A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaLiteraturaBiografía

Quintana Roo, Andrés (1787-1851).

Jurisconsulto, periodista y poeta mexicano nacido el 30 de noviembre de 1787 en Mérida (Yucatán) y muerto en la ciudad de México el 15 de abril de 1851.

Fue hijo de José María Quintana, conocido político e intelectual perseguido por sus escritos, y de María Ana Roo, miembros ambos de familias criollas distinguidas. Su padre, en colaboración con José María Cos, había establecido la primera imprenta de Yucatán en la que se editaban periódicos favorables a la Constitución de Cádiz. Andrés realizó sus primeros estudios en el seminario Conciliar de San Ildefonso, en su ciudad natal, donde fue condiscípulo de Lorenzo Zavala, con quien compartía el interés por la filosofía cartesiana. Carente de vocación para el sacerdocio, como consecuencia de las enseñanzas del filósofo Moreno Triay, se trasladó en 1808 a la ciudad de México, donde cursó el bachillerato de Artes y Cánones y obtuvo la licenciatura de abogado un año después en la Real y Pontificia Universidad de la Nueva España. Para hacer las prácticas, se empleó como pasante en el bufete del doctor Agustín Pomposo Fernández, en cuyo despacho conoció a Leona Vicario, sobrina del abogado, de la que se enamoró y a la que se prometió en matrimonio.

Su padre José María, Alcalde constitucional de Mérida en 1810, perseguido y acusado de actividades subversivas, fue aprehendido y encerrado en las mazmorras del Fuerte de San Juan de Ulúa, por lo que Andrés, prevenido y asustado, acudió a la llamada de la insurgencia, iniciada en Dolores por el cura Hidalgo. Antes de abandonar la capital, pretendió desposarse con Leona, pero se encontró con la rotunda negativa de Pomposo, enemigo de los insurgentes. Ante tal situación, escapó de la ciudad de México acompañado por un hijo del abogado, mientras Leona, también inclinada a favor de los rebeldes, colaboraba en la causa en la que militaba su futuro esposo.

Quintana Roo, desprovisto de dotes militares, decidió poner su pericia de abogado y escritor al servicio del licenciado Ignacio López Rayón, que se había incorporado en 1810 a la insurgencia como secretario del cura Hidalgo, tomando parte en numerosas acciones y siguiendo a sus líderes en retirada hasta las provincias del norte. Designado en Saltillo jefe militar de la insurgencia, Rayón regresó a Michoacán y estableció la Junta de Zitácuaro, en Tlalpujahua, en agosto de 1811. El "Supremo Congreso Nacional Gubernativo de la América Septentrional", que presidía, contó con la colaboración de José María Liceaga, el licenciado José Sixto Verduzco, Andrés Quintana Roo, José María Cos y de algunos intelectuales más, que respondieron a su llamamiento.

Conocedor de la imprenta y del trabajo editorial gracias a las enseñanzas recibidas en su casa, Quintana Roo se prodigó en colaborar con José María Cos y otros insurgentes, al editar una de las publicaciones periódicas que aparecieron en el entorno de la Junta de Zitácuaro. El Ilustrador Americano, nueva versión mejorada y ampliada de un intento anterior, que llevó el subtítulo de nacional, contaba con el apoyo de los miembros de la sociedad "Los Guadalupes", que desde la capital enviaban a Guadalajara los tipos y las letras de molde necesarios para su confección. Se dice que en uno de estos envíos llegó a participar Leona Vicario. Entre mayo de 1812 y abril de 1813 se editaron 38 números ordinarios y algunos extraordinarios. El Ilustrador se convirtió en un medio de comunicación apasionado y combativo, en el que se recogían los partes y hechos militares y en el que Quintana Roo publicó numerosos trabajos.

Simultáneamente, a partir de julio de 1812, apareció en Sultepec otro periódico titulado Semanario Patriótico Americano que, a diferencia del anterior, tenía una finalidad ideológica y proselitista, cuyo objeto era, en palabras del propio Quintana Roo, "generalizar los principios de la sana política y las máximas primitivas del derecho de las naciones en que está fundada la equidad de nuestras pretensiones". Al explicar su periodicidad y otros asuntos, el editor añadió: "Se dará un número cada domingo y su precio será regulado por la extensión de los discursos". Como curiosidad de interés conviene añadir que reprodujo las "Cartas de un americano al Español", escritas por fray Servando Teresa de Mier en Londres en 1811, poco años antes de que Mier decidiera incorporarse a la expedición de Javier Mina.

En Zitácuaro, impulsados por Rayón, se llevaron a cabo los trabajos preparatorios de un congreso o junta por la libertad y el buen gobierno, con representantes de todas las provincias, encargado de "tutelar los derechos de nuestro reconocido monarca don Fenando VII". Precisamente la aceptación de la figura del rey dividió y enfrentó a los insurgentes, principalmente a Rayón tanto con Morelos como con José María Liceaga y con Verduzco, lo que retrasó la organización de un poder insurgente.

Uno de los actos significativos más importante de Rayón en Zitácuaro fue enviar en 1813 a Antonio Peredo a los Estados Unidos con una carta suya, dirigida al Congreso americano, para "exponerle el estado de nuestra gloriosa empresa", así como expresar "los sinceros deseos de abrir nuestras relaciones". Peredo, interceptado por los realistas, no pudo llevar a cabo esta misión, por la que Rayón se anticipaba a las intervenciones exteriores en la independencia mexicana, entre las que la expedición de Javier Mina fue la más notable.

Convocados los líderes insurgentes por Morelos a un Congreso de unidad en Chilpancingo, iniciaron sus trabajos en septiembre de 1813. Andrés Quintana Roo, diputado por Puebla y más tarde por Yucatán, formó parte de la Comisión que redactó el acta de la sesión del 15 de septiembre, en la que se eligió a Morelos generalísimo de los ejércitos y encargado del poder ejecutivo. Presidió Verduzco junto con tres vocales, uno de ellos Quintana Roo, vicepresidente del Congreso. El 6 de noviembre de 1813, en calidad de presidente, por ausencia de José María Murguía, redactó y encabezó la lista de firmantes del "Manifiesto a la Nación", también llamado "Acta de Independencia", en el que se proclamaba solemnemente su liberación de la corona de España.

Obligados a salir de Chilpancingo por la presión de las tropas realistas, los miembros del Congreso iniciaron un largo recorrido, que los llevó de Coyuca y Uruapan hasta Huétamo, Tenango del Río y Tehuacán, mientras los encargados de redactar la constitución, Quintana Roo, Carlos María de Bustamante y José Manuel Herrera, proseguían sus discusiones y trabajos. Finalmente, el 22 de octubre de 1814, en la ciudad de Apatzingán, se presentó públicamente el "Decreto Constitucional para la libertad de la América mexicana", auténtica carta fundamental, conocida con el nombre de "Constitución de Apatzingán".

Quintana Roo, que había presidido las sesiones del Congreso, siguió posteriormente su difícil y complicada trayectoria. Perseguido por los realistas y, a punto de dar a luz Leona a su primera hija, se vio obligado a abandonarla junto a Achipixtla, por lo que redactó una carta dirigida al virrey, ofreciendo su rendición si se respetaba su persona y se les concedía el indulto. Apodaca, tras un complicado y cambiante proceso de intenciones, accedió a esta petición, pero les obligó a que residieran en Toluca hasta el año de 1820, cuando se reconoció en México la vigencia de la Constitución de Cádiz.

Establecido el régimen independiente, fue elegido diputado al Congreso constituyente por Yucatán en 1822 y Agustín de Iturbide lo nombró Subsecretario de Relaciones Exteriores e Interiores, siendo ministro José Manuel de Herrera, cargo que Quintana desempeñó del 11 de agosto de 1822 al 22 de febrero de 1823. Al mostrar su desacuerdo con los procedimientos empleados por Iturbide, escribió una carta en la que decía: "Entiendo que la nación se inclina por la monarquía moderada, pero es el Congreso el que debe conservar intacta la facultad de declararla…", siendo perseguido y procesado. En el Congreso, fue el primer diputado en proclamar la necesidad de que se estableciera la libertad de culto, duramente atacada por el sacerdote Francisco Arganda, representante de Michoacán. Luchó por la implantación de la República y apoyó a su primer presidente Guadalupe Victoria.

En abril de 1826 fundó el Instituto de Ciencias, Literatura y Artes, del que fue vicepresidente, bajo la presidencia de Lucas Alamán. En el acto inaugural pronunció un emotivo discurso en el que propugnaba el desarrollo científico y literario del país. Años más tarde, en 1836, presidió la Academia de las Letras, fundada por Guillermo Prieto y los hermanos Lacunza.

En 1827, en la difícil controversia sobre la expulsión de los españoles se opuso, con Zavala y otros destacados liberales, a que se aceptara una decisión indiscriminatoria. Diputado por el Estado de México y presidente de la comisión de Relaciones Exteriores, participó en los dictámenes sobre el "Tratado de límites con los Estados Unidos", oponiéndose a las exigencias del embajador Poinsett. Más tarde, apoyó la candidatura de Gómez Pedraza y el plan de Jalapa, que proclamaba el restablecimiento de la Constitución y de las Leyes.

En el centro de las luchas políticas de la década siguiente, a través del periódico El Federalista Mexicano, que empezó a publicar en 1831, contribuyó a la defensa de las posiciones de Vicente Guerrero, denunciando su destitución y asesinato y enfrentándose al gobierno usurpador, presidido por Anastasio Bustamante. Unos meses antes, en diciembre de 1830, había proclamado en el Congreso: "La más descarada tiranía, usurpando el sacrosanto nombre de las leyes, ensangrienta diariamente los patíbulos y el espionaje acecha hasta nuestros suspiros…".

En El Federalista Mexicano Quintana Roo llevaba a cabo una continua defensa de los principios democráticos, liberales y federalistas, resistiendo el ataque de los periódicos publicados con el apoyo del gobierno. Por sus campañas de prensa de esta época, se le ha reconocido como uno de los baluartes más firmes en la orientación de la opinión pública del país, en colaboración con Manuel Crescencio Rejón y Vicente Rocafuerte.

Posteriormente editó El Correo de la Federación, en el que siguió manteniendo la posición descentralizadora y federalista del partido liberal, demostrando un criterio de firme rectitud e independencia y una acrisolada honradez. En sus colaboraciones en El Fénix de la Libertad, junto con Rocafuerte y en La Oposición, se hizo patente la división liberal entre los defensores de una ilustración escasamente democrática, frente a un liberalismo democrático e igualitario, defendido entre otros por Quintana Roo.

En 1833, bajo la gestión presidencial del general Antonio López Santa Anna, cuando era presidente del Ejecutivo el liberal Gomez Farias, fue designado ministro de Justicia y de Negocios Eclesiásticos el 14 de septiembre. Sus posiciones anticlericales, al oponerse a que los sacerdotes emplearan el púlpito como tribuna política y las disposiciones relativas a los votos eclesiásticos, le concitaron la animadversión del clero. Por esta razón, desvanecidas sus esperanzas de lograr un avance liberal, dejó el ministerio el 1 de julio de 1834.

Durante la invasión francesa de 1838, cuando era ministro de la Suprema Corte de Justicia, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte, ofreció sus servicios y recursos en defensa de la nación. Poco después, en noviembre de 1841, en el curso de un nuevo período de gobierno del general Santa Anna, se le encomendó resolver la complicada situación de Yucatán, donde se manifestaban fuertes tendencias pro separatistas. Viajó a Yucatán, visitó Campeche y negoció a lo largo de algunas semanas la firma de un posible convenio que reconocería la soberanía del Estado aunque manteniendo su permanencia en el seno de la Federación. Se ha subrayado la importancia del discurso que pronunció el 17 de diciembre de aquel año. Desgraciadamente, Santa Anna no aprobó esta solución.

Iniciado en la poesía desde muy joven, publicó algún poema de corte clásico y posteriormente formó parte del grupo de románticos y neoclásicos, identificados con el liberalismo, que Altamirano calificó como "los poetas de la Independencia". Publicó sus poemas con toda regularidad en El Diario de México. Una de sus composiciones más conocida es la oda "Dieciséis de Septiembre", de alto tono patriótico, en la que exaltaba la libertad y condenaba a la tiranía. Menéndez Pelayo, que no escatimó elogios hacia el yucateco, encontraba en sus versos reminiscencias horacianas. Jurista y letrado, fue un ensayista formidable y un prolífico escritor, como lo demuestran los numerosos artículos periodísticos, sus discursos de prosa enérgica y rotunda y los interesantes y escasamente conocidos escritos políticos de la época insurgente.

A la muerte de su esposa en agosto de 1842 se sintió muy abatido y envejeció prematuramente, por encontrar que le faltaba el apoyo moral y material que siempre había tenido. Al parecer, se sentía atacado de la "soledad cósmica", que le atribuye un biógrafo. Murió en la ciudad de México el 15 de abril de 1851 y sus restos, junto con los de Leona Vicario, que reposaron inicialmente en la Rotonda de los Hombres Ilustres, fueron trasladados en 1910, junto con cierto número de insurgentes ilustres, a la Columna de la Independencia.

En 1902, la zona sureste de la Península de Yucatán, inicialmente declarada Territorio Nacional, recibió el título de Estado y tomó su nombre, en honor de tan ilustre patricio.

Bibliografía

  • GARCÍA RIVAS, H. 150 biografías de Mexicanos Ilustres. Editorial Diana SA. México, 1967

  • RUBIO MAÑÉ, I. Andrés Quintana Roo. México, 1944

  • MIQUEL I VERGÉS, J.M. Diccionario de Insurgentes. Editorial Porrúa, S.A. México, 1969

  • ------------------------------: La Independencia mexicana y la prensa insurgente. El Colegio de México. México, 1941

  • OSORIO Y CARBAJAL, R. Andrés Quintana Roo, patricio excelso. SEP. México, 1967

Manuel Ortuño

Autor

  • 0208 Manuel Ortuño