Manuel de Angulo y Correa (1763-?). El reformador ilustrado que desafió a Godoy y defendió la educación minera
Manuel de Angulo y Correa, nacido en Valladolid entre 1760 y 1763, es una de esas figuras menos conocidas de la historia española que, sin embargo, jugaron un papel fundamental en el avance de la ciencia, la política y la reforma social durante el convulso tránsito del siglo XVIII al XIX. Político, científico y reformista ilustrado, su vida es un reflejo de los ideales de la Ilustración y de los múltiples obstáculos que enfrentaron aquellos que buscaron modernizar las estructuras del Antiguo Régimen desde dentro.
Orígenes y contexto histórico
Nacido en una ciudad universitaria como Valladolid, Manuel de Angulo y Correa creció en un entorno propicio para la formación intelectual. Aunque inicialmente se encaminó por la carrera eclesiástica, pronto destacó por su interés en áreas del conocimiento más allá de la teología. Fue en Salamanca donde cursó jurisprudencia, una disciplina que reforzaría su futura actividad política, pero paralelamente comenzó a mostrar un notable interés por las Matemáticas y las Ciencias Naturales, ramas poco frecuentadas en aquella época por los clérigos.
El contexto histórico en que se desarrolló su vida estuvo marcado por la consolidación de las ideas ilustradas, la expansión del conocimiento científico y los primeros intentos de reforma en las estructuras sociales y económicas de España. Figuras como Gaspar Melchor de Jovellanos promovían reformas racionales y educativas, enfrentándose a la inercia de una monarquía y una nobleza tradicionalistas. Angulo y Correa no fue ajeno a este ambiente. Su formación y su carrera reflejan una inquietud constante por integrar el conocimiento científico con el desarrollo social y económico del país.
Logros y contribuciones
Uno de los hitos iniciales de su carrera fue su nombramiento en 1783 como director de estudios de la Academia de Matemáticas y Dibujo de Valladolid. Este cargo no solo demuestra su capacidad intelectual, sino también la confianza que las autoridades académicas depositaron en él a una edad relativamente joven.
Posteriormente se trasladó al Real Seminario de Vergara, una institución de gran prestigio fundada por la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, donde profundizó en el estudio de las Ciencias Naturales. Su paso por este centro, así como sus recorridos por el País Vasco y Navarra, dan cuenta de una mentalidad abierta al aprendizaje continuo y al contacto directo con la realidad geográfica, social y económica del país.
Ya en Madrid, continuó su formación en el Real Gabinete de Historia Natural y en la Academia de San Fernando, instituciones clave en la difusión del saber científico y artístico durante la Ilustración española. En 1787, accedió a un puesto en la Junta de Comercio y Moneda, organismo central para la política económica de la monarquía.
En 1788, gracias a la intervención de su hermano, Francisco Angulo, entonces Director General de Minas, recibió una pensión para estudiar minería en el extranjero. Esta decisión fue clave, ya que le permitió recorrer los principales centros industriales de Europa, empapándose de las más modernas técnicas de extracción, administración y seguridad minera. Su formación internacional marcaría profundamente su visión reformadora a su regreso a España.
Momentos clave
A su retorno en 1795, se integró en un partido opositor a Godoy, liderado por Bernardo de Iriarte. Este posicionamiento político tendría profundas consecuencias en su vida posterior, pero también refleja su alineación con las corrientes más críticas del absolutismo borbónico.
Uno de sus logros más notables fue su gestión como director de las minas de Almadén, una de las explotaciones de mercurio más importantes del mundo en ese tiempo. Desde este puesto, impulsó medidas adelantadas a su época, como la prohibición del trabajo infantil en las minas, al impedir que trabajaran niños menores de 15 años y exigir que los menores de 20 supieran leer y escribir. Esta iniciativa no solo revela su sensibilidad social, sino también su convicción de que el progreso económico debía ir acompañado de progreso educativo y moral.
Angulo y Correa fue un firme defensor de las reformas de Jovellanos, lo que le granjeó numerosas enemistades entre sectores conservadores del poder. Su nombramiento como ministro de Hacienda no duró mucho: fue suspendido por Miguel Cayetano Soler y desterrado a la mina de Creu, muestra clara de las luchas internas del reformismo ilustrado español.
Con la caída de Godoy, el político vallisoletano fue restituido como director de la mina de Almadén, pero la invasión napoleónica y la posterior guerra le impidieron asumir nuevamente ese cargo.
Cronología destacada de su vida y obra
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1760-1763: Nace en Valladolid.
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1783: Nombrado director de estudios en la Academia de Matemáticas y Dibujo de Valladolid.
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1787: Miembro de la Junta de Comercio y Moneda.
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1788: Pensionado para estudiar minería en Europa.
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1795: Regresa a España y se une al partido contrario a Godoy.
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Finales del siglo XVIII: Director de las minas de Almadén; implementa políticas laborales reformistas.
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Inicios del siglo XIX: Suspendido de su cargo y desterrado; restituido tras la caída de Godoy pero la guerra impide su regreso efectivo.
Relevancia actual
Aunque su nombre no figura entre los más populares del reformismo español, Manuel de Angulo y Correa representa una figura clave del pensamiento ilustrado aplicado a la administración pública y la industria minera. Su defensa del trabajo digno, la educación obrera y la racionalización de la minería son ejemplos tempranos de una conciencia social dentro del ámbito técnico y económico.
En tiempos en que el trabajo infantil era una práctica común incluso en las potencias industriales de Europa, sus medidas en las minas de Almadén muestran un claro adelanto a su época, situándolo como un precursor de las políticas sociales modernas. Además, su oposición a Godoy y su alineación con las reformas de Jovellanos lo enmarcan en el grupo de los ilustrados que, aunque enfrentaron derrotas personales, dejaron una huella indeleble en el proceso de modernización del Estado español.
Su figura merece ser recuperada no solo por su contribución a la ciencia y la minería, sino también por su ejemplo de coherencia política, sensibilidad social y compromiso ilustrado en uno de los periodos más convulsos de la historia moderna de España.