiones franciscanas de Carabaya y jesuitas de Mojos, Chiriguanas y del Paraguay.
Entregó el gobierno a su sucesor, el duque de la Palata, el 20 de noviembre de 1681, si bien él siguió residiendo en Perú en calidad de arzobispo de Lima. Fue premiado con el cargo honorario de miembro consejero de la Corona y el título de conde de la Puebla de los Valles al que renunció en favor de su hermano. Murió en Lima el 28 de junio de 1708.
Bibliografía
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HANKE, Lewis. Los virreyes españoles en América durante el gobierno de la casa de Austria. (Madrid: 1978).
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MENDIBURU, Manuel de. Diccionario histórico biográfico del Perú. (Lima: 1933).
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TAURO, Alberto (ed.). Enciclopedia ilustrada del Perú. (Lima: 1987).
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