Columbano o Colombano, San (ca.540-615).


Monje irlandés, nacido hacia el año 540 en Leinster (Irlanda) y fallecido el 23 de noviembre del año 615 en el monasterio de Bobbio (Italia). Recibió su formación eclesiástica en la abadía de Bangor, bajo la dirección de fray Senell y fray Comgall. Poco después, en el 573, fue encargado por el propio fray Comgall para realizar una misión de apostolado en territorio francés. Así pues, en los últimos meses del año 573, Colombano, junto a otros doce monjes irlandeses, fue recibido por el rey de los burgundios, Gontrán, que les cedió, además, varios parajes en las montañas de los Vosgos para que edificasen algunos pequeños cenobios desde donde llevar a cabo su misión.

Tradicionalmente, se atribuye a la labor de San Columbano y sus compañeros la edificación de los monasterios de Annegray, Fontaines y Luxeuil; se tiene completa seguridad de que en este último monasterio fue donde el monje irlandés desempeñó su labor con preferencia, al menos hasta el año 593. En esas dos décadas, una gran profusión de jóvenes burgundios y bretones fue educada en la espiritualidad cristiana, contribuyendo hondamente a propagar la fe por territorio francés, predominantemente arriano todavía; tal vez el más destacado de todos ellos fuese San Eustaquio de Luxeuil. Sin embargo, la suerte de San Columbano comenzó a declinar después del acceso del sucesor de Gontrán en el trono burgundio, Teodorico, monarca dominado por la voluntad de su abuela, Brunequilda, y famoso por el mantenimiento de numerosas concubinas. Los duros ataques que San Columbano realizó contra estas prácticas paganas, así como la intervención en el gobierno de Brunequilda, fueron la causa de su expulsión de Luxeuil en el año 610; fue conducido por un destacamento militar hacia Nantes, con el fin de que regresara a su Irlanda natal, pero, finalmente, se libró de sus guardianes y pudo refugiarse en la corte de Clotario II, rey de Neustria, donde se le ofreció apoyo y protección. En el 611, en cambio, San Columbano y sus monjes se establecieron en la corte de Teodoberto II, rey de Austrasia, monarca que les ofreció la posibilidad de evangelizar, bajo su protección, a los pueblos suevos y alamanes, todavía paganos, que vivían en las fronteras septentrionales de su reino.

El ofrecimiento atrajo considerablemente a San Columbano, que intentó de manera infructuosa, junto a sus monjes, remontar el curso del Rin para asentarse en posiciones seguras; al no poder realizar su objetivo, en el 612, fallecido Teodoberto, San Columbano se estableció en las cercanías del lago Constanza, donde contó con el patrocinio de Aguiúlfo, rey de los lombardos. Allí edificó San Columbano el monasterio de Bobbio, del que fue abad hasta su muerte, acaecida el 23 de noviembre de 615, y donde se conservan hasta la actualidad sus reliquias.

La importancia de la labor evangelizadora de San Columbano corre paralela a la extensión de su regla monástica (Regula coenobialis sive poenitentiarum mensura taxanda liber), una de las primeras ordenaciones de la vida religiosa, similar a la más famosa de la época, la de San Benito, que, a la postre, acabaría por engullir a todos los monasterios basados en la regla irlandesa. Ambas son muy similares, si bien la irlandesa destaca por su mayor templanza y por defender argumentos típicamente irlandeses, como, por ejemplo, la celebración de la Pascua el 14 de la luna de marzo, cuando esta fecha, domingo, contradecía el uso general de la Iglesia romana, que prefería mantener el domingo a salvo de estas celebraciones. Pero, a pesar de la mayor flexibilidad de su orden, San Columbano fue un férreo defensor de las costumbres espirituales de la Iglesia: se negó en todo momento a aceptar prácticas tan frecuentes en su época como la simonía, el amancebamiento o el nicolaísmo. La extensión de la fe y la evangelización de, preferentemente, los arrianos, son otros importantes argumentos que hay que tener en cuenta dentro de su pensamiento, a pesar de que su célebre Tratado contra los arrianos, aunque se tiene constancia de su existencia, no se ha conservado hasta nuestros días. Su fiesta se celebra el 23 de noviembre y, principalmente en los alrededores de Bobbio (entre Génova y Milán), la veneración de su figura es popularísima.

Véase Evangelización.