A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PinturaBiografía

Zurbarán, Francisco de (1598-1664).

Pintor español, nacido en Fuente de Cantos (Badajoz) en 1598 y muerto en Madrid en 1664. Junto a Velázquez y Alonso Cano forma parte de la tríada de pintores más importantes del barroco sevillano del primer tercio del siglo XVII.

Hijo de Luis de Zurbarán, comerciante de origen vasco, y de Isabel Márquez, fue bautizado en la villa donde nació el 7 de noviembre de 1598. A los quince años se trasladó a Sevilla, ciudad donde comenzó su actividad artística. Por voluntad de su padre, que encomendó a un tal Pedro Delgueta la búsqueda de un maestro, Francisco se inició en el oficio de pintor. Así, desde 1614 y hasta 1617 realizó su aprendizaje en el taller del pintor sevillano Pedro Díaz de Villanueva, maestro que ha pasado a la historia simplemente por el hecho de serlo de un artista de la talla de Zurbarán.

En esta época conoció a Velázquez y realizó la primera obra de la que se tiene noticias, la Inmaculada de la colección Valdés de Bilbao, firmada de su mano y fechada en 1616, y el Cristo atado a la Columna de 1620 (colección privada alemana). Estas obras de juventud muestran fuertes rasgos italianizantes y todavía están lejos del tenebrismo y el realismo de su restante producción, aunque muestran ya una fuerte personalidad artística.

Hacia 1617 contrajo matrimonio con María Páez, diez años mayor que él, y se estableció en Llerena (Extremadura) donde permaneció hasta 1628. Del matrimonio fueron fruto María, nacida en 1618, y Juan, nacido en 1620, que se hizo pintor como el padre. De este período existen noticias documentales de distintas obras, el cuadro de la Virgen para la Puerta de Villagarcía en Llerena y las trazas para la fuente de la plaza mayor, fuente que fue destruida en la guerra civil de 1936; así como quince misterios de Rosario para la iglesia parroquial de Fuente de Cantos, obras hoy desaparecidas, y el arreglo de un paso procesional en 1622.

En 1623 nació su tercera hija, Isabel Paula, y ese mismo año, o uno después, murió su esposa. En 1625 contrajo nuevo matrimonio con Beatriz Morales, natural de Llerena y presumiblemente también mayor que el pintor. Su aprecio social es evidente ya que Beatriz pertenecía a una de las mejores familias de Llerena.

En 1626, el convento dominico de San Pablo del Real en Sevilla lo contrató para la realización de veintiún cuadros, que debían estar terminados en el plazo de ocho meses. A partir de este momento inició su carrera como pintor de la vida monástica española. A ellos pertenece La Crucifixión, cuadro muy admirado por sus contemporáneos. Entre 1628 y 1629 realizó el ciclo de pinturas para el colegio franciscano de San Buenaventura, al que pertenecen obras como San Buenaventura y santo Tomás de Aquino ante el crucifijo, Un ángel da a San Buenaventura la inspiración para la elección de un nuevo Papa, San Buenaventura en el concilio de Lyon y Exposición del cuerpo de San Buenaventura. En ellos el arte de Zurbarán aparece perfectamente definido: destaca la fuerza realista propia de los mejores pintores españoles de la época, el sentido de la ordenación en la composición y de la monumentalidad; y utiliza el fondo oscuro, tan propio de toda su pintura, elemento que subraya la volumetría de las figuras y su rotunda presencia.

La crucifixión (Óleo sobre lienzo, 1627). Instituto de Arte de Chicago (Illinois, Estados Unidos)

En agosto de 1628 contrató el ciclo de pinturas del convento de la Merced Calzada de Sevilla, y realizó veintidós cuadros sobre la vida de San Pedro Nolasco, de los que destacan: Aparición de San Pedro Crucificado a San Pedro Nolasco y La visión de San Pedro Nolasco (conservados en el Museo de la Academia de San Fernando de Madrid). En estas obras, Zurbarán, convertido en un pintor de la vida monacal, manifiesta un estilo tenebrista y sobrio, de figuras estáticas y monumentales, así como una gran simplicidad compositiva.

En 1626 se estableció en Sevilla por invitación del Consejo Municipal de la ciudad. Debido a la gran celebridad que le dieron las obras de San Pablo y a su alta reputación como pintor, no tuvo que realizar el tradicional examen de la Corporación de Pintores de la ciudad. Tal excepción provocó las quejas de los artistas sevillanos, entre ellos las del propio Alonso Cano, que fueron desatendidas por el Consejo Municipal .

El propio Consejo Municipal le encargó varias obras, como la Inmaculada Concepción de la sala del Ayuntamiento, presumiblemente el lienzo que hoy se conserva en el colegio del Carmen de Jadraque (Guadalajara). Entre 1630 y 1633 se desarrolló la etapa más fecunda de su obra. Pintó tanto naturalezas muertas como obras religiosas. De este momento son obras, como: Bodegón con naranjas (1633), Bodegón de membrillos, Agnus Dei, La visión del Beato Alonso Rodríguez (1630), La apoteosis de Santo Tomás de Aquino (1631) encargado por los dominicos, Santa Margarita y el cuadro de Isabel de Portugal.

En 1634 fue llamado a Madrid, sin duda favorecido por Velázquez, su amigo de juventud. Allí participó en la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, para el que realizó la Defensa de Cádiz contra los ingleses, la Expulsión de los holandeses de la isla de San Martín, obra perdida, y diez lienzos sobre pasajes de la vida de Hércules. Esta estancia en Madrid tuvo una importante repercusión en su estilo: siguiendo el ejemplo de Velázquez, renunció al tenebrismo y se adentró en un clasicismo, influido por la pintura veneciana, en la línea de los pintores Vicente Carducho, Juan Bautista Mayno y Eugenio Cajés. En 1636 se le concedió el titulo de pintor del rey.

Zurbarán: Defensa de Cádiz contra los ingleses. Museo del Prado. Madrid.

De vuelta a Sevilla, trabajó en el retablo de la capilla de San Pedro de la catedral sevillana y en el convento de la Merced Descalza (1636), para el que realizó obras como San Antonio Abad y San Lorenzo, donde se hace patente la transformación de su estilo. De esta época son también el retablo de la iglesia de Nuestra Señora de Llerena, o las pinturas para la iglesia parroquial de Marchena. Entre 1638 y 1639 pintó varias obras para la cartuja de la Defensión de Jerez de la Frontera, así como el magnífico conjunto del monasterio de San Jerónimo de Guadalupe (Extremadura); este ciclo pictórico es considerado su obra maestra, y es el único que se conserva integró en su lugar de origen. Se trata de once lienzos entre los que destacan La Misa del padre Cabañuelas y la Visión del padre Salmerón.

En 1639 se quedó viudo por segunda vez, y en 1644 se casó con Leonor de Tordena. De este matrimonio serán fruto Micaela Francisca, nacida en 1645, y José Antonio, nacido un año después. En los años siguientes nacerían Juan, Micaela, Marcos, Eusebio y Agustina Florencia. Son los años en los que realizó el retablo de la capilla de Nuestra Señora de los Remedios de la colegiata de Santa María de Zafra, o varias obras para la cartuja de Cuevas de Sevilla (San Bruno y el papa Urbano II, San Hugo en el refectorio de los cartujos, Virgen de los cartujos). Destaca también la Anunciación, pintada para el conde de Peñaranda; en estas obras muestra un estilo en el que el uso del difuminado intenta atenuar la rigidez de las formas. En su Inmaculada Concepción niña (1656) se detecta además una clara influencia de Guido Reni.

Después de 1645, la llegada a Sevilla de artistas como Murillo hizo que su estima decayera. Como consecuencia, dejó de recibir muchos encargos, lo que le obligó a realizar una producción de pinturas de mediocre calidad para ser exportadas a América. Su situación económica y profesional se deterioró y esto hizo que en 1658 se trasladara a Madrid en busca de mejores trabajos. Aunque su arte no pudo adaptarse nunca al gusto impuesto por el pleno barroco, realizó trabajos hasta el final de sus días. Murió en Madrid en 1664, en una absoluta pobreza.

La obra de Zurbarán es un caso especial dentro de la pintura barroca hispana. Se apartó significativamente de la realizada por sus contemporáneos y desarrolló un estilo personal, caracterizado por la simplicidad compositiva, carente de la artificiosidad del barroco. Dedicado fundamentalmente a una clientela religiosa, Zurbarán realizó un gran número de obras que reflejaban la vida monástica producto de la Contrarreforma. Creó atmósferas sencillas, con composiciones en planos horizontales, un sentido íntimo de la luz, y una reducción a esquemas geométricos de cierta rigidez. Junto al abrumador número de obras de asunto religioso, hay que destacar el cultivo de las figuras femeninas, sobre todo, en forma de Inmaculadas. Zurbarán, fijó un tipo de iconografía, junto a Pacheco y Murillo, que se diferenciaría de la creada en la escuela castellana; son geniales sus bodegones, donde es posible adentrarse en su realismo, y en los que la simetría, elemento fundamental de la composición, crea un ambiente sereno y equilibrado.

A lo largo de los siglos la apreciación de la obra de Zurbarán ha sufrido diferentes consideraciones. Olvidado durante más de cien años, fue a partir de mediados del siglo XIX cuando el movimiento romántico comenzó a reinterpretar y redescubrir su pintura. Sin embargo, hasta el siglo XX no se realizó un estudio serio sobre su obra, estudio que le situaría en el lugar del que era merecedor. Los cubistas apreciaron su obra en gran medida y en la actualidad se le considera, junto a Velázquez o El Greco, una de las grandes personalidades del arte español de todos los tiempos.

Obra.

San Serapio (Óleo sobre lienzo, 1628). Wadsworth Atheneum (Hartford, Conneticut, Estados Unidos).

Funeral de San Buenaventura (Óleo sobre lienzo, 1629). Museo de Louvre (París, Francia).

San Francisco (Óleo sobre lienzo, 1640-45). Museo de Bellas Artes de Boston (Massachussets, Estados Unidos).

Bibliografía

  • ALCOLEA GIL, S.: Zurbarán. Barcelona, 1990.

  • ALIAGA, J.: Zurbarán. Alcobendas, 1995.

  • BROWN, J.: Imágenes e ideas en la pintura española del siglo XVII. Madrid, 1995.

  • GAYA NUÑO, J.A.: Zurbarán. Barcelona, 1976.

  • GUIDOL RICART, J.: Zurbarán. Barcelona, 1976.

  • GUINARD, P.: Zurbarán y los pintores españoles de la vida monástica. Madrid, 1967.

  • PEMÁN, C.: Zurbarán y otros estudios de la pintura del siglo XVII español. Madrid, 1989.

  • VALDIVIESO GONZÁLEZ, E.: Pintura sevillana del primer tercio del siglo XVII. Madrid, 1985.

E. Alegre Carvajal.

Autor

  • Esther Alegre Carvajal. modificado