Caneja, Juan Manuel (1905-1988).
Pintor español. Nació en Palencia y murió en Madrid. En 1923 se traslada a Madrid donde comienza la carrera de Arquitectura y acude al taller de Daniel Vázquez Díaz, donde permanecerá varios años. Pronto abandona los estudios para dedicarse exclusivamente a la pintura. Vive un tiempo en la Residencia de Estudiantes y participa activamente en la vida cultural madrileña de vanguardia. A través de Benjamín Palencia, conoce en 1927 a Alberto Sánchez, formando parte de la «Escuela de Vallecas», junto a Maruja Mallo, Luis Castellanos, Gil Bell, Herra Petere, Alberti y García Lorca.
Durante el invierno de 1929 reside en París, donde descubre el arte moderno, mostrando un especial interés por el cubismo y la obra de Matisse. Allí se relaciona con Bores, Cossío, Viñes, Manuel Angeles Ortiz, y los demás componentes de la «Escuela de París». A su regreso a Madrid participa en el «Primer Salón de los Independientes de El Heraldo de Madrid» y frecuenta las tertulias de los cafés La Granja del Henar y Chiki-Kutz. En este último local y para celebrar el advenimiento de la República, crea en 1931 junto al poeta José Herrera Petere la pintoresca revista de corte anarco-surrealista: «En España ya está todo preparado para que se enamoren los sacerdotes«. Poco después ambos amigos abandonan la bohemia artística y buscan la militancia en partidos obreros. Caneja se afilia a la CNT, cuya actividad le hace dejar por un tiempo la pintura. Tras la guerra civil, en la que combate en bando republicano, se dedica exclusivamente a pintar. En 1948 es encarcelado durante tres años por su pasado político, experiencia que marca su carácter para siempre.
Su obra atraviesa una etapa cubista al final de los años veinte, y deja una corriente que desde los años treinta y cuarenta desarrollan una serie de artistas. Con un estilo que luego derivará en el postcubismo, su obra se desarrolla a través de dos temas, el paisaje castellano y el bodegón, con una gama cromática de gran delicadeza y elegancia a base de tierras, pardos, sienas, amarillos, malvas y azules. Como escribió Gerardo Diego, «para llegar a esta volatilización de las esencias, a ese trasueño del paisaje enamorante y enamorado, Caneja ha tenido que guardar durante largos años de ascetismo las más ásperas disciplinas abstractas«. Gaya Nuño comenta: «Paisajes tenues, leves, temblorosos, amarillos de trigo, amarillos de rastrojo, amarillos de parva, cuidadosos y comedidos en sus ocres, traídas misiones de contraste señorial a esta manchita azul celeste, minúscula y oportuna, a esa otra malva, o a la más rara asalmonada«. Paisajes que encarnan la tierra, ya esencializada, desposeída de lo que no sea su propia pintura. De este paisaje castellano nos ofrecerá una delicada visión analítica que va depurando progresivamente hasta alcanzar una construcción abstracta. En 1956 alcanza el reconocimiento nacional cuando es elegido para representar a España en la Bienal de Venecia junto a Benjamín Palencia, Gargallo, Tàpies y otros. En 1958 recibe el Premio Nacional de Pintura, en 1960 el Premio Goya del Ayuntamiento de Madrid y en 1980 el Ministerio de Cultura le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas. Su ciudad natal ultima el proyecto de la Fundación Díaz Caneja, que con sede en la Casa de la Cultura albergará una colección de obras del artista legadas por su viuda a la ciudad. Cuando Juan Manuel Díaz Caneja muere en junio de 1988 es considerado una de las grandes figuras históricas de nuestra pintura.
En mayo de 2005 el Museo Reina Sofía realizó una retrospectiva con motivo del centenario de su nacimiento en la que se exhibieron setenta cuadros del artista de todas sus épocas junto con diversos documentos.