Giráldez Díaz, José, “Jaqueta” (1837-1902).
Matador de toros español, nacido en Sevilla el 17 de abril de 1837, y muerto en La Línea de la Concepción (Cádiz) en los primeros días del año 1902. En el planeta de los toros es conocido por el sobrenombre de “Jaqueta”.
Natural del taurino barrio de San Bernardo (que tantos y tan excelentes toreros ha criado en sus calles), José Giráldez Díaz se presentó como novillero ante sus paisanos hispalenses el día 27 de marzo de 1864. Tras cinco años de prolongada andadura novilleril, el día 2 de mayo de 1869, a través de la arena de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, hizo el paseíllo que había de granjearle la borla de doctor en tauromaquia. Iba acompañado por una colosal figura de aquellos años, su paisano Antonio Carmona y Luque (“El Gordito”), quien le cedió los trastos con los que había de dar lidia y muerte a estoque a un toro criado en las dehesas de don Joaquín Pérez de la Concha.
El día 5 de septiembre de la siguiente temporada, José Giráldez Díaz (“Jaqueta”) se presentó ante la siempre severa y rigurosísima afición madrileña, dispuesto a confirmar la alternativa que un año antes había tomado en la plaza de su ciudad natal. Y si en aquella pasada ocasión se hizo apadrinar por el talento valeroso de “El Gordito”, para pasar mejor este emotivo trance (sin duda, el más trascendente en la carrera de un matador de toros) quiso ampararse en el insuperable padrinazgo de una de las mayores figuras del toreo de todos los tiempos, el Gran Califa cordobés Rafael Molina Sánchez (“Lagartijo”); el cual cedió su turno al toricantano para que diera lidia y muerte a estoque a un astado procedente de la ganadería de don Anastasio Martín.
Con tan brillantes cartas de presentación, y haciendo gala de un toreo valiente y decidido, “Jaqueta” firmó una substanciosa cantidad de contratos hasta la fatídica temporada de 1874, en la que dejó de vestir el terno de luces debido a los estragos que en sus facultades mentales había causado su escandalosa afición a la bebida. No logró reponerse de esta perniciosa adicción hasta la campaña de 1877, en la que -humildemente- reapareció en Sevilla, en calidad de novillero, el día 5 de agosto. Aquel mismo año volvió a contar con la generosa entrega del genial Rafael Molina Sánchez (“Lagartijo”) para tomar de nuevo la alternativa en el coso hispalense.
Sin embargo, tras un par de campañas en las que sólo reunió ánimo y facultades para enfrentarse a la lidia de novillos, se cortó definitivamente la coleta el día 7 de septiembre de 1890, ante la apesadumbrada atención del público hispalense, conocedor de sus constantes recaídas en el su antiguo vicio. Desde entonces hasta la fecha de su muerte, acaecida en 1902, “Jaqueta” vivió envuelto en una nebulosa de alcohol y demencia, recogido en La Línea de la Concepción en casa de una hermana suya que se había apiadado de su triste situación.