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HistoriaPolíticaBiografía

Enrique III, Rey de Inglaterra (1207-1272).

Rey de Inglaterra, hijo de Juan Sin Tierra y de Isabel de Angulema, nacido en 1207 y muerto en 1272. Ocupó el trono en 1216, tras la muerte de su padre, cuando apenas contaba nueve años, por lo que se estableció un periodo de regencia. La situación era crítica: el país se encontraba en rebelión y tropas francesas ocupaban el sur y el este de Inglaterra. La regencia fue encomendada a Guillermo Marshall, que, ayudado por el papado, consiguió que Luis IX se retirase de Inglaterra.

Las luchas entre las distintas facciones nobiliarias se recondujeron hacía la obtención del favor del rey que sistemáticamente recaía sobre los consejeros extranjeros de su corte, hecho que provocó el descontento de los nobles ingleses. A esta situación se sumaba el hecho de que el rey se negaba a acatar la Carta Magna firmada por su padre. En 1228 De Burg se convirtió en el auténtico gobernante de Inglaterra, hasta que fue sustituido en 1232 por Pedro des Roches, obispo de Winchester, jefe del partido extranjero. Con él, la afluencia de extranjeros a los altos puestos de la administración llegó a niveles intolerables para la nobleza inglesa, que estuvo a punto de sublevarse, sólo la destitución en el último momento de des Roches pudo salvar al país de la guerra civil.

En 1236 el rey contrajo matrimonio con Leonor de Provenza. Ésta trajo con ella a sus consejeros provenzales, los cuales se hicieron cargo de la administración. Al tiempo, Enrique llevó a cabo una serie de campañas en Sicilia en apoyo del papado, lo que hizo aumentar el descontento entre sus súbditos, que se negaron en 1242 a ayudarle. Dos años después, al regreso del rey de sus campañas, los nobles y gran parte del clero protestaron por su política y los gastos que ella conllevaba. El rey ignoró las reclamaciones que se le efectuaron y la situación empeoró aún más cuando en 1246 nuevos consejeros extranjeros entraron en el gobierno e hicieron crecer los impuestos para sostener los cada vez más abultados gastos de la corte.

Dos años después surgieron desavenencias entre el monarca y su cuñado Simón de Montfort, hasta aquel momento su principal defensor. Estas desavenencias provocaron que Simón se pasase al bando de los enemigos del rey. Enrique cometió entonces otro grave error, a petición del papado, en 1255, se comprometió a sufragar los gastos de la conquista de Sicilia, cuyo trono fue prometido a su hijo. Se reunió un parlamento en Westminster en 1258, dirigido por Simón de Monfort, que obligó al rey a prometer reformas y aceptar el arbitraje de consejeros elegidos por el parlamento. Ese mismo año el parlamento se reunió de nuevo, esta vez en Oxford, y allí se promulgaron las denominadas Provisiones de Oxford, en virtud de las cuales devolvían los cargos de la administración y los principales títulos nobiliarios a la nobleza inglesa, además de quedar reservada para ésta el control real. Además, se renunció al proyecto siciliano y se firmó la paz con Francia.

El rey no estaba dispuesto a admitir este recorte de su autoridad y, en 1261, consiguió la nulidad de la Provisiones por el papado y encarceló a algunos de los nobles que habían adquirido importantes títulos. Inmediatamente volvió a gobernar como antaño. Los barones se sublevaron y el rey requirió el arbitraje de Luis IX, el cual anuló las Provisiones de Oxford definitivamente. Los nobles indignados se sublevaron capitaneados por Simón de Monfort en 1264. La lucha se extendió durante tres años, hasta que las distensiones entre el partido nobiliario hicieron que Simón fuese derrotado y capturado por Eduardo I, hijo del rey. Con ello el rey recuperaba su autoridad y los barones, más desunidos que nunca, se sometieron a su gobierno, que hasta la muerte del monarca transcurrió sin más incidentes.

Le sucedió en el trono su hijo Eduardo, que era quien realmente había conseguido la paz en el reino al obligar a su padre, tras la victoria, a no ser demasiado duro con los derrotados. Enrique se preocupó más del arte y de la religión que de los asuntos políticos, estuvo excesivamente controlado por su mujer y la corte que le rodeaba, sin ser capaz de ver las dificultades de su reino. Careció por completo de genio militar y político, lo que le ocasionó continuos problemas en su reinado.

JACJ

Autor

  • Juan Antonio Castro Jiménez