A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
PolíticaHistoriaBiografía

Muhammad al-Nasir. Emir de Marruecos (1181-1213).

Califa almohade de Marruecos y al-Andalus, nacido en primavera de 1181 y fallecido el 25 de diciembre de 1213 en el alcázar de Marruecos. Su nombre completo fue Abú Muhammad ibn Yaqub ibn Yusuf ibn Abd al-Mumin. Fue el emir que condujo a los almohades al desastre de las Navas de Tolosa.

Hijo del califa Abú Yacub Yusuf al-Mansur, Muhammad fue proclamado príncipe heredero en 1190 y sucedió a su padre siendo aún un adolescente cuando éste murió en 1198. Tomó el título califal de an-Nasir y conservó en el gobierno a los altos cargos designados por su padre, entre los que destacó el visir Abd al-Rahmán ibn Musa.
A su llegada al poder tuvo que hacer frente a la situación heredada de la rebelión de Yahya ibn Ganiya, un mallorquín que había conseguido el poder en toda Ifriqiya, excepto Túnez y Constantinopla. Los consejeros de an-Nasir enviaron un contingente para el desbloqueo de Baya, pero fueron derrotados por las tropas árabes y almorávides (1200). Una nueva rebelión en el valle del Sus apartó la atención almohade de Ifriqiya e Ibn Yahya pudo apoderarse de Trípoli, Gabes, Sfax, al-Qayrawán, Tebesa, Bona y todo el Yarid.

Entre 1201 y 1202 an-Nasir envió al Sus varios destacamentos para derrotar al rebelde Abú Qasada Abd al-Rahmán, pero las continuas derrotas le obligaron a organizar un auténtico ejército que, ante su sola presencia, hizo que Abú Qasada perdiese sus principales apoyos; el rebelde fue vencido y muerto en Ragraga, en verano de 1202, fecha en la que además se reconquistó Menorca a los almorávides. El año siguiente el califa en persona acudió a la campaña para la toma de Mallorca, completada en septiembre de 1203. En ella fue muerto Abd-Allah ibn Ganiya, gobernador de Mallorca y hermano de Yahya. La victoria almohade supuso la expulsión de los almorávides de Baleares.

Yahya ibn Ganiya, aprovechó la campaña almohade de las Baleares para apoderarse de Túnez (diciembre de 1203) y completar así su dominio sobre Ifriqiya y la Tripolitania. An-Nasir tardó más de un año en preparar el ejército para la campaña de Ifriqiya, que partió de Marruecos en febrero de 1205. Las tropas de tierra fueron acantonadas en Rabat, mientras que la armada se lanzó a la toma de Túnez desde Bugía, pero la ciudad fue evacuada por orden de Ibn Ganiya y fue tomada sin resistencia. El califa nombró gobernador de Túnez a Dawud ibn Abí Dawud. El mallorquín, mientras, reunió sus tropas en al-Mahdiya, preparó la defensa de la ciudad y envió embajadores al sur para conseguir el apoyo de los árabes, pero perdió las ciudades de Torra y Trípoli, que declararon su sumisión a an-Nasir; ibn Ganiya castigó esta última defección, arrasando Trípoli. Fue duramente derrotado en la batalla de Ras Tagra (17 de octubre de 1205), cuando acudía desde el sur para socorrer al-Mahdilla del duro asedio naval y terrestre que sufría; en enero del año siguiente, Alí ibn al-Gazí, gobernador de al-Mahdiya, rindió la ciudad a los almohades. En febrero, an-Nasir se instaló en Túnez y licenció las tropas del país, dando por concluida aquella fase de la reconquista; sometió la Tripolitania en septiembre y recuperó así el norte marroquí. Para que su conquista no se malograse a su vuelta a Marruecos, creó una especie de virreinato en Ifriqiya, nombrando gobernador de Ifriqiya y Tripolitania al vencedor de Tagra, Abd al-Wahid.

En mayo de 1207 an-Nasir tomó el camino de Marruecos y dio órdenes a los gobernadores de al-Andalus de que inspeccionasen los trabajos de Hacienda; él mismo realizó inspecciones a los gobernadores de Fez y Maquínez, a los que destituyó; pasó el mes de septiembre enfermo en Rabat y en octubre llegó a la capital. Una vez en Marruecos an-Nasir continuó con la fiscalización de los oficiales de la Hacienda y hubo de destituir a muchos de ellos. Esta renovación de la administración se prolongó durante dos años, en los que el califa pudo gozar de la vida palaciega gracias a las treguas vigentes en al-Andalus y la relativa paz en Ifriqiya. En 1209 an-Nasir decretó una amnistía general para los funcionarios de hacienda encarcelados, tanto en Marruecos como en al-Andalus.

La partida de an-Nasir de Ifriqiya desencadenó nuevos alzamientos de Yahya ibn Ganiya, que al principio fueron sofocados por Abd al-Wahid, pero pronto llegaron a constituir un grave problema, cuando el rebelde reunió de nuevo a sus partidarios, intensificando las operaciones de saqueo y devastación. En octubre de 1027 Abd al-Wahid derrotó de nuevo al mallorquín a orillas del río Sabrú y éste se vio obligado a esconderse en el desierto. Dos años después Yahya derrotó en Tahart al gobernador de Tremecén, Abú Imrán, causando más de mil setecientas bajas en las filas almohades, dejando Tahart reducida a escombros y arruinando todos los cultivos de la región. An-Nasir y el gobernador de Fez, Abú Zakariya, se unieron para restablecer la calma y lograron expulsar a Yahya al desierto. Allí volvió a buscar apoyos entre los restos dispersos de los almorávides e hizo llamamientos a los árabes de todas partes. Con el apoyo de los Riyah, los Nafat, los Awf y otros importantes clanes se dispuso para la conquista definitiva de Ifriqiya, pero, sin que se conozca la fecha exacta (1209?) Abd al-Wahid le infligió una derrota definitiva al pie del Yabal Nafusa. Hasta la muerte de Abd al-Wahid (1224) Yahya no volvió a intentar implantar la soberanía almorávide en el Magreb central e Ifriqiya.

En al-Andalus Alfonso VIII comenzó en 1209 a atacar territorios almohades con la participación de Rui Díaz de Yanguas, Maestre de Calatrava; a los ataques contra Jaén y Baeza habría que sumar la destrucción de los castillos de Montoro, Fesora y Pilpafont y la toma del de Vilches. An-Nasir envió embajadores que protestaron ante el rey castellano sin conseguir resultados. Estos hechos llevaron a la preparación de la guerra abierta por parte de ambos bandos. En 1210 Pedro II de Aragón tomó a los almohades los castillos de Ademuz, Castelfabib y Sertella. Como represalia an-Nasir organizó una expedición naval contra las costas de Cataluña, al frente del almirante de las escuadras de ambos lados del Estrecho, que fue un enorme éxito para los marinos almohades y causó enormes estragos entre las poblaciones cristianas. Aquel mismo año se produjo un enorme incendio en la capital, Marruecos, y an-Nasir se encargó de reconstruir los zocos quemados, muy consciente de la importancia del comercio en la ciudad.

En febrero de 1211 an-Nasir tomó el camino de la península Ibérica para enfrentarse a sus enemigos cristianos, a la vez que el papa Inocencio III promulgaba una bula para proteger los territorios castellanos mientras durase su enfrentamiento con los musulmanes. El califa pasó de Marruecos a Rabat y después a Alcazalquivir; cruzó el Estrecho a mediados de mayo y a finales de mes se encontraba en Sevilla, donde decretó la movilización general. A finales de junio inició una campaña contra Salvatierra, importante enclave estratégico para los cristianos, como respuesta al sitio de la torre de Guadalferza. La fortaleza de Salvatierra capituló a principios de septiembre.

En primavera de 1212 el gran contingente almohade llegó a al-Andalus y se puso en marcha hacia Jaén, donde an-Nasir situó su cuartel general. Mientras, un enorme ejército cristiano, en el que militaban muchos extranjeros, movilizados por la predicación de la cruzada, tropas aragonesas y castellanas, tomaba a los almohades Malagón, Calatrava, Alarcos, Benavente, Caracuel y Piedrabuena. An-Nasir, consciente de la magnitud del ejército enemigo, utilizó como estrategia el permitir que los cristianos cruzasen Sierra Morena; después sería fácil cortar el paso a un ejército maltrecho y fatigado. An-Nasir fijó su cuartel general en Jaén; después adelantó sus tropas a Baeza, hizo ocupar los pasos de la sierra y finalmente acampó frente al desfiladero de la Losa, resuelto a enfrentarse a Alfonso VIII en las condiciones más ventajosas. Los cristianos comenzaron a cruzar el desfiladero a mediados de julio, pero por consejo de un pastor de la zona, desviaron su camino hasta una explanada, llamada hoy la Mesa del Rey, donde los cruzados prepararon la batalla, conocida como las Navas de Tolosa, que constituyó una brillante victoria cristiana y fue el mayor punto de inflexión en la Reconquista española.

El 14 y el 15 de julio los almohades presentaron batalla, pero los cristianos no la aceptaron hasta el lunes 16. En los primeros enfrentamientos las tropas de an-Nasir lograron hacer retroceder a la vanguardia cristiana. Entonces Alfonso VIII en persona acudió con toda la retaguardia a la primera linea de combate y así lo hicieron Sancho de Navarra (el Fuerte) y Pedro II de Aragón, que rompieron las alas almohades; los cristianos se estrecharon sobre el palenque enemigo en forma de media luna y an-Nasir, consciente de haber sido derrotado, huyó al galope hasta Baeza, donde paró sólo para cambiar de caballo, y aquella misma noche llegó a Jaén. Durante aquella jornada se causaron más de setenta mil bajas en las filas almohades.

An-Nasir regresó a Marruecos y permaneció en la capital mientras en al-Andalus los cristianos seguían conquistando plazas almohades. Sobre la causa de su prematura muerte existen varias versiones: la más verosímil, ofrecida por el Mu'yib, afirma que sufrió una apoplejía por causa de un tumor cerebral que lo mató en pocos días; el Rawad al-mi'tar y al-Zarqasí ofrecen la versión de que el califa murió por la mordedura de un perro; Ibn Jallikán dice que lo mataron los negros de su guardia: él habría ordenado matar a todo el que estuviese en los jardines de palacio de noche y para comprobar si se cumplían sus órdenes habría entrado disfrazado en los jardines y los guardias lo habrían lanceado hasta la muerte.

Muhammad an-Nasir, cuarto califa almohade, no fue un hombre inclinado a las artes, como su abuelo Yusuf I, ni tuvo las dotes políticas de su padre. Las fuentes lo presentan como un joven tímido y retraído, con una marcada tartamudez y que tuvo un gran celo en la fiscalización de sus administradores por causa de su enorme avaricia; aunque llegó a tener una Hacienda saneada no acometió grandes obras públicas. Fue sucedido por su hijo Abú Yaqub Yusuf II al-Mustansir, un adolescente con el que se acentuó la descomposición del imperio almohade.

Bibliografía

  • HUICI MIRANDA, A. Historia Política del Imperio Almohade. Tetuán, 1957.

  • JOVER ZAMORA, J.M. (dir). "El retroceso territorial de Al-Andalus", en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-II. Madrid, Espasa Calpe, 1994.

JMMT

Autor

  • Juan Miguel Moraleda Tejero