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LiteraturaBiografía

Ridruejo, Dionisio (1912-1975).

Poeta y ensayista español, nacido en Burgo de Osma (Soria) en 1912 y fallecido en Madrid en 1975. Autor de una extensa y fecunda producción lírica que evolucionó desde la exaltación de las formas y los contenidos tradicionales hasta la introspección intimista y el desengaño de sus últimos poemas, trazó también con su peripecia vital una personalísima acción política que, desde su firme compromiso inicial con la Falange Española y el bando bélico de los nacionales, acabó mostrando una abierta oposición hacia el régimen franquista. Considerado como uno de los mayores exponentes de la denominada poesía "garcilasista", fue miembro fundador de la revista Escorial y uno de los componentes tardíos de la Generación del 36.

Vida

Sus vivas inquietudes políticas, manifiestas en el poeta desde su temprana juventud, le condujeron hasta la formación política Falange Española, agrupación que, fundada en 1933 por José Antonio Primo de Rivera, se fusionó un año después con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (JONS). El protagonismo de Dionisio Ridruejo dentro de este partido político quedó bien patente desde sus comienzos, cuando el joven poeta soriano se reunió en el café madrileño "La ballena alegre" para componer, en colaboración con Agustín de Foxá, Jacinto Miquelarena, Felipe Ximénez de Sandoval y el propio José Antonio Primo de Rivera, la letra del célebre himno falangista, bautizado con sus primeras palabras (¡Cara al sol!).

Este sincero compromiso con las fuerzas reaccionarias que apoyaron la sublevación militar en 1936 llevó a Dionisio Ridruejo a desempeñar relevantes funciones políticas en el transcurso de la Guerra Civil, entre las que destacan su nombramiento como Director General de Propaganda del bando franquista. Al tiempo que ejercía estas labores específicamente políticas, Ridruejo, en su condición de escritor, redactó varios ensayos teóricos y compuso numerosos poemas (algunos de ellos sin firma, como es habitual en esta literatura de propaganda bélica) cuyo único objetivo era la exaltación maniquea de sus ideales y la defensa a ultranza de la causa por la que luchaba el bando nacional.

Al término de la contienda fratricida, consagrado como uno de los escritores "oficiales" del régimen franquista, el poeta soriano se convirtió en una de las figuras cimeras del grupo de poetas denominados garcilacistas (y, por mal nombre, "soneteros"), debido a sus pretensiones de restaurar la grandeza de los tiempos del emperador Carlos V y a su tenaz imitación -en muchas ocasiones, tan fría como superficial- de los argumentos poéticos y los moldes estróficos presentes en la obra renacentista del genial vate toledano. Aunque estos poetas (entre los que se contaban José García Nieto, José María Valverde, Rafael Laffón, Pedro de Lorenzo, Jesús Juan Garcés y Jesús Revuelta) tenían su propia agrupación literaria ("Juventud Creadora") y su particular órgano de expresión (la revista Garcilaso), lo cierto es que Dionisio Ridruejo ni perteneció a dicho grupo ni frecuentó las mencionadas páginas (en las que tampoco hallaron acogida otros autores de la Generación del 36, de la que el poeta soriano puede considerarse epígono); su fugaz adscripción al garcilasismo se debió, principalmente, a la forma y los contenidos de su poemario titulado Primer libro de amor (1939), publicado nada más acabar la guerra y confeccionado con los mismos planteamientos estéticos e ideológicos que, poco tiempo después, abrazaron los componentes de "Juventud Creadora".

En cambio, Dionisio Ridruejo sí desempeñó un papel fundamental en la fundación de la revista Escorial, publicación dependiente de Falange Española y concebida como un proyecto político-intelectual encaminado a reconstruir la cultura española dentro de lo que por aquellos años se denominó "el nuevo orden europeo". Fundada y dirigida por Pedro Laín Entralgo y el propio poeta de Burgo de Osma, en ella tuvieron cabida también, como miembros del primer consejo editorial, los poetas Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco, y los críticos Juan Ramón Masoliver y Antonio Tovar. Como era de esperar, las pretensiones europeizantes de los primeros animadores de Escorial no se avenían demasiado bien con el ideario del resto de las publicaciones promovidas por Falange Española, por lo que pronto surgieron crudas desavenencias entre los responsable políticos de la revista y el grupo de los recién citados redactores iniciales (que, en su afán aperturista, pretendían incluso dar cabida en sus páginas a los autores españoles exiliados que habían permanecido neutrales durante la guerra). En medio de estas tensiones políticas dentro de su propio entorno de afinidad ideológica (que no eran las primeras vividas por Ridruejo, ya que, junto con José María de Cossío y Rafael Sánchez Mazas, había levantado su voz hasta lograr la conmutación de la pena de muerte a que había sido condenado el gran poeta oriolano Miguel Hernández), el escritor falangista se alistó, en 1941, en la División Azul, una unidad militar de voluntarios españoles que, encuadrada en el XVIII ejército alemán comandado por el general Lindemann, se enfrentó contra las tropas rusas entre 1941 y 1944, durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial. Huía, así, el poeta -o pretendía huir- del ambiente poco favorable que, contra su persona y su obra, se estaba generando en los medios políticos y culturales del régimen dictatorial. Fruto de esta peligrosa aventura (en la que también tomaron parte algunos jóvenes que luego se convertirían en destacadas figuras del panorama artístico e intelectual español de la segunda mitad del siglo XX, como el novelista Luis Romero y los cineastas Luis García Berlanga y Pedro Lazaga), fueron algunos de los más afortunados escritos en verso y en prosa de Dionisio Ridruejo: "España toda aquí, lejana y mía, / habitando, soñada y verdadera, / la duda y fe del alma pasajera, / alba toda y también toda agonía. // Hermosa, sí, bajo la luz sin día / que me la entrega al mar sola y entera: / campo de la serena primavera / que recata su flor dulce y tardía. // España grave, quieta en la esperanza, / hecha del tiempo y de mi tiempo, España, / tierra fiel de mi vida y de mi muerte. // Esta sangre eres tú y esta pujanza / de amor que se impacienta y acompaña / la fe y la duda de volver a verte" (de Cuadernos de Rusia, 1944).

De nuevo en España, el poeta soriano rompió definitivamente con Falange y con el régimen franquista para ir aislándose de forma progresiva en un reducido círculo de amistades literarias que, por afinidad estética con Ridruejo, compensaron su voluntario ostracismo político. Colaboró, durante la década de los años cuarenta, en la revistas Entregas de poesía (1944-1947) fundada en Barcelona por su antiguo compañero en la andadura de Escorial Juan Ramón Masoliver, y por Fernando Gutiérrez y Diego Navarro. En esta relevante publicación, lanzada con la intención de englobar todas las tendencias poéticas florecidas en España durante la posguerra, tuvieron ocasión de publicar sus escritos algunos de los ya citados poetas garcilasistas (como José García Nieto), junto con otros autores de la talla de Joaquín de Entrambasaguas, Victoriano Crémer, Leopoldo de Luis, Vicente Aleixandre, Carmen Conde, César González Ruano y Juan Eduardo Cirlot.

En su confinamiento interior, Dionisio Ridruejo fue elaborando una poesía que, sin renunciar a sus queridos moldes clásicos, se tornaba cada vez más depurada e intimista. Colaboró también por aquellos años finales de los cuarenta, merced a las buenas amistades que conservaba entre sus viejos camaradas de andadura política y literaria, con la revista Estilo, una publicación lanzada por el SEU de Barcelona con el objetivo de suplir la ausencia de páginas literarias en el diario falangista Arriba.

A comienzos de los años cincuenta, Joaquín Ruiz-Giménez, titular de la cartera de Educación Nacional del gobierno franquista, requirió los servicios de varias personalidades independientes dentro del falangismo (como Ridruejo, Laín Entralgo o Tovar) para poner en marcha una reforma substancial de los planes de estudio de la Enseñanza Media y Universitaria. El poeta soriano creyó hallar en este llamamiento oficial la ocasión propicia para salir de su ostracismo e incorporarse de nuevo a la actividad política, pero la actuación de los dirigentes más reaccionarios de Falange Española (que, despojada ya de casi todo el legado joseantoniano, se había convertido en uno de los sectores políticos más radicales dentro del conservadurismo general del régimen) provocó una nueva caída en desgracia de Dionisio Ridruejo.

En efecto, los intentos del ministro Ruiz-Giménez en favor de una apertura cultural en la Universidad que permitiera la incorporación a la docencia de figuras no comprometidas con el régimen franquista provocaron la violenta reacción de los falangistas, que no estaban dispuestos a perder la posición hegemónica del SEU dentro de la Universidad. Así, cuando en 1956 las organizaciones de alumnos ajenas al SEU convocaron un congreso estudiantil, los falangistas más radicales se encontraron, en violentos enfrentamientos callejeros, con los universitarios opositores al régimen, lo que acabó provocando graves incidentes que culminaron, el día 9 de febrero de 1956, con una encarnizada refriega en la que resultó herido de bala un estudiante falangista. Inmediatamente, el gobierno franquista decretó el estado de excepción, la clausura de las universidades y la detención de Dionisio Ridruejo junto con algunos estudiantes que luego habrían de desempeñar un papel relevante en la política española, como Ramón Tamames, Enrique Múgica y Javier Pradera. Joaquín Ruiz-Giménez -como principal valedor del aperturismo- y Raimundo Fernández Cuesta -en su calidad de responsable de Falange- fueron fulminantemente destituidos de sus respectivos cargos, y Dionisio Ridruejo cayó de nuevo en un aislamiento político y cultural que, poco a poco, le haría evolucionar hacia posiciones ideológicas liberales abiertamente opuestas al régimen franquista.

Tras un período de confinamiento en Ronda (Málaga), el poeta de Burgo de Osma tomó parte, en 1962, en las Conversaciones de Múnich, un encuentro de todas las fuerzas de oposición al franquismo que, tanto en la clandestinidad española como fuera de las fronteras de la Península Ibérica, luchaban contra el régimen dictatorial en pro del restablecimiento de la democracia en España. Citadas en Alemania, esta fuerzas progresistas pretendían acordar una línea de acción conjunta que favoreciera el logro de sus objetivos políticos, pretensión que, una vez conocida por las autoridades del régimen, desató en España una cruda campaña represiva que condujo a Dionisio Ridruejo al exilio.

Durante dos años, el poeta vivió en París prácticamente aislado de sus compañeros de andadura literaria, aunque tuvo ocasión de establecer contactos con algunas figuras políticas que, al cabo de más de diez años, habrían de protagonizar la transición desde la dictadura hasta la democracia. A partir de 1964, ya admitido de nuevo en España, Dionisio Ridruejo se enfrascó en la redacción de sus memorias y de sus últimos legados poéticos y ensayísticos, lo que no le impidió volver a la primera plana de la actualidad política en 1974, cuando fundó una asociación que, bajo el nombre de Unión Social Demócrata Española, se presentó en el nuevo panorama de la vida pública española como un partido de marcado sesgo liberal. Por desgracia, la irrupción de las emergentes formaciones políticas que surgieron en España en 1975, en fatal coincidencia con el fallecimiento del poeta (acaecido en junio de 1975, cinco meses antes de la muerte del dictador), provocó que su entusiasta formación quedara inmediatamente diluida entre las nuevas opciones democráticas.

Dionisio Ridruejo. El Burgo de Osma. (Sonetos a la piedra).

El literato e investigador Jordi Gracia presentó en mayo de 2005 el libro Materiales para una biografía, una recopilación de textos autobiográficos de Ridruejo en el que se incluyen cartas, artículos, ensayos y textos inéditos.

Obra

Poesía

Aunque la evolución de la lírica de Dionisio Ridruejo hacia ese tono intimista que habría de caracterizar el conjunto de su poesía se fue intensificando en sus últimos poemarios, ya en su primera entrega poética, presentada bajo el título de Plural (1935), el escritor de Burgo de Osma hizo gala de una honrada indagación interior que ponía de relieve, en aquellos compases iniciales de su andadura literaria, el poderoso influjo de la obra poética de Antonio Machado. La impecable factura de las formas clásicas empleadas ya en esta opera prima mostraron también la propensión de Ridruejo hacia el cultivo de unos moldes métricos tradicionales que, entre sus temas predilectos, habrían de arropar -en el conjunto de su producción poética- el sentimiento amoroso, la descripción de los sobrios paisajes castellanos, la reflexión sobre el arte y la literatura, la emoción del sentimiento religioso y la vehemente la exaltación patriótica.

Tras la publicación de dos poemarios testimoniales -uno de su propia peripecia amorosa (Primer libro de amor, de 1939), y otro del sangriento conflicto bélico que acaba de sacudir el país (Poesía en armas, 1939)-, Ridruejo volvió a exhibir su maestría en le tratamiento de la métrica clásica por medio de Sonetos a la piedra (1943) y Fábula de la doncella y el río (1943). A mediados de los años cuarenta vio la luz su impresionante testimonio lírico de la enloquecida aventura militar protagonizada por la División Azul, publicado bajo el título de Cuaderno de Rusia (1944), al tiempo que salía a la calle otra entrega poética que, titulada En la soledad de tiempo (1944), daba paso de nuevo al tono romántico e intimista -ciertamente machadiano- de sus primeras composiciones: "Ya solo en mi corazón / desiertamente he quedado; / el alma es como una nieve / extendida sobre el campo, / la tierra desaparece, / el ciego niega el espacio, / las cosas que me rodean / rechazan la luz del hábito. / ¿De qué me sirven los ojos? / ¿De qué el aroma sin rastro? / ¿De qué la voz sin el nombre / que se despoja del labio? / El tiempo de mi esperanza / es como el tiempo pasado. / Ya solo en mi corazón / desiertamente he quedado".

A finales de aquella década de los años cuarenta, Dionisio Ridruejo dio a la imprenta otro volumen de versos que, ya desde su significativo título de Elegías (1948), anunciaba la vuelta de la mirada del poeta hacia un hondo abismo interior poblado de tristeza y desengaño. Dos años después vio la luz la primera muestra antológica de su obra poética, publicada bajo el título de En once años (1950), a la que siguió, más de un decenio después, una segunda selección que, titulada Hasta la fecha (1961), excluía por razones obvias cualquier poema que pudiera ser relacionado con los episodios políticos que había protagonizado el escritor soriano.

A su vuelta del exilio en Francia, Ridruejo continuó publicando espléndidas muestras de su poesía de madurez, plasmadas en volúmenes tan deslumbrantes como los titulados Cuaderno catalán (1965), 122 poemas (1967), Casi en prosa (1972) y En breve (1975).

Prosa

En su faceta de prosista, el escritor de Burgo de Osma se mostró como el intelectual íntegro y coherente que asomaba detrás de sus versos. Protagonista indiscutible de una de las etapas más agitadas de la historia española contemporánea, describió con precisión, objetividad y honradez la turbulenta época que le tocó vivir, como quedó patente en sus valiosos ensayos titulados Escrito en España (1962), Cataluña (1968), Cuaderno de Roma (1968) y Entre literatura y política (1973). Con carácter póstumo fueron publicados su interesantísimo legado autobiográfico Casi unas memorias (1976), galardonado con el premio "Espejo de España", y su libro de recuerdos y evocaciones Sombras y bultos (1977).

Autor

  • J. R. Fernández de Cano.