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HistoriaPolíticaBiografía

Vaca de Castro, Cristóbal (1492-ca. 1562).

Magistrado español y oidor de Valladolid, nacido en 1492 en Izagre, en el señorío de su padre, cerca de Mayorga, y muerto hacia 1562, que fue gobernador del Perú colonial.

Vida

Hijo de Garcí Diez de Castro, fue nombrado miembro del Consejo Real, y en 1537 designado oidor de la Audiencia de Valladolid. En 1540 fue enviado a Perú por Carlos V, quien le había nombrado segundo gobernador de este país. Su viaje, penosísimo como todos en esa época, duró no menos de un año, hasta 1541.

Ya en Perú, se encontraba en Popayán, arreglando desavenencias entre conquistadores, cuando se enteró del asesinato de Pizarro, así que tomó camino de Lima, adonde llegó el 7 de agosto de 1542, para gobernar la Audiencia hasta el 15 de mayo de 1544, con la misión de pacificar las distensiones que aquejaban gravemente la nueva posesión española de los Andes. Allí procedió con severo rigor contra el bando almagrista, enfrentado con los pizarristas, rigor que fue indicio de la situación de violencia y guerra permanente del primer proceso colonial del Perú. Ahorcó cuarenta comprometidos en el bando de los Almagro, entre los que se incluía a Almagro “el Mozo”, que había asesinado a Francisco Pizarro en Cuzco. Comandó las huestes aún leales a la corona (luego los Pizarro se sublevarían) contra los de Almagro, y derrotó a su bando en la batalla de Chupas, cerca de Ayacucho, el 16 de setiembre de 1542. Vaca deportó a ochenta personas y castigó con penas varias a otras cuatrocientas. Se vinculó y estuvo bajo el liderazgo de los Pizarro, aunque a la postre hubo de perjudicarlos.

Durante su gobierno se dieron las primeras ordenanzas para el tráfico en los caminos indios. El servicio de los tambos (mesones), el cuidado de las calzadas, el avío a los primeros trajinantes, se legislaron desde las necesidades del nuevo mercado de los Andes. Las ordenanzas de tambos que dio en Cuzco en 1543 fueron las primeras que se promulgaron y revelan que, en medio de las alteraciones bélicas y políticas, ya era un hecho la circulación comercial en el Perú. También se iniciaron en su gobierno las medidas de los tributos y la cantidad de indios repartidos a los encomenderos, aunque todavía no se había promulgado el conjunto de normas que arrancaría la guerra civil posterior, las llamadas leyes nuevas.

Los excesos y privilegios de la familia Pizarro y sus allegados fueron el blanco del ataque, pero también significaron el principio de una legislación protectora de los indios, que patrocinaban religiosos como los dominicos lascasianos, Tomás de San Martín y Domingo de Santo Tomás. Las ordenanzas de Castro, relativas al servicio de tambos, eran muy favorables a los trajinantes españoles, pero fueron objetadas por los encomenderos. También se dieron las primeras provisiones referidas al trabajo de las minas, estableciendo una mita que todavía tenía carácter de voluntaria y limitando la posibilidad de los encomenderos de utilizar sus indios en el trabajo de aquéllas.

Vaca de Castro no pudo continuar su obra, pues Carlos V había nombrado como primer virrey del Perú a Blasco Núñez Vela, quien trajo las leyes nuevas, que generarían el inmediato alzamiento de Gonzalo Pizarro. Castro estaba preso por el virrey en una nave en el puerto, cuando se produjo la sublevación. Tras escaparse huyó a Panamá, de donde regresó a España.

Allí fue apresado en Valladolid por orden del Consejo de Indias a la espera de los resultados de la causa que se le abrió por su actuación en la pacificación del Perú. Sólo en 1556 se le absolvió de los cargos que sobre él recayeron, por extralimitarse en su obra pacificadora, sobre todo por haber despojado a los Pizarro de su ingente fortuna, obedeciendo con exceso y en su beneficio las órdenes reales de las que fue instruido. Muchas de las posesiones de los menores Pizarro fueron incautadas por mayordomos de Vaca de Castro, que los pusieron en negocio. Los Pizarro también lo denunciaron por haber firmado y no haber cumplido una obligación de 12.000 pesos de oro como compensación de lo que había habido y cobrado de los bienes de la familia a su favor. Contradictoriamente a la legislación primigenia de control de los servicios personales, Vaca de Castro fue acusado de usarlos, de cargar indios sin pagarles, de poner estancos de productos y otras formas de imposición mercantil.

Su hijo Antonio pasó a Perú en 1558, donde estableció su familia y, tras pasar un penoso proceso legal para salir indemne de sus acusadores, pudo beneficiarse de los negocios dejados por el padre y de las compensaciones concedidas por la Corona. Antonio recibió unas encomiendas que rentaban formalmente 16.000 pesos, aunque en realidad era mucho más, pues las introdujo en el negocio de los trajines de coca y vino usando “carneros de la tierra” o llamas cargadoras junto con la mano de obra indígena que, de otra forma le hubiese sido difícil conseguir. Sus indios ocupaban territorios de grupos étnicos en Piura, al norte, en Cuzco y en Charcas.

Repuesto en sus privilegios, el licenciado Vaca de Castro ocupó algunos cargos de importancia y se retiró a sus estados, ya viejo y achacoso.

Autor

  • Luis Miguel Glave