Toulouse-Lautrec, Henri Marie Raymond (1864-1901).


Pintor francés nacido en Albi el 24 de noviembre de 1864 y fallecido en el castillo de Malromé (Gironde) el 9 de septiembre de 1901.

La personalidad artística de Toulouse-Lautrec se ha considerado siempre como la de un solitario, como un artista independiente con respecto a las tendencias artísticas de su tiempo. Y, en efecto, es cierto que la obra del pintor, comparada con la de los impresionistas discurrió por unos cauces completamente diferentes y aparentemente al margen de los principios de cualquier corriente. Sin embargo, esto no debe hacer olvidar el papel que Toulouse-Lautrec jugó en el Art Nouveau. En este sentido, su pintura debe ser entendida desde una doble vertiente: como la obra de un artista independiente de las corrientes pictóricas de su tiempo y como la producción de uno de los pocos artistas que pueden identificarse con los supuestos formales, decorativos e ideológicos del Art Nouveau. Su condición innata de dibujante le acercó mucho más a las preocupaciones por la línea y el arabesco del Art Nouveau que a las fragmentaciones cromáticas del Impresionismo.

En sus pinturas, litografías y dibujos, Toulouse-Lautrec logró una síntesis magistral de las principales experiencias artísticas de su tiempo. La valoración del color conjugado con el dinamismo de un dibujo ágil, suelto y espontáneo, y la preocupación por temas y formas de representación nuevos e independientes de los principios académicos hacen de Toulouse-Lautrec uno de pintores pioneros de la modernidad.

En relación con otros pintores de su tiempo la vida de Henri Toulouse-Lautrec tiene mucho de excepcional, con avatares que determinaron de forma decisiva muchos de los planteamientos de su pintura. El 24 de noviembre de 1864 nació en el palacio familiar de Albi. en el seno de una familia noble. Dos accidentes, en Albi en 1878 y en Baréges al año siguiente, le lesionaron las piernas para siempre impidiendo su normal crecimiento. Esta tara física marcó profundamente el carácter del pintor que se refleja en la amargura de algunos de sus temas.

Su formación como pintor se inició en 1882 en el estudio de René Princetau, amigo de su padre, que supo orientar y aconsejar al joven artista. Ese mismo año entró en el estudio de León Bonnat, y pasó, en 1883, cuando éste lo cerró, al de Fernando Cormon. Al año siguiente abría su propio taller. Algunas obras de sus primeros años, como Artilleros a caballo (Albi, Museo Toulouse-Lautrec), realizada en 1878, o Amazona y Palafernero (1880), conservado en el mismo museo, muestran, dentro de una concepción naturalista, la espontaneidad y capacidad para captar la acción que se convertirán en uno de los rasgos más característicos de su pintura. Poco a poco Toulouse-Lautrec entabló conocimiento con los principales protagonistas de la pintura moderna como Degas, Van Gogh, Whistler. Y desde muy pronto fueron los impresionistas, por encima de cualquier disciplina, los que atrajeron su interés.

En 1885, instalado en Montmartre, Toulouse-Lautrec visitó asiduamente cabarets y lugares de espectáculo, como el Moulin Rouge, el Moulin de la Galette, el Mirliton y el Cabaret de Aristide, en los que dibujaba incansablemente. Toulouse-Lautrec se convirtió en uno de los cronistas de la vida nocturna del espectáculo parisino. Su capacidad de dibujante, su rapidez en la ejecución le permitieron captar la vida trepidante del París de finales del siglo. Bailarines, como Valentin le Dsossé y La Goulue, actores y cantantes, como Jane Avril, May Belfort y Yvette Guilbert, y payasos, como Chocolat, se convirtieron en personajes de la pintura moderna. De todo ello dejó testimonio en sus «instantáneas», abocetadas y expresivas escenas de cabaret: Danza en el Moulin Rouge (Filadelfia, Colección Henry P. Mc. Ilhenny), de 1890, En el «promenoir» del Moulin Rouge (Chicago Art Institute), La «Goule» entra en el Moulin Rouge con dos mujeres ( (Nueva York, Museum of Modern Art), ambas de 1892, o Cha-u-Kao en el Moulin Rouge (Winterthur, Col. Reinhart), de 1895, son las páginas de esa crónica apasionada del mundo del espectáculo y de la trepidante vida moderna de París. En el cabaret Toulouse-Lautrec encontró, por su dinamismo, por el color y la luz, y por el estímulo que le provocaba la exigencia de acometer representaciones instantáneas e improvisadas, uno de sus temas preferidos. De ahí su interés temprano, como revelan algunas obras iniciales, por los caballos, las carreras y las escenas de circo.

Jane Avril en el Moulin Rouge. Toulouse-Lautrec. Francia.

Al finalizar la década de los ochenta, Toulouse-Lautrec tenía definido su estilo personal. En la obra Amazona (Chicago, Art Institute), de 1888, presenta ya la originalidad del encuadre y la espontaneidad de la imagen característicos de su pintura. El Retrato del señor Fourcade (Sao Paulo, Museo de Arte), del año siguiente, es un buen testimonio de la renovación del sistema de composición de la imagen emprendido por Toulouse-Lautrec. El pintor abandona los principios compositivos clásicos y académicos para encuadrar los temas con la espontaneidad de una instantánea. En este sentido, puede decirse que en sus encuadres se produce la paradoja de resultar decididamente «fotográficos» antes de que la fotografía lograra realizarlos. Ahora bien, Toulouse-Lautrec los acomete con una libertad de dicción específicamente pictórica y distinta de otros usos de la fotografía más naturalistas como es el caso de Degas.

Esta forma de componer se aprecia igualmente en aquellas obras en las que Toulouse-Lautrec acomete con insistencia la representación de temas de burdel. El lecho (París, Musé d’Orsay), El diván (Sao Paulo, Museo de Arte), ambas de 1893, El sofá (Nueva York, Metropolitan Museum), de 1894, En el Salón de Rue des Moulins (Albi, Museo Toulouse-Lautrec), del mismo año que el anterior, o La Toilette (París, Musée d’Orsay) de 1896, son el testimonio expresivo de un mundo sórdido y marginal. Pero, también, a través de la representación de prostitutas, el pintor subvierte el sentido ideal y hedonista que tradicionalmente había tenido la temática académica de la modelo. Para Toulouse-Lautrec no se trataba solamente de representar una realidad oculta, sino de destruir el valor, consagrado por la tradición, de uno de los temas tópicos de la pintura.

Toulouse-Lautrec, a través de estas representaciones, rompía definitivamente con las jerarquías académicas de la pintura. Para el pintor, cualquier tema podía ser objeto de una representación artística. En este sentido, Toulouse-Lautrec fue más allá que los impresionistas, que Cézanne y que Van Gogh. A través de su pintura, Toulouse-Lautrec nos ha dejado una crónica visible de personajes y escenas de la vida parisina de finales de siglo, precisamente de aquellos que los pintores no recogían en sus cuadros como las mencionadas escenas de burdeles, cabarets y cafés, del circo, de las carreras de caballos, de bailarines y cantantes. Y también de escritores como Oscar Wilde, críticos como Félix Féneon, marchantes como Maurice Joyant y Theo Van Gogh, de sus distintas amantes y de un sinfín de personajes que conforman una iconografía nueva que entró a través de la mano maestra del pintor en la historia de la pintura.

La obra de Toulouse-Lautrec se desarrolló sobre diversos soportes y técnicas como la pintura al óleo, el dibujo con procedimientos diversos, la litografía y los carteles. Su dilatada obra le sitúa como uno de los protagonistas más activos y vitales de su tiempo integrado en el amplio espectro de lenguajes y géneros impulsados con el Modernismo. A este respecto, Toulouse-Lautrec desarrolló una importante labor como cartelista. A través del cartel, el pintor expresa, con otro medio y otro concepto, su referida atención por el mundo del espectáculo y del cabaret. En sus affiches su arte se integró de forma mucho más evidente en las soluciones formales propias del Modernismo contribuyendo a elevar el cartel a la categoría de género artístico. La asimetría de las composiciones, la estilización de las figuras, el arabesco del ornamento y el juego tipográfico de las letras, constituyen una de las definiciones más coherentes de las experiencias gráficas del Modernismo. En sus carteles, Moulin Rouge. La Goule, El Dorado. Aristide Brouant, Jane Avril. Jardín de París, May Berfort o Theatre Antoine, La Gitane de Richepin, se desarrollan auténticos paradigmas de la imagen Art Nouveau, reducidas a una expresión planimétrica animada por los ritmos ondulantes del dibujo y las asimetrías del arabesco.

Moulin Rouge, cartel de Toulouse-Lautrec.

El 1 de noviembre de 2005 el cuadro La lavandera alcanzó los 18,6 millones de euros en la galería neoyorquina Christie’s y batió el récord del pintor, que estaba en 12,1 millones por su dibujo Danseuse assie aux bas roses, vendido en 1997.

Obra

Galería multimédia

Enlaces a Internet

http://www.colorado.edu/FRIT/fren5110/5110_syllabus.html: Página de la Universidad de Colorado, en Toulouse-Lautrec.http://www2.iinet.com/art/artists/artists1.htm: 59 obras del artista.

Bibliografía

  • BOZAL, V.: «Toulouse-Lautrec: Fisonomía de una época», en el Catálogo Toulouse-Lautrec. Madrid. Fundación Juan March. 1997.

  • CAPRONI, G. y SUGANA, G.M.: La obra pictórica completa de Toulouse-Lautrec. Barcelona. Madrid. Editorial Noguer. 1970.

  • Catálogo de la exposición Toulouse-Lautrec. París. Grand Palais. 1992.

  • REWALD, J. El Postimpresionismo. Madrid. Alianza. 1982.

Víctor NIETO ALCAIDE