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PolíticaHistoriaBiografía

La Gasca o Lagasca, Pedro (1485-1567).

Político español, el pacificador que acabó con la rebelión de Gonzalo Pizarro en Perú, nacido en Navarregadilla (Ávila) en 1485 y muerto en Sigüenza en 1567. Limpió el territorio peruano de aventureros y volvió a España con grandes caudales para el rey. Fue nombrado obispo de Palencia y de Sigüenza.

Manifestó vocación religiosa y estudio Artes y Teología en la Universidad de Alcalá, graduándose de maestro. En 1522 pasó a la Universidad de Salamanca, donde estudió Derecho Civil y Canónico. Fue luego rector de esta última Universidad y canónigo en el cabildo eclesiástico de la ciudad. El arzobispo de Compostela Juan Tavera le confió el cargo de juez metropolitano de Santiago, que residía en Salamanca. Rector de San Bartolomé durante dos períodos y vicario de Alcalá, fue nombrado luego vicario general de Toledo. En 1541 pasó al Consejo de la Inquisición, dejando todos los cargos. Tuvo una notable actuación como inquisidor en Valencia, por lo que las Cortes de Monzón de 1542 lo pidieron como visitador de dichos reino. Aquí además hizo una gran labor de fortificación de la costa y de las islas Baleares para enfrentar los ataques berberiscos y, principalmente, los del pirata Barbarroja.

En 1546 le encomendó el emperador Carlos la pacificación del Perú, una empresa sumamente delicada, ya que los rebeldes eran los encomenderos, los señores de la tierra, que se habían levantado dirigidos por Gonzalo Pizarro contra las leyes nuevas dadas por el Emperador suprimiendo las encomiendas. No se podía enviar un enorme ejército, como el que era necesario para apaciguar el Perú. Lagasca debía obrar con suspicacia y casi sin medios. La misión se le dio por los éxitos que había obtenido en la costa mediterránea contra los berberiscos. Se le nombró presidente de la Audiencia de Lima con plenos poderes en lo civil y en lo eclesiástico, y partió llevando varias cédulas en blanco, acompañado de Alonso de Alvarado como su consejero. Salió de Sanlúcar en 1546 y llegó a Nombre de Dios el 27 de julio del mismo año, con su breviario y sus papeles, lo que no hizo recelar a nadie.

En Santa Marta fue puesto en antecedentes por el visitador Armendáriz. Supo que el virrey del Perú Blasco Núñez Vela había sido vencido y muerto en la batalla de Añaquito, que Pedro de Hinojosa era el jefe de la escuadra rebelde de Gonzalo Pizarro y que la convulsión llegaba desde Panamá al norte de Chile.

Lagasca se trasladó a Panamá, donde convenció a Hinojosa para que abandonara a Pizarro, logrando así la flota rebelde. Se le adhirieron luego Benalcázar, el gobernador de Chile don Pedro de Valdivia, el oidor Pedro Ramírez, el contador Juan de Cáceres y Lorenzo de Aldana, enviado del mismo Gonzalo Pizarro. Pudo luego conectar con el realista Centeno, que estaba escondido y presentó otro flanco de combate a Pizarro en el sur, aunque fue derrotado en Huarina por Carvajal y Pizarro (1547). Lagasca puso a Alonso de Alvarado como mariscal del ejército realista y siguió ganando fuerzas, aprovechado una deserción en el bando rebelde. Finalmente concentró todas las suyas en Jaquijahuana, donde presentó la batalla definitiva, bajo el mando de Valdivia. La batalla tuvo poco de tal, pues al enfrentarse ambos bandos se produjo una deserción masiva de las filas rebeldes. En Jaquijahuana (9 de abril de 1548) fueron hechos prisioneros Gonzalo Pizarro y su lugarteniente Francisco de Carvajal, y fueron ejecutados luego en Cuzco.

Tras acabar con la rebelión, que le valió el titulo de pacificador, Lagasca realizó una labor de drenado de los revoltosos, enviándolos a diversos lugares lejanos de Perú. Así, envió Alonso de Mendoza a Charcas, para someter los últimos reductos; a Polo de Ondegardo y Gabriel de Rojas a recaudar los tributos; al capitán Diego de Centeno al Río de la Plata para restablecer el orden; a Nufrio de Chaves al Paraguay (de donde había venido); a Núñez de Prado al Tucumán para poblarlo; y a Diego Palomino a conquistar Chuquimayo, donde fundó Jaén. Sometió además la nueva rebelión de Hernández Girón.

Lagasca reorganizo la Audiencia de Lima, y dictó ordenanzas para los cabildos, la minería y los negros. Estuvo en Cuzco y regresó a Lima, donde dejo señalado un gran reparto de encomiendas que debía hacerse a su partida (no fue justo y hubo muchos reclamos). Tampoco cumplió la orden de suprimir el servicio personal de los indios. En realidad salió de Perú sin pagar lealmente a quienes le habían ayudado, cosa que por otra parte era difícil.

Finalmente reunió todos los caudales que pudo (más de un millón y medio de ducados) para llevarlos a España y embarcó en el Callao el 2 de febrero de 1550. Pasó a Panamá, hizo el camino Cruces y embarcó en Chagres para España, poco antes de que el territorio fuera asolado por la rebelión de Hernando Contreras y Juan Bermejo. Desembarcó en Sevilla en septiembre de 1550. En mayo de 1551 fue consagrado en Barcelona como obispo de Palencia. Lagasca acompañó entonces al Carlos V a Alemania hasta fines de 1552, cuando volvió a España. El 2 de junio de 1561 se trasladó a Sigüenza, donde permaneció hasta su muerte. Hizo construir su sepulcro en la iglesia de la Magdalena de Valladolid, donde está enterrado.

Bibliografía

  • ALDEA VAQUERO, Q., MARIN MARTINEZ, T. y VIVES GATELL, J. Diccionario de Historia Eclesiástica de España. Madrid, C.S.I.C., 1972.

  • CALVETE DE LA ESTRELLA, J.C. Rebelión de Pizarro [...] y vida de don Pedro Gasca. B.A.E., Madrid, 1889.

  • LEVILLIER, R. Gobernantes del Perú. Madrid, 1921-1926, 14 vols.

  • LOPEZ MARTINEZ, H. Diego Centeno y la rebelión de los encomenderos. Lima, 1970.

MLS

Autor

  • Sagrario Arenas Dorado. / 0208 MLS