García Delgado, Sinesio (1897-1983).
Político, escritor, historiador y dirigente anarcosindicalista español nacido en un pequeño pueblo cercano a León en 1897 y fallecido en Barcelona en 1983. Su verdadero nombre era Diego Abad de Santillana. Exiliado durante muchos años en tierras hispanoamericanas, utilizó el pseudónimo de Sinesio García Delgado como «nombre de batalla» en sus actividades de agitador político.
Aún era un niño de corta edad cuando, en compañía de su familia, emigró a la República Argentina, donde sus padres pensaban encontrar mejores oportunidades que en España para hacer fortuna. Pero, siendo todavía un adolescente, regresó a la Península Ibérica en 1913, para afincarse en Madrid y emprender allí sus estudios de bachillerato, título que obtuvo en poco más de dos años.
Hombre de vivas inquietudes humanísticas y notable capacidad intelectual, se matriculó a continuación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid, donde no llegó a concluir su formación superior, ya que en 1917 volvió a partir rumbo a Argentina para eludir sus obligaciones militares.
Ya por aquel entonces poseía un sólido bagaje cultural que le permitió empezar a ganarse la vida como periodista, así como un firme ideario anarquista que le facilitó su incorporación a la célebre revista La Protesta, una de las publicaciones libertarias más difundidas del Cono Sur. Pronto se hizo célebre por el ardor y, al mismo tiempo, el rigor intelectual con que defendía sus postulados ideológicos, y tantos méritos llegó a alcanzar dentro del periodismo anarquista que la dirección del órgano de información y opinión donde trabajaba le envió a Berlín (Alemania), en calidad de corresponsal en el centro de Europa.
Una vez allí, Abad de Santillán entabló firmes lazos de amistad con algunos de los principales dirigentes del movimiento ácrata europeo, y, de forma muy señalada, con Fritz Kater, cuya hija se convirtió en la flamante esposa del joven anarquista español.
A su regreso a Argentina, comenzó a significarse como activista político y se convirtió en uno de los principales dirigentes de la acracia hispanoamericana, con gran influencia en la FORA (Federación Obrera Regional Argentina). Poco después, tras haber hecho pública su firme condena al golpe de estado del general José Félix Uriburu (1868-1933), se vio forzado a salir precipitadamente del país, pues la represión desatada por el nuevo gobierno le hizo temer por su vida. Buscó, primero, refugio en Uruguay; pero al no sentirse allí tan cómodo como lo había estado en el populoso y fecundo ambiente ácrata de Buenos Aires, decidió retornar nuevamente a su tierra natal, aprovechando que la reciente instauración de la II República (1931-1936) auguraba buenos tiempos para los partidarios de su ideología.
Pisó, pues, de nuevo suelo español en 1931, para tomar parte activa en un congreso extraordinario de la CNT que se celebró en Madrid. Y, al cabo de tres años, se estableció en Barcelona e hizo valer su dilatada experiencia como articulista y corresponsal periodístico, primero como redactor del diario anarquista Solidaridad Obrera y, poco después, como director del célebre semanario -de idéntico ideario político- Tierra y Libertad. Además, fue uno de los fundadores de otra relevante publicación anarquista: la revista Tiempos nuevos.
Cada vez más integrado en al agitada vida política española de los años treinta, Abad de Santillán trabó contacto con las figuras más relevantes del anarquismo hispano, como Buenaventura Durruti (1896-1936), Francisco Ascaso (1891-1936) y Juan García Oliver (1901-1980). Este firme compromiso con las fuerzas más extremistas de la izquierda política española le llevó a convertirse en uno de los ácratas que, en la noche del 18 al 19 de julio de 1936, horas después del Alzamiento protagonizado por las tropas rebeldes del general Franco (1892-1975), comparecieron ante Lluis Companys (1882-1940), Presidente de la Generalitat de Catalunya, para exigirle que pusiera a disposición de los voluntarios anarquistas todo el armamento de que disponía.
Dispuesto, pues, a preservar la legalidad republicana y el estatuto catalán al tiempo que defendía su propia vida, Abad de Santillán se incorporó, en calidad de delegado de la FAI (Federación Anarquista Ibérica), al Comité de Milicias Antifranquistas de Cataluña, que pronto se convirtió en el auténtico gobierno de Barcelona durante los primeros días de la Guerra Civil Española (1936-1939).
Su implicación en la defensa de la autonomía catalana llegó a tal extremo que no dudó en asumir, a pesar del grave riesgo que ello entrañaba, el cargo de Consejero de Economía de la Generalitat, con lo que formó parte de un improvisado gobierno de guerra que, entre otras decisiones, tomó la resolución de patrocinar y financiar el denominado Batallón de la Muerte.
Tras los sangrientos sucesos que tuvieron lugar en las calles de Barcelona en mayo de 1937 -en los que un acuerdo entre comunistas y socialistas, con la intención de eliminar a los anarquistas del POUM y la CNT, desató una auténtica batalla campal entre las fuerzas de la izquierda-, Diego Abad de Santillán mostró su lado más diplomático y, a costa de renunciar a algunos de sus principios más acrisolados, hizo todo lo posible por restablecer el orden. Tal vez forzado por esta circunstancia, a partir de entonces fue abandonando poco a poco algunos de sus ideales políticos, aunque continuó al frente de su consejería en la Generalitat hasta que, en 1939, el triunfo en Cataluña de las tropas sublevadas le obligó a abandonar España.
Rumbo al exilio, pasó un tiempo en Francia y, finalmente, regresó a su amada Argentina, donde, entregado a un fecunda labor de ensayista, periodista e historiador, vivió en Buenos Aires hasta 1976. Allí dirigió la revista Timón -desde la que lanzó duras críticas contra el gobierno del general Franco-, así como otros ambiciosos proyectos de gran calado intelectual, como la Gran Enciclopedia Argentina -cuyos ocho tomos fueron compilados- por el anarquista leonés.
Tras la muerte de Franco y la restauración en España de un gobierno democrático, Diego Abad de Santillán regresó, en 1976, a la tierra que le vio nacer. Se afincó en Barcelona e intentó recuperar parte del protagonismo político que había ostentado durante la República y la Guerra Civil, pero salió malparado de su enfrentamiento con los miembros de las nuevas generaciones libertarias.
Obra
Polígrafo de hondo rigor intelectual, Diego Abad de Santillán dejó una extensa producción impresa en la que cabe destacar algunos títulos como El anarquismo en el movimiento obrero (Barcelona, 1925); El movimiento anarquista en la Argentina. Desde sus comienzos hasta el año 1910 (Buenos Aires, 1930); El organismo económico de la revolución (Barcelona, 1938); La FORA. Ideología y trayectoria del movimiento obrero revolucionario en la Argentina (Buenos Aires, 1967); Vida, obra y trascendencia de Sebastián Marotta (Buenos Aires, 1971); Por qué perdimos la Guerra (Madrid, 1975); Memorias (1897-1936) (Barcelona, 1977); y El anarquismo y la revolución en España (Madrid, 1977).
Autor de otros libros como Psicología del pueblo español, La revolución y la guerra de España; Contribución a la historia del movimiento obrero español y De Alfonso XII a Franco, Diego Abad de Santillán publicó centenares de artículos en revistas y periódicos, entre los que cabe destacar algunos textos de tanta profundidad como «Bibliografía anarquista Argentina» (en rev. Timón, Barcelona, 1938); «El Movimiento obrero. Anarquismo y socialismo» (en Historia argentina, tomo III, Buenos Aires, 1965); y «La Protesta, su historia…» (en Certamen Internacional de La Protesta, en ocasión del 30 aniversario de su fundación, Buenos Aires, 1927).
JRF