Spaak, Paul Henri (1899-1972).
Abogado y político belga. Nació en Schaerbeek (1899) y murió en la ciudad de Bruselas (1972). Realizó los estudios de Derecho y, tras su licenciatura, trabajó como abogado laborista desde 1921. Afiliado desde muy joven al partido socialista belga, fue elegido diputado en 1932. Apenas tres años después, fue nombrado ministro de Transportes. En 1938 ocupó la jefatura del gobierno, convirtiéndose así en el primer socialista que alcanzaba este cargo en Bélgica. Durante la Segunda Guerra Mundial, con motivo de la ocupación alemana del país, el gobierno en el exilio se estableció en Londres. En dicho gabinete ostentó el cargo de ministro de Asuntos Exteriores.
Al finalizar el conflicto regresó a Bélgica, donde fue nombrado viceprimer ministro, cargo en el que se mantuvo durante 1945 y 1946. En este último año fue elegido primer presidente de la Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Hasta 1949 actuó como jefe de gobierno en dos ocasiones más. Durante toda esta etapa, negoció con Holanda y Luxemburgo la creación de la unión económica del Benelux, apoyó el ingreso de su país en la OTAN y la integración europea a través de la OECE. En 1950 fue elegido presidente de la OECE y del Consejo de Europa, así como, dos años después, de la Asamblea parlamentaria de la CECA. Nuevamente fue ministro de Asuntos Exteriores entre 1954 y 1957, época en la que dirigió la comisión de expertos que estudió la unificación económica de Europa y firmó el Tratado de Roma, carta fundacional de dos nuevas comunidades europeas: la CEE (Comunidad Económica Europea) y el EURATOM (Comunidad Europea de la Energía Atómica).
Partidario de una estrecha colaboración con Estados Unidos, Spaak fue secretario general de la OTAN desde 1957 hasta 1961, período en el que nuevamente fue nombrado viceprimer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Bélgica (desde 1962 hasta 1966). A partir de ese momento, abandonó toda actividad política para dedicarse por entero al mundo de los negocios. No obstante, en 1969 publicó su obra Combates inacabados, en la que reflejó el camino recorrido hasta ese momento en pos de la Unión Europea, analizando igualmente todos los aspectos que quedaban pendientes y las dificultades que sin duda se presentarían. Sus reflexiones fueron de gran importancia, por cuanto resultaban tan lúcidas y visionarias como críticas. De igual interés fueron sus Memorias, publicadas posteriormente. En el año 1957, como reconocimiento a su labor de impulsor en favor de la creación de la Unión Europea, recibió el prestigioso premio Carlomagno. No en vano, la historiografía le ha reconocido como uno de los llamados Padres de Europa, junto a personajes de la talla de Aristide Briand, Richard N. Coudenhove-Kalergi, Gustav Stressemann o contemporáneos suyos como Jean Monnet, Robert Schuman o Konrad Adenauer.
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