Cardoso Filho, Joaquim Lúcio (1912-1968).
Poeta, narrador, dramaturgo, traductor, pintor y cineasta brasileño, nacido en Curvelo (en el estado de Minas Gerais) el 14 de agosto de 1912, y fallecido en Río de Janeiro el 28 de septiembre de 1968. Humanista fecundo y polifacético, dejó una deslumbrante producción literaria que, en el campo de la prosa de ficción, le sitúa entre los grandes narradores en lengua portuguesa de todos los tiempos. En este género, sobresalió por su maestría tanto en el cultivo de la novela regionalista -a la que se consagró en su juventud- como en el tratamiento -ya en plena madurez creativa- de historias psicológicas protagonizadas por personajes de hondo vigor introspectivo.
Vino al mundo en el seno de la familia formada por Joaquim Lúcio Cardoso y Maria Venceslina Cardoso, quienes, en 1913, cuando el futuro escritor sólo contaba un año de edad, abandonaron la ciudad de Curvelo en la que éste había nacido para establecerse en Belo Horizonte (capital del estado de Minas Gerais). Allí, en la gran urbe, transcurrió la primera infancia del pequeño Joaquim Lúcio Cardoso, quien, años después, habría de recordar este período como uno de los más felices de su vida.
Cursó sus estudios primarios en el Grupo Escolar Barão do Rio Branco, de Belo Horizonte, donde, a pesar de estar catalogado como un pésimo estudiante, dio muestras de poseer una fuerte inclinación hacia la lectura. A partir de 1923, fecha en la que se trasladó con los suyos a Río de Janeiro (ciudad a la que habría de permanecer ligado durante la mayor parte de su vida), prosiguió sus formación académica en el Instituto Lafayette, en cuyas aulas apenas duró un curso, ya que en 1924 fue enviado por sus progenitores a Belo Horizonte para que completase el bachillerato en el Colegio Arnaldo. Allí tampoco obtuvo mejores calificaciones académicas, por lo que regresó a Río de Janeiro en 1929 -ya cumplidos los diecisiete años de edad- sin haber logrado destacar entre sus compañeros de estudio -como pretendían sus padres-, aunque enriquecido por una formación literaria autodidáctica que el joven Cardoso se había procurado merced a su cada vez más acusada afición hacia la lectura.
Leyó, en efecto, con fruición durante aquellos años de adolescencia y juventud a algunos de los grandes maestros de la narrativa en lengua portuguesa, como José Maria Eça de Queirós, autor al que habría de profesar una singular devoción durante toda su vida; pero también a otros grandes escritores de la Literatura universal, como el narrador británico sir Arthur Conan Doyle -cuyas novelas le fascinaban- y el genial autor alemán Ernst Hoffmann -autor de unos relatos que influyeron decisivamente en la primera etapa de la carrera literaria de Cardoso Filho-. Sin embargo, esta temprana inclinación hacia las obras de los grandes narradores de las Letras universales no propició que aquel joven lector voraz eligiese la prosa de ficción para dar sus primeros pasos como escritor; antes bien, su incursión inicial en el ámbito de la creación literaria fue la pieza teatral titulada Reduto dos Dueses, obra primeriza que el propio Lúcio Cardoso tachó, años después, de «pretenciosa», si bien algunos críticos y escritores -como, por ejemplo, el modernista Aníbal Machado– elogiaron sus virtudes y señalaron en ella algunos rasgos reveladores del estilo que luego habría de caracterizar al autor de Curvelo.
A su regreso a Río de Janeiro tras su mediocre aventura académica en Belo Horizonte, el joven Lúcio Cardoso se matriculó en el Instituto Superior de Preparatórios, donde entabló amistad con otros aspirantes a escritores y decidió consagrarse de lleno a la creación literaria. Así las cosas, a comienzos de los años treinta renegó definitivamente de la enseñanza oficial y, en colaboración con el periodista José Sanz, asumió la dirección del rotativo A Bruxa, donde comenzó a publicar, por entregas, unas narraciones policíacas en las que resultaba evidente la huella de su admirado Arthur Conan Doyle. Por aquel tiempo, amplió sus objetivos autodidácticos al estudio y la lectura de los grandes clásicos de la Literatura rusa, y se interesó también vivamente por otros autores europeos como el francés Alain-René Lesage y el británico Oscar Wilde -con el que compartía la condición de homosexual.
Pronto se convirtió en una de las figuras habituales de la vida literaria de Río de Janeiro -a la sazón, capital de la República del Brasil-, y, en particular, del vigoroso movimiento artístico e intelectual conocido como Modernismo brasileño (vigente desde 1922, a raíz de la celebración en São Paulo, en febrero de dicho año, de la Semana del Arte Moderno). Entre las numerosas amistades que se granjeó en dicho ámbito, sobresalió la del artista plástico y escenógrafo teatral Santa Rosa, con el que concibió y puso en práctica un interesante proyecto cultural: la fundación de la publicación Sua Revista (1932), de la que, a la postre, sólo salió un número.
Pero, curiosamente, Lúcio Cardoso no conoció en aquellos foros artísticos e intelectuales a la persona que más habría de influir en el lanzamiento de su carrera literaria. El azar quiso, en efecto, que el futuro escritor, necesitado de un empleo que le asegurase la subsistencia, entrase a trabajar en la compañía de seguros «A Equitativa», cuyas oficinas estaban emplazadas en el mismo edificio donde tenía su sede la editorial fundada y dirigida por Augusto Frederico Schmidt. Fue éste quien, fascinado por la gran novela naturalista que había escrito el joven Cardoso bajo el título de Maleita (Malaria, 1934), asumió el riesgo de editarla en forma de libro, con lo que autor de Curvelo logró salir del reducido círculo de las novelas por entregas para darse a conocer en la capital como una de las voces más firmes y prometedoras de la narrativa nacional.
Cardoso colaboraba, por aquel tiempo, en varias publicaciones periódicas como A Manhã, Revista da Semana y A Noite, en las que, al igual que en el resto de la prensa brasileña del momento, aparecieron elogiosas reseñas de Maleita. Alentado por esta buena acogida, el joven escritor dio a la imprenta, al cabo de una año, una segunda narración extensa, Salgueiro (1935), obra que le confirmó como uno de los narradores más brillantes de la década. A partir de entonces, su producción narrativa se fue enriqueciendo con otros títulos que acabaron por consagrarles como uno de los mayores prosistas en lengua portuguesa. Además, publicó varios poemarios que sorprendieron gratamente por su hondura y calidad, y recuperó su pasión juvenil por el teatro hasta llegar a convertirse en uno de los dramaturgos brasileños más celebrados por la crítica y el público de mediados del siglo XX.
Esta afición al Arte de Talía le impulsó también a fundar un teatro de cámara en el Bosque de Tijuca (Río de Janeiro), donde solía estrenar sus obras y las de otros autores de su generación, contando para ello con el concurso de los actores más afamados de su tiempo. Merced a estos contactos con el mundo del espectáculo, Cardoso Filho empezó a colaborar, en calidad de guionista y productor, con diversas cadenas de televisión, para pasar finalmente a realizar diversos trabajos relacionados con el Séptimo Arte. Así, en su faceta de director de cine, emprendió en 1950 el rodaje de la película A mulher de longe (La mujer de lejos), obra que dejó inconclusa; y, al cabo de más de tres lustros, volvió a trabajar para la Gran Pantalla, esta vez como guionista de la cinta Porto de Caxias (Puerto de Caxias, 1966), dirigida por Paulo César Saraceni, uno de los grandes renovadores del cine brasileño, dentro del grupo de cineasta que impulsaron el movimiento bautizado como Cinema Novo («Nuevo Cine»).
Cuatro años antes de haber concluido este guión, Joaquim Lúcio Cardoso Filho había sufrido un derrame cerebral del que tardó mucho en recuperarse. A raíz de este gravísimo percance, el autor de Curvelo abandonó la creación literaria para centrarse, fundamentalmente, en otra de sus grandes pasiones creativas: la pintura. La crítica especializada alabó su producción plástica, que fue objeto de numerosas exposiciones, entre las que cabe recordar -por su singular éxito- las exhibidas en las galerías Goeldi (1965) y Décor (1968) -ambas de Río de Janeiro-, en la sala Atrium (1965) -de São Paulo- y en el Automóvel Club de Minas Gerais (1966) -de Belo Horizonte.
A pesar de que hacía ya varios años que había dejado de escribir, la Academia Brasileña de las Letras le otorgó, en 1966, el prestigio premio «Machado de Assis» -uno de los más relevantes de cuantos se otorgan en el ámbito literario Iberoamericano-, con el que se pretendió subrayar el valor incalculable de toda su producción literaria (y, muy especialmente, de su prosa de ficción).
En septiembre de 1968, cuando el fecundo artista y humanista de Curvelo sólo contaba cincuenta y seis años de edad, un nuevo derrame cerebral provocó su ingreso urgente en la clínica Doutor Eiras, de Río de Janeiro, donde los facultativos nada pudieron hacer por evitar su deceso.
Obra
Considerado unánimemente -como ya se ha indicado en párrafos superiores- como uno de los grandes novelistas brasileños de todos los tiempos, Joaquim Lúcio Cardoso Filho se dio a conocer como narrador por medio de intranscendentes novelitas policíacas que, con el único propósito de ganar algún dinero, fue publicando por entrega en periódicos y revistas de la gran urbe carioca donde residió durante la mayor parte de su vida. Pero su auténtico debut como novelista de raza tuvo lugar a mediados de los años treinta, cuando, merced al interés del gran editor Schmidt, apareció en los escaparates de las librerías brasileñas su narración extensa titulada Maleita (Malaria, 1934), obra que le presentaba como uno de los grandes herederos del Naturalismo, al tiempo que le mostraba ante la crítica y los lectores como magnífico exponente de la narrativa de intención social que, tradicionalmente, venía caracterizando las Letras del Nordeste del Brasil (de donde procedía Cardoso).
Dicha proyección social -anclada en ciertos aspectos formales y temáticos muy cercanos al regionalismo- estaba también presente en su segunda novela, Salgueiro (1935), obra igualmente aclamada por la crítica nacional. Pero al año siguiente, con la publicación de A luz no subsolo (La luz en el subsuelo, 1936), Lúcio Cardoso sorprendió gratamente a sus lectores con la inauguración, en su producción novelesca, de una línea psicológica que acabó por convertirle, merced a la publicación de otras historia similares, en el gran maestro de la narrativa introspectiva brasileña -hasta tal punto que algunos estudiosos de su obra creen que ocupa, en Brasil, el lugar alcanzado en las Letras británicas o estadounidenses por los maestros indiscutibles del género: Aldous Huxley y, respectivamente, William Faulkner.
Sus mejores títulos dentro de esta línea de introspección psicológica son Mãos vazias (Manos vacías, 1938), O desconhecido (El desconocido, 1941), Dias perdidos (Días perdidos, 1943), Inácio (Ignacio, 1944), A professora Hilda (La profesora Hilda, 1946), Anfiteatro (1946) y, por supuesto, Crônica de casa assassinada (Crónica de la casa asesinada, 1959), considerada unánimemente como su obra maestra (y, desde luego, como una de las piezas fundamentales de la narrativa brasileña de todos los tiempos). En líneas generales, el tema dominante en su prosa de ficción es la presencia constante de la muerte, que en las mejores páginas de Cardoso aparece enfocada desde una perspectiva transcendental que pone de relieve, entre otros misterios e inquietudes indescifrables, lo que el autor de Curvelo considera una extraña y morbosa irradiación de belleza.
Autor de otras narraciones de excelente factura -como Céu escuro (1940); O enfeitiçado (1954); O Mistério dos MMM (1962), escrita en colaboración con João Condé; la novela inconclusa O viajante; y la narración infantil Historias da Lagoa Grande (Historias de la Laguna Grande, 1939)-, Lúcio Cardoso publicó otras muchas obras en prosa, entre las que cabe recordar las tituladas Dois Sábios [padre Bartolomeu de Gusmão e Osvaldo Cruz], Vieira, Anchieta, O Descobrimento, Os Jesuítas, A Descoberta das Minas, Borba Gato, Índios e Negros do Brasil, O Ouro, O Vaqueiro Nordestino, Jangadeiros do Nordeste, Joaquim Nabuco, José do Patrocínio, Álvares de Azevedo, Gonçalves Dias, Machado de Assis, Castro Alves, Mauá, Iracema -adaptación de la novela homónima José de Alencar, Fernão Dias Pais y Heroínas Brasileiras.
Además de estos títulos, el escritor de Curvelo publicó, en prosa, Diário I (1961), un volumen de anotaciones, reflexiones y recuerdos personales sobre el período de su vida comprendido entre 1949 y 1951. Cardoso había proyectado escribir, al menos, cuatro entregas más de esta obra; pero, al sufrir el derrame cerebral y abandonar la escritura en 1962, dejó sólo concluida la segunda parte (Diário II), que fue publicada, junto con la primera, en una edición póstuma, bajo el título de Diário Completo (1970).
El humanista de Curvelo fue, asimismo, un excelente traductor que vertió al portugués algunas de las obras maestras de la Literatura universal. Realizó una notable versión del Libro de Job, y tradujo, entre otros grandes autores, a León Tolstoi -de quien tradujo Ana Karenina-, Kalidasa, Emily Brontë, Upton Beall Sinclair, Maurice Baring, Daniel Defoe, Goethe y Jane Austen.
En su faceta de dramaturgo, Lúcio Cardoso obtuvo también un merecido reconocimiento, con piezas teatrales tan notables como O escravo (El esclavo, 1945), A corda de prata (La cuerda de plata, 1937), O filho pródigo (El hijo pródigo, 1947) y Angélica (1950). Y en su condición de poeta sobresalió por las colecciones de versos tituladas Poesias (1941) y Novas poesias (1944), a las que, al cabo de cuarenta años, vino a sumarse la edición póstuma Poemas inéditos (1982).
Bibliografía
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ADONIAS FILHO. «Os romances de Lúcio Cardoso», en rev. Cadernos da Hora Presente (Río de Janeiro), nº 4 (1939), págs. 57-86.
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CARELLI, Mário. Corcel do fogo: vida e obra de Lúcio Cardoso (Río de Janeiro: Editora Guanabara, 1988).
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FONSECA, Edson Nery da. Três poetas brasileiros apaixonados por Femando Pessoa: Cecilia Meirelles, Murilo Mendes, Lúcio Cardoso (Recife: Massangana, 1985).
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MONTEIRO DE BARROS, Fernando. «A poética de Lúcio Cardoso: O catolicismo da transgressão», en Actas do I Congresso de Letras da UERJ-São Gonçalo (2005).
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SANTOS, Hamilton dos. Lúcio Cardoso, nem leviano, nem grave (São Paulo: Brasiliense, 1987).