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CineBiografía

Hitchcock, Alfred (1899-1980)

Director de cine británico nacido en Londres el 13 de agosto de 1899 y fallecido en Los Angeles (California, Estados Unidos) el 29 de abril de 1980. Su nombre completo era Alfred Joseph Hitchcock.

Vida

Alfred Hitchcock.

Nacido en el seno de una familia profundamente católica, cursó sus primeros estudios en el colegio jesuita de Stamford Hill, en Londres. Desde pequeño manifestó un gran interés por la lectura y por el mundo del crimen, aspecto este último que le hizo ser un asiduo visitante del Museo del Horror de Scotland Yard así como a devorar el dominical New of the world, dedicado a la información de los crímenes habidos en el país. Con catorce años consiguió entrar en la Escuela de Ingenieros Navales, centro que abandonó al año siguiente debido a la muerte de su padre. Sus escasos conocimientos de electricidad le permitieron alcanzar un puesto de trabajo en la Compañía de Telégrafos y Cable Henley, en la que logró un importante reconocimiento profesional que le permitió entrar en otros departamentos más interesantes para él, como el publicitario. Al tiempo que se apasionó con el cine estadounidense descubrió a los grandes literatos de su país. Publicó sus primeros relatos en la revista de la Compañía Henley, y se adentró en el mundo del cine en los recién abiertos estudios Islington londinenses de la productora estadounidense Famous Players Lasky, donde realizó una serie de dibujos para los rótulos de sus películas. Compaginó ambos trabajos hasta que la productora decidió contratarlo visto el buen resultado de sus aportaciones.

Así, en 1920 el joven Alfred entró de lleno en el mundo del cine como redactor de títulos, tarea en la que demostró un gran nivel en la definición de las historias y los personajes, experiencia que le ayudó muy pronto a la hora de elaborar sus propios guiones. Cuando la Famous Players Lasky abandonó Londres, sus locales fueron ocupados por una serie de pequeñas productoras, en una de las cuales (la formada por Victor Saville, Michael Balcon y John Freedman) Hitchcock encontró cobijo y pudo desempeñar todo tipo de funciones (guionista, ayudante de dirección, decorador, encargado de producción, etc.) en varias películas de Graham Cutts, lo que hará que su aprendizaje creativo fuese frenético. En esta época conoció a Alma Reville, con la que más adelante contraerá matrimonio (en 1926) y que será además guionista de muchas de sus películas. Su capacidad de trabajo le llevó a ser apoyado por Balcon a la hora de abordar su primera película, El jardín de la alegría (1925), una coproducción anglo-alemana que se rodó en Munich e Italia y con la que tendrá que superar mil y un problemas que en ningún momento afectaron al producto final de la película, que resultó de gran interés en su momento.

El contrato que le ofreció Michael Balcon para dirigir varias películas le permitió superar algunos contratiempos y demostrar que sabía contar historias y que su estilo sugería ya una línea muy particular. Con El enemigo de las rubias (1926) se enfrascó en el mundo de la criminalidad que, en este caso, es sostenido por la angustia de una falsa culpabilidad del personaje. El clima que creó Hitchcock fue marcando las pautas necesarias para que el espectador se sintiera atrapado por la trama. Esta será la única película destacable de estos años hasta que fue contratado con un importante sueldo por John Maxwell, propietario de la British International Pictures, que contaba con un estudio en Elstree. Allí pasaría Alfred sus siguientes seis años, durante los cuales abordó todo tipo de películas entre las que destacan, especialmente, El ring (1927) y The Manxman (1929). Triángulos amorosos, melodramas explotados en un ambiente hostil generado en el seno de una actitud conservadora siempre propicia a reacciones humanas de moralidad muy definida. Alfred ya demostró un gran interés por el detalle, por aquellos elementos simbólicos que crean una preocupación en el espectador dado que se convierten en elementos narrativos de la trama. Ningún detalle, por pequeño que sea, debe pasar desapercibido, pues quizá en él se encuentre una de la claves de la historia.

La British entró de lleno en la producción de cine sonoro con la siguiente obra de Hitchcock, La muchacha de Londres (1929). Esta película le exigió una readaptación de su estilo para poder acoplar el nuevo elemento expresivo con que vino a contar a partir de esta fecha; sorprende en este caso que Hitchcock integrase con gran habilidad momentos sonoros que apenas indicaban que hubiese una versión muda anterior. La tensión emocional que se respira en la trama -de nuevo una acusación errónea, las falsas apariencias, el sentimiento de culpa, etc- se acrecienta con los recursos sonoros aplicados. Sobre estos principios se irá consolidando la carrera de Hitchcock en Inglaterra, sobre todo en películas como Asesinato (1930), Lo mejor es lo malo conocido (1932) y, especialmente, con 39 escalones (1935) y Alarma en el expreso (1938).

El estilo hitchcockiano comenzó a definirse en esta etapa final de su trabajo en Inglaterra. Construyó “su” suspense sobre la base de combinar ingredientes dramáticos, otros fruto del azar e inverosímiles, confrontando lo cotidiano (lo razonablemente lógico) con lo excepcional (aquello que excede la normalidad de los momentos que viven sus personajes), todo ello desde la sutil ironía que impregna muchas acciones y una estructura narrativa sólida dotada de gran ritmo. Quizá Alarma en el expreso marca la diferencia y confirma buena parte de los planteamientos que se consolidarían en las siguientes aportaciones de Hitchcock.

David O. Selznick, que deseaba trabajar con el director, le llamó para que fuera a Hollywood y continuara su carrera en el cine estadounidense. Volvió a preocuparse de las relaciones de los personajes en Rebeca (1940), La sombra de una duda (1943) o Náufragos (1943), a partir de un referente que les une sin aparecer en pantalla; desarrollaría sus originales planteamientos visuales en Enviado especial (1940), producida por Walter Wanger, y en la excelente pesadilla que es Sospecha (1941), donde se incluye una de sus más famosas escenas de esta primera época, aquella en la que Cary Grant sube las escaleras que conducen a la habitación de su mujer, interpretada por Joan Fontaine, con un vaso de leche en una bandeja; por otra parte, también insistió en Sabotaje (1942) en la historia de un individuo que ha de huir tras ser acusado de algo que no ha hecho. Por encima de todos ellos se encuentran ciertos elementos simbólicos, referentes que unirán o aislarán las identidades de los personajes, todo ello a partir de una elaboración cuidada, meticulosamente tejida del discurso narrativo de gran visualidad; no obstante, no todos sus trabajos han sido bien considerados por la crítica, como es el caso de Encadenados (1946). En algunas de estas películas ya se encuentra el característico guiño hichcockiano, el “Mac Guffin”, la idea de complicidad que el director plantea en un cierto momento de la película con el fin de que el espectador, al igual que los protagonistas, se preocupen de “algo” que tiene un gran protagonismo en la historia sin existir en realidad, dado que sólo se menciona en la trama y apenas se muestra visualmente. En este arranque estadounidense varias películas recibieron el Oscar de la Academia: Rebeca a la mejor película, Sospecha a la Mejor Actriz (Joan Fontaine) y Recuerda a la Mejor Música (compuesta por Miklós Rósza).

A finales de la década de los cuarenta se consolidó como productor, a la par que intervino en una serie de películas en las que demostró ciertos titubeos a la hora de redondear su trabajo creativo. Si bien se aprecian notables aciertos en La soga (1948), hay que esperar hasta Extraños en un tren (1951) para que fuese de nuevo redescubierto con una historia que es un pulso entre los poderes del Bien y el Mal y el control psicológico que uno ejerce sobre el otro. Esta colaboración con la Warner le permitirá abordar dos películas más con el mismo estudio, en una de las cuales, Crimen perfecto (1954), descubriría a la actriz Grace Kelly, quien sirvió de puente con el inicio de su período para la Paramount en el que firmará algunos de sus siguientes trabajos.

Este contacto con la Paramount dio como fruto los momentos más prolíficos e intensos, a la vez que los más recordados, de su trayectoria, como confirman el éxito de La ventana indiscreta (1954) y sus proyectos televisivos, los cuales coinciden con la reivindicación de su trabajo en Europa, adonde fue para rodar Atrapa a un ladrón (1955), película que recibirá un Oscar a la Mejor Fotografía en color. Hitchcock seguiría sorprendiendo en la propuesta de algunos temas, como puede ser el cadáver de Pero…¿quién mató a Harry? (1955), figura que no puede jamás perturbar la tranquila cotidianidad, o el eficiente equilibrio de las situaciones límite que propone en El hombre que sabía demasiado (1956), que obtuvo el Oscar a la Mejor Canción.

Alfred Hitchcock.

No obstante, el núcleo central de su aportación a la historia del cine se concentrará en sus cuatro siguientes películas. En Vértigo (1958) se propuso extraer vida de un ser anodino, para lo cual convierte la armonía en existencia perturbada, el amor en tragedia; pretendió mostrar la cara oculta de aquello que se percibe: la mujer (Judy), interpretada por Kim Novak, que ve Scottie (James Stewart) y que pretende que sea la que él ha amado (Madeleine). Con la muerte en los talones (1959) el director se reencontrará con un cine cuya trama se basa en huidas y persecuciones a partir de una arquitectura visual muy elaborada y compleja en su resolución. Psicosis (1960) confirmará la capacidad de Hitchcock para consolidar las emociones en el espectador a partir de una soberbia puesta en escena que, como un mecano, va dando paso a una secuencia visual de singular fuerza que surge a borbotones en momentos de gran lucidez del autor, quien combina a la perfección ambiente (tensión, tragedia y miedo, es decir, suspense) y los recursos sonoros que se aplican; esta propuesta volverá a retomarla en Los pájaros (1963), donde enfrenta (e invierte) la posición de dominio entre el hombre y el pájaro.

Quizá el esfuerzo creativo que aportó Hitchcock a todas estas películas hizo que el resto de su trabajo pasase un poco desapercibido, al tiempo que la Universal se resentía económicamente con cada nuevo título que le producía. De esta última etapa quizá deba destacarse Frenesí (1972), un reencuentro con el falso culpable que, lejos de esperar que alguien le ayude en el esclarecimiento de su caso, provoca al rebelarse que todo el mecanismo se ponga en marcha para aclarar la verdad.

El cine de Hitchcock reafirma la falsa apariencia de la ficción, es decir, reflexiona sobre la esencia del propio cine gracias a sus dotes de hábil prestidigitador de los elementos narrativos, los cuales son por él magistralmente utilizados al saber aprovechar los medios que le ofrece el lenguaje cinematográfico. Su estructura narrativa juega con el tiempo, delimita la acción de sus personajes e implica al espectador en la trama que contempla (especialmente a través de “el punto de vista” con el que el espectador se identifica con un personaje concreto). Lejos de “asustar”, el cine de Hitchcock sumerge al espectador en un estado de pánico imperceptible que le hace aferrarse inconscientemente a la butaca para que, cuando se produce el desenlace, pueda respirar tranquilo y situarse de nuevo en la dimensión cotidiana, real, reconociendo que ese determinada ficción le ha “atrapado” injustificadamente. Esto no impide que las acciones se desarrollen en espacios distintos y distantes, en marcos geográficos que permiten las situaciones límites siempre irresistibles por la dimensión visual que proporciona el relato hitchcockiano.

El cine del maestro británico se consolida sobre las “presentaciones”, esto es, los recursos visuales (bien narrados siempre) que aplica a la hora de mostrar desde el principio qué es lo que pasa, con el fin de canalizar la atención del público hacia aquellos senderos que permiten confundirle, al tiempo que da una vuelta de tuerca a la trama para ratificarle que lo que parecía ser es todo lo contrario. Por eso, si bien esas “presentaciones”, esos arranques narrativos tienen su sentido, más lo tendrán algunos de sus itinerarios en los que se explaya dejando claro que más que interesarle la “historia” le preocupa lo que pasa entre los personajes que intervienen en la trama.

Por estas y otras cuestiones, la obra de Hitchcock ha sido y será sin duda inconfundible y única, aunque sólo pudiera recoger un Oscar -el Premio Irving Thalber- por su contribución a la producción cinematográfica.

Filmografía

-Como director:

Cortometrajes:

1930: An Elastic Affair.
1944: Bon Voyage; Aventure Malgache.

Largometrajes:

1925: El jardín de la alegría.
1926: El águila de la montaña; El enemigo de las rubias (y coguionista).
1927: Downhill; Easy Virtue; El ring (y coguionista).
1928: The Farmer’s Wife (y guión); Champagne (y coguionista).
1929: The Manxman; La muchacha de Londres (y coguionista).
1930: Elstree Calling; Juno and the Paycock (y coguionista); Asesinato (y coguionista).
1931: Juego sucio (y coguionista).
1932: Mejor es lo malo conocido/Ricos y extraños (y coguionista); El número 17 (y coguionista).
1934: Valses de Viena; El hombre que sabía demasiado.
1935: 39 escalones.
1936: El agente secreto; Sabotaje.
1937: Inocencia y juventud.
1938: Alarma en el expreso.
1939: Posada Jamaica.
1940: Rebeca; Enviado especial.
1941: Matrimonio original; Sospecha (y productor).
1942: Sabotaje (y argumento).
1943: La sombra de una duda; Náufragos.
1945: Recuerda.
1946: Encadenados (y productor y argumento).
1947: El proceso Paradine.
1948: La soga (y coproductor).
1949: Atormentada (y coproductor).
1950: Pánico en la escena (y coproductor).
1951: Extraños en un tren (y productor).
1952: Yo confieso (y productor).
1954: Crimen perfecto (y productor y guionista); La ventana indiscreta (y productor).
1955: Atrapa a un ladrón (y productor); Pero… ¿quién mató a Harry? (y productor).
1956: El hombre que sabía demasiado (y productor).
1957: Falso culpable (y productor).
1958: Vértigo/De entre los muertos (y productor).
1959: Con la muerte en los talones (y productor).
1960: Psicosis (y productor).
1963: Los pájaros (y productor).
1964: Marnie, la ladrona (y productor).
1966: Cortina rasgada (y productor).
1969: Topaz (y productor).
1972: Frenesí (y productor).
1976: La trama (y productor).

-Trabajos como rotulista:

1920: The Call of Youth; The Great Day.
1921: Appearances; The Princess of New York; Dangerous Lies; The Mystery Road; Beside the Bonnie Briar Bush.
1922: Three Live Ghosts; The Man From Home, A Spanish Jade; Perpetua; Tell Your Children.

-Como coguionista, decorador y ayudante de dirección:

1923: Always Tell Your Wife; De mujer a mujer; The White Shadow.
1924: The Passionate Adventure.
1925: The Blackguard; The Prude’s Fall.

-Como productor:

1932: Lord Camber’s Ladies.

-Trabajos para televisión:

1955: Colapso (y productor); El caso del Sr. Pelham (y productor); Venganza (y productor).
1956: Sábado lluvioso (y productor); Volver para Navidad (y productor); El secreto del señor Blanchard (y productor).
1957: Una milla para llegar (y productor); El crimen perfecto; A las cuatro en punto.
1958: Un chapuzón en el mar; Cordero para cenar; Veneno.
1959: La silla del asesino; Arthur; El ataúd de cristal.
1960: La señora Bixby y la casaca del coronel; Incidente en una esquina.
1961: El jugador (y productor); ¡Bang!, estás muerto.
1962: ¡Yo lo vi todo!

Bibliografía

  • ALBERICH, E. Alfred Hitchcock. El poder de la imagen. Barcelona: Publicaciones Fabregat, 1987.

  • CASTRO DE PAZ, J. L. Vértigo/De entre los muertos. Barcelona: Paidós, 1999.

  • FREEMAN, D. Les derniers jours d’Hitchcock. París: Editions Jade, 1985.

  • HARRIS, R. A. y LASY, M. S. Todas las películas de Alfred Hitchcock. Barcelona: Paidós Ibérica, 1995.

  • SPOTO, D. Alfred Hitchcock: la cara oculta del genio. Barcelona: T&B Editores, 1998.

  • TAYLOR, J. R. Hitch: The Life and Times of Alfred Hitchcock (The Authorised Biography). Nueva York: Pantheon, 1974.

  • TRUFFAUT, F. El cine según Hitchcock. Madrid: Alianza Editorial, 1974.

Autor

  • Emilio C. García Fernández