Tirso de Molina (¿1571 o 1579?-1648).
Poeta y dramaturgo español, de verdadero nombre Gabriel Téllez, nacido en Madrid tal vez en 1571; no obstante, hay quien piensa, con Blanca de los Ríos, que nació en 1584; por su parte, el padre Luis Vázquez ha fijado su nacimiento en 1579; sobre su muerte, sabemos que se produjo en Almazán (Soria) en 1648. Conocido en la historia universal de la dramaturgia por el pseudónimo de Tirso de Molina, pasa por ser uno de los más afortunados continuadores del teatro áureo difundido por Lope de Vega. Su habilidad para mostrar sobre la escena la profundidad psicológica de sus personajes, especialmente de los femeninos, le singulariza entre todos los dramaturgos del Siglo de Oro.
Vida
Los primeros años de su vida arrojan pocos datos dignos de consideración. Parece que nació en el seno de una familia humilde, aunque por su apellido se ha especulado con el hecho de que fuera bastardo del duque de Osuna. Es posible que estudiara en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, situado en la madrileña calle de Toledo. En 1600 ingresó en el convento de la Merced de Madrid, situado donde actualmente se encuentra la plaza que lleva el nombre del dramaturgo; de esta su condición frailuna procede la invención de su pseudónimo, ya que, por aquellos años de fervor católico y espíritu contrarreformista, no se veía con buenos ojos que un religioso rindiese culto a Talía. Tras realizar el noviciado en Guadalajara, profesó en 1601. Pasó por varios conventos de su orden, en los que recibió, al parecer, la profunda formación humanística y teológica que luego reflejó en su teatro.
Hacia 1610 era ya un dramaturgo conocido. Entre este año y 1615 residió en Madrid y Toledo, dedicado a la lectura, la escritura y la enseñanza. En este último año fue elegido para una misión en Santo Domingo, isla en la que permaneció hasta 1618. A su vuelta, prosiguió su peregrinar por varios conventos hasta que se estableció en la Merced de Madrid. De nuevo se dedicó a la vida literaria de la corte, tanto en el teatro como en las academias, así como a la organización de la orden. Tras ser censurado por la Junta de Reformación del Conde-Duque en 1625, hubo de trasladarse a Sevilla. Poco después, fue elegido comendador del convento de Trujillo (1627-29). 1627 es también el año de la publicación de la Primera parte de sus comedias, a la que siguió, poco después, El burlador de Sevilla y convidado de piedra, obra que le ha dado gran fama y que supone la primera aparición dramática de Don Juan Tenorio. Aunque su autoría ha sido puesta en duda en alguna ocasión, el reciente trabajo del profesor Márquez Villanueva sobre los orígenes del mito de Don Juan deja pocos resquicios a la duda respecto de la autoría de Tirso y de su importancia -tantas veces minimizada por la crítica- en la configuración de un tipo que hoy es universal como es el de don Juan Tenorio. Para ello, parece haberse basado Tirso en una leyenda sevillana, desaparecida merced a la popularidad de la comedia tirsiana, que recogía la mala fama de una familia de origen noble y sanguinarias costumbres, que fue mandada aniquilar por Pedro I, aunque los motivos de tal venganza no hayan llegado a nosotros; todo esto llevó al don Juan histórico a huir a la corte papal de Aviñón, donde murió. Con todo, no responden los hechos de la comedia de Tirso a la historia de ese Tenorio, sino al deseo de adoctrinar al público sobre la necesidad de temer el juicio de Dios y de no fiarse del tiempo que falta para morir, que nunca sabemos cuándo puede ser.
En 1632 fue nombrado Cronista de la Orden, lo que le movió escribir su Historia General de la Orden de la Merced, escrita en 1639, aunque sólo publicada en 1974 gracias a los desvelos del padre Penedo. En 1634 había aparecido la Tercera parte de sus comedias, y en 1635 las partes Segunda y Cuarta, así como la miscelánea Deleitar aprovechando. En 1636, publicó la Quinta parte de sus comedias.
Pasó los últimos años de su vida en Soria. En 1648 cayó enfermo en el convento de Almazán, donde murió y recibió cristiana sepultura.
Obra
Teatro
Como autor dramático, Tirso es autor de una obra amplia, aunque desigual en el resultado. Su teatro se mueve dentro del tipo de comedia creado por Lope de Vega, defendiéndolo frente a los ataques de los preceptistas. Para Tirso, el teatro tiene una finalidad principalmente lúdica. Para ello, pondrá en juego numerosos recursos dramáticos y una temática variada que va desde la comedia urbana al drama bíblico, pasando por las comedias de santos. Su afán por entretener lo lleva a mezclar elementos profanos y sagrados en las obras de tema religioso. En este género, cabe citar autos como El colmenero divino, incluido en la miscelánea Deleitar aprovechando, y comedias como La Dama del olivar, La mujer que manda en casa (1612) -sobre Jezabel-, La mejor espigadera (1614) -sobre Ruth o Booz-, La vida y muerte de Herodes (1612-1615) -en la que el afán del autor por divertir perjudica notablemente al desarrollo de la trama-, Tanto es lo de más como lo de menos (1614), y La venganza de Tamar (1621). Estas dos últimas, consideradas como las mejores del grupo, están dedicadas, respectivamente, a las historias del Hijo Pródigo y de Amón y Tamar. Destaca también, dentro de las obras de temática religiosa, la trilogía titulada La Santa Juana. En todas ellas, y como era norma, la época ha sido actualizada, de modo que tanto la ideología como los móviles de la acción pertenecen al tiempo del autor. Asimismo, es de gran interés su drama teológico El condenado por desconfiado, en el que trata algunos aspectos que lo acercan a las preocupaciones morales del drama calderoniano. La cuestión del libre albedrío y de la salvación del alma, fundamental en la España contrarreformista del XVII, aparece tratada de modo muy diferente al de El Burlador ya comentado, a través de las figuras de una bandolero y un ermitaño (Paulo y Enrico) que, merced a su albedrío, llegan a lugares completamente opuestos a los que parecían indicar sus vidas pues, en tanto que el bandolero se salva, el ermitaño, desconfiado de la bondad divina, acabará condenándose.
También escribió numerosas comedias de carácter histórico, centradas en episodios de la historia de Castilla, Aragón y Portugal, y en hechos acaecidos en la España ultramarina. De entre todas ellas destaca La Prudencia en la mujer, dedicada a la figura de doña María de Molina, en la que se ha visto una crítica al gobierno de Olivares realizada a través de la comparación con el gobierno de la reina durante la minoría de Alfonso XI. A esta intención política tampoco sería ajeno El Burlador de Sevilla, habida cuenta de que don Juan, como hijo del privado, hace lo que se le antoja sin miedo a la justicia. De hecho, el enfrentamiento de Tirso con la política de Olivares parece haber sido frecuente, hasta el extremo de ser desterrado a Cuenca en 1640 (el peor año de Olivares, sin duda, y del reinado todo de Felipe IV). Tal actitud se ve también clara en la comedia Privar contra su gusto, de 1621, que supone no sólo una crítica a los privados, sino también a la debilidad de los monarcas. Volviendo a La Prudencia en la mujer, convine reparar en que, frente a una situación de desgobierno, es difícil urdir una crítica más agria que la presentación de una mujer prudente en un tiempo en el que la consideración del sexo femenino como inferior era parte de la forma de entender el mundo.
Sin embargo, lo más conocido del teatro de Tirso son sus comedias urbanas, llamadas también a veces de carácter o de costumbres, en las que, a partir de una trama amorosa, a ser posible múltiple, se crea una intriga que mantiene el interés del público. Es el caso de Don Gil de las calzas verdes y Marta la piadosa, entre otras muchas. Son parecidas a ellas, en lo que a la trama se refiere, algunas comedias palatinas como El vergonzoso en palacio. Otras obras destacables de Tirso son La villana de la Sagra, El amor médico, La villana de Vallecas o El castigo del pensequé. De estas comedias se ha destacado la agudeza del autor para pintar ambientes y caracteres, así como el descaro de sus protagonistas femeninas, que supera, con mucho, al de las heroínas de Lope, y que se acerca al mundo de la novela de Castillo Solórzano o María de Zayas (aunque la visión de Tirso carezca del tono moralista de los novelistas). Es especialmente destacable en este aspecto la figura de la protagonista en Marta la piadosa, que, no contenta con fingir una devoción que no siente, mete en casa al asesino de su hermano, del que se ha enamorado, para que se libre de la justicia y lo hace pasar por su profesor de latín. Algo parecido cabe decir de la atrevida doña Juana en Don Gil de las calzas verdes, quien viaja de Valladolid a Madrid vestida de hombre para hacer cumplir a su desleal amante la palabra de matrimonio que le dio.
Mucho han dado que decir estas protagonistas arrojadas y viajeras, cuando no astutas y calculadoras. Su función dramática se debía, probablemente, al deseo de presentar como verosímiles situaciones imposibles en la vida real, más que al de romper una lanza a favor de la liberación femenina. Piénsese, dejando de lado la diferencia de mentalidades entre el XVII y la actualidad, lo poco que podría importarle tal liberación a un fraile mercedario, atento a su orden y a su obra como era Tirso. En ello redunda, una vez más, la figura de doña María de Molina en La Prudencia en la mujer, dado que una reina que es capaz de hacer lo que no alcanza el rey del momento muestra por duplicado la debilidad del que, por ser hombre -y siempre, claro está, según el sentir del XVII-, debería poder más que ella.
Tirso de Molina, El burlador de Sevilla.
Misceláneas
Fue, asimismo, Tirso de Molina autor de novelas incluidas en sus dos misceláneas, Los cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635). La primera de ellas, escrita durante la época más fecunda del mercedario, recoge todo tipo de obras. La segunda, procede de los últimos años del escritor y se acoge desde el título a un sentido religioso y moral de desengaño y preparación para la otra vida. En ambas se incluyen poemas, comedias y novelas recogidas dentro de un marco narrativo, como son los carnavales toledanos en Deleitar aprovechando, que presentan a tres familias devotas que, huyendo de la bulla de la fiesta, se reúnen en una quinta en las cercanías de Madrid, la casa del regidor Juan Fernández (a cuya huerta también dedicó el autor una comedia) y la huerta del duque de Osuna, para pasar con lecturas y comedias honestas los tres días. Entre las novelas leídas, la más destacada por la crítica ha sido El Bandolero, vida de San Pedro Armengol. Su interés es tanto estilístico como formal, toda vez que su longitud marca el comienzo de la separación del término «novela» del contenido breve al modo italiano que hasta entonces -recordemos a Cervantes y sus Novelas ejemplares– había prevalecido.
G. Fernández San Emeterio.
Bibliografía
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KENNEDY, R.L. Estudios sobre Tirso. (Madrid, 1983).
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MÁRQUEZ VILLANUEVA, Francisco. Orígenes y elaboración de «El burlador de Sevilla». (Salamanca: Ediciones Universidad de Salamanca, 1996).
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RÍOS, Blanca de los. Edición de las Obras dramáticas completas (Madrid,1946-1962).
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VV.AA. Homenaje a Tirso. (Madrid: Revista Estudios, 1985).