A B C D E F G H I J K L M N O P Q R S T U V W X Y Z
HistoriaBiografía

Elcano, Juan Sebastián (1476-1526).

Marino español nacido en Guetaria en 1476 y muerto en la nao Victoria en 1526, de camino a las Islas Molucas. Elcano mandaba dicha nave española, en la que había concluido la primera vuelta al mundo en 1522.

Era hijo de Domingo Sebastián del Cano y Catalina del Puerto, por lo que frecuentemente se le cita en la documentación como “Del Cano”. Sus padres fueron unos pescadores acomodados con casa y embarcación propias y tuvieron otros cuatro hijos, dos de los cuales fueron marinos. Sebastián fue pescador desde su adolescencia y llegó a tener una nave de 200 toneles, con la que sirvió en la flota marítima que auxilió al Gran Capitán en las campañas de Italia, así como en las operaciones realizadas por el ardenal Cisneros contra las plazas de Orán, Bujía y Trípoli. No recibió ninguna compensación a cambio y se vio obligado a hipotecar su embarcación a unos mercaderes vasallos del Duque de Saboya. Como no pudo devolverles el préstamo no tuvo mas opción que venderles el buque, cosa que estaba prohibida (vender embarcaciones armadas a extranjeros en tiempos de guerra). El Cano se vio perseguido por la Justicia y abandonó su tierra natal, donde dejó su hijo Domingo del Cano, que había tenido en María Hernández Dernialde. Se refugió en Sevilla y en 1518 se enroló en la expedición organizada por Magallanes para descubrir las islas de la Especiería o Molucas. Al conocer su experiencia de hombre de mar se le dio un cargo importante, como fue el de Maestre de la nao “Concepción”, equivalente al de segundo de abordo. Su capitán era Gaspar de Quesada, y el piloto era el portugués Juan López de Carvalho.

La flota de Magallanes zarpó de San Lúcar de Barrameda el 10 de agosto de 1519 e hizo su conocida travesía a las Canarias, costa de Brasil, Río de la Plata y puerto de San Julián (vide Magallanes y Cartagena). Ningún cronista resalta que Elcano hiciera durante ella nada de particular, aparte de cumplir con su trabajo, pero jugó un papel notable en el motín contra Magallanes, surgido en dicho puerto el 1 de abril de 1520 y protagonizado precisamente en su nave, la “Concepción”. De ella partieron Gaspar de Quesada y Juan de Cartagena con 30 hombres para ir a la “San Antonio” a pedir a su capitán y tripulantes que se unieran a la rebelión. Elcano debía ser uno de los 30 hombres, pues los amotinados le encargaron de custodiar la “San Antonio” con su artillería. Parece que esta fue su única actuación. Desde luego Elcano declaró en 1522 al juez Diez de Leguizano que la figura de Magallanes no era santo de su devoción, por su autoritarismo y por pretender marginar a los españoles en los mandos de la armada.

Vino luego la reacción de Magallanes, que recobró el control de la flota, y el famoso juicio en el que sentenció a morir a más de 40 hombres, si bien los perdonó “generosamente” para no quedarse sin tripulantes. La única justicia aplicada fue decapitar a Gaspar de Quesada y abandonar en tierra a Juan de Cartagena y al clérigo Pedro Sánchez de la Reina. El viaje prosiguió luego con los incidentes conocidos. Tras perderse la nave “Santiago” en una exploración al sur, la flota zarpó de San Julián el 21 o 24 de agosto de 1520. Costeó la Patagonia y descubrió el Estrecho, donde desertó la “San Antonio” para informar en España del hallazgo. Las tres naos restantes cruzaron el estrecho y el 27 de noviembre llegaron a la Mar del Sur que bautizaron como océano Pacífico por haberlo encontrado en calma. Luego vino la espantosa travesía sin escalas hasta las islas Marianas, que alcanzaron el 6 de marzo de 1521, desde donde pasaron a las Filipinas (16 de marzo). Magallanes desembarcó en Cebú y finalmente murió en Mactan el 27 de abril de 1521. Se nombró entonces un mando bicéfalo con Juan Rodríguez Serrano y Duarte de Barbosa. De esta forma los portugueses se quedaron en la práctica con el control de la flota castellana. Nuevos problemas determinaron que Juan López de Carvalho fuera nombrado general de la Armada al mando de la “Trinidad”, mientras que Gonzalo Gómez de Espinosa capitaneaba la “Victoria” y Sebastián Elcano la “Concepción”. Al regresar a Mindanao, López de Carvalho fue destituido, y en Bohol decidieron quemar la “Concepción”, que hacía mucha agua. Quedaron así solo dos naves; la “Trinidad”, mandada por Gómez de Espinosa, y la “Victoria”, capitaneada por Elcano.

La flota española alcanzó su objetivo el 7 de noviembre de 1521, la isla de Tidore, en las Molucas. Hacía ocho meses desde la muerte de Magallanes y casi dos años desde la partida de la Península. Los españoles hicieron amistad con el rey Almanzor, cargaron especias y se dispusieron a regresar. Lo intentaron el 18 de diciembre de 1521, pero la “Trinidad” hacía mucha agua, por lo que tuvieron que regresar a Tidore a estudiar su situación. Fue entonces cuando emergió la gran figura de Elcano, que se comprometió ante Gómez de Espinosa a conducir la “Victoria” directamente a España, y por la ruta portuguesa, mientras que él intentaría volver a América con la “Trinidad”, después de arreglada. Allí y solo entonces surgió realmente la idea de dar la primera vuelta al mundo y no antes, pues la armada de Magallanes había tenido el único objetivo de ir a la Especiería y regresar por la misma vía de ida, como lo demuestran las instrucciones del Emperador, Carlos V, a Magallanes de 8 de mayo de 1519 en las que se le autorizó a dejar durante el viaje de ida algunos desterrados en las tierras que fuera descubriendo, para recogerlos a la vuelta y conocer los secretos de ellas: “y si os pareciere dejar en ella (nueva tierra) algunos de los desterrados, para que entretanto que vais a hacer vuestro descubrimiento, tengan plática de lo que en la tierra hay, para la tornada saber lo que tienen descubierto e hallado en la tierra, dejarles heis”. Las mismas instrucciones le ordenaron al General llevar una cuenta exacta de los alimentos que se iban gastando en la ida “para conforme a los que llevan, hagan cuenta de lo que se gastare, e pongan orden en lo que queda, y conforme al tiempo provean en ello, de manera que a la contina tengan abastanza para el tornaviaje”. Fue por tanto en Tidore, y no antes, cuando se tomó la decisión de que la “Victoria” diera la vuelta al mundo, y esto por acuerdo de ambos capitanes, Elcano y Gómez de Espinosa, como afirmó Gómara y confirmó Maximiliano de Transilvano: “que aquella (la “Victoria”), que se había de partir luego, no volviese por la vía del Archipiélago (Filipinas) y estrecho por donde habían ido (Magallanes), sino que tirase la vía oriental hacia el cabo del Catigaran”. Fernández de Oviedo añadió que además debía hacerlo “por alta mar (y) navegasen cuanto más apartado pudiesen de la costa del Asia, porque no fuese vista de los portugueses”.

La “Victoria” fue aligerada de carga para la espantosa travesía que le esperaba. Le sacaron 50 quintales de clavo y partió de Tidore el 21 de diciembre de 1521 con 47 europeos y 13 indios. Allí quedó la “Trinidad” en reparación. Acabada ésta intentaría inútilmente encontrar los vientos favorables para volver a América. No los hallaría y caería finalmente en manos de los portugueses.

Elcano puso rumbo sur hasta la isla Mare, donde cargó madera, luego a la isla Moa, donde carenó la nave durante dos semanas y siguió a Timor, en cuyo puerto de Amaban estibó agua y alimentos. El 11 de febrero de 1522 zarpó de dicha isla dispuesto a navegar medio mundo sin escalas, para llegar a Europa; un viaje de más de cinco meses por el sur de Asia (no encontraron el cabo de Batigara de Ptolomeo) y África oriental y meridional, alejados de las costas, para no ser descubiertos por los portugueses. Durante los cinco meses pasaron hambre, sed y sufrieron enfermedades de las que murieron varios hombres. El 6 de mayo pasaron frente al cabo de la Buena Esperanza y doblaron por la costa occidental de África. El 9 de julio avistaron Cabo Verde y decidieron desembarcar en la isla Santiago. La nao hacía mucha agua y los marineros no tenían fuerzas para achicarla con la bomba. No quedaba agua, ni comida. Elcano envió una chalupa con 12 hombres para pedir al Gobernador agua, carne, pan y unos negros para manejar la bomba. Se le concedió y se llevaron abordo dos cargas, pero al tercer viaje los portugueses apresaron la chalupa con los doce hombres que iban en ella, pues descubrieron que la nao venía de las Molucas, ya que los españoles quisieron pagar lo comprado con tres quintales del clavo que llevaban. Viendo a sus hombres prisioneros, Elcano ordenó zarpar de inmediato y seguir viaje con los 17 marineros que le quedaban. Era el 15 de julio. Todavía tuvo que sortear una tormenta en las islas Azores, tras la cual, el 6 de septiembre, arribó a San Lúcar de Barrameda. Hubo que remolcar la nao hasta Sevilla, donde desembarcaron finalmente Elcano y los 17 marineros cadavéricos de la “Victoria”, con un cargamento de más de 500 quintales de clavo y otras especies, además de alguna madera de sándalo. Atracaron en la capital andaluza en la tarde del 8 de septiembre de 1522. ¡Hacía casi 9 meses desde que habían zarpado de Tidore y casi tres años desde que salieron de España!. Habían salido cinco naves con 275 tripulantes y regresaba una con 18 hombres.

El recibimiento fue entusiástico y de índole popular, especialmente cuando los marineros cumplieron su promesa de ir descalzos con velas a la Iglesia trianera de Nuestra Señora de la Victoria. Elcano comunicó su llegada al Emperador, rogándole que auxiliara a los españoles que habían quedado presos de los portugueses (estaban efectivamente en una cárcel de Lisboa) y Carlos I le ordenó ir a visitarle acompañado de dos de sus tripulantes. Elcano eligió a Francisco Albo y a Fernando de Bustamante y se puso en camino hacia Valladolid. La entrevista se celebró en la Corte, donde todos miraban con curiosidad y admiración aquellos hombres que habían estado en mundos ignotos, que habían recorrido todos los océanos y que habían demostrado experimentalmente que el mundo era redondo. El Emperador fue generoso en su recompensa. Cedió su quinto real o el 20% del valor de la mercancía traída para los marineros (incluidos los prisioneros de los portugueses) y nombró caballero a Sebastián Elcano, otorgándole un escudo que rememoraba su hazaña. Estaba dividido en dos cuarteles; en el superior tenía un castillo sobre campo rojo; en el inferior dos palos de canela, tres nueces moscadas en aspa y dos clavos de especie, representados sobre campo dorado. Como cimera un yelmo cerrado sobre un globo terráqueo con la leyenda “Primus circumdediste me”.

Carlos I ordenó a Santiago Díez de Leguizano, Alcalde de Casa y Corte, que tomara declaración jurada a los tres marinos sobre los acontecimientos más importantes y confusos del viaje. Elcano informó entonces de la conducta autoritaria de Magallanes, de haber desobedecido las ordenes reales y de su enfrentamiento con Juan de Cartagena, causa del amotinamiento de San Julián. Reconoció que el capitán Quesada, jefe de los rebeldes, le encargó del mando y artillería de la nao “San Antonio” y afirmó que la dureza de Magallanes contra los amotinados tuvo por objeto entregar el mando de las naves a sus amigos y parientes portugueses. El Emperador quedó satisfecho con las declaraciones juradas de los tres marinos y premió a Elcano con la merced de 500 ducados anuales y vitaliciamente sobre los fondos de la Casa de Contratación de La Coruña, que acababa de crearse y le indultó del delito pendiente de haber vendido su nave a unos mercaderes de Saboya. Elcano pidió al Emperador otras mercedes, como la Capitanía Mayor de cualquier armada que se enviara al Maluco (no pudo hacerse por estar ya nombrado para la siguiente frey Jofre García de Loaysa), la tenencia de la fortaleza que se pretendía fundar en las Molucas, un hábito de Santiago, etc.

Elcano gozó entonces de casi tres años de tranquilidad bien merecida. Los pasó en la corte vallisoletana y tuvo amores con María Vidaurreta, en la que le nació una hija (a la que dejó una manda de 40 ducados en su testamento). Asistió a las juntas de Elvas y Badajoz y finalmente pidió permiso para enrolarse en la nueva expedición que se enviaba al Maluco, la de frey García Jofre de Loaysa. Se le nombró lugarteniente del General y Piloto mayor de la armada. Embarcó en la nao “Sancti Spiritus”.

La nueva armada para la Especiería zarpó de la Coruña el 24 de julio de 1525 con seis naos y afrontó toda clase de desdichas. Se perdieron dos naves antes de llegar al Estrecho; confundieron además la entrada de este; perdieron la nao “Sancti Spiritus” en una tormenta y desertó la “San Gabriel”. La armada cruzó el estrecho de Magallanes el 26 de mayo de 1526 e inició la travesía por el océano Pacífico. Una tormenta dispersó las naves el 2 de junio y el 30 de julio murió frey García Jofre de Loaysa. Elcano asumió el mando de la flota, pero por poco tiempo, pues falleció también el 4 de agosto de 1526, abordo de la Capitana “Victoria”. Antes de morir hizo testamento nombrando heredero de sus bienes a su hijo Domingo del Cano, y disponiendo que si este muriera sin herederos pasara todo a su hija. Como albacea de sus bienes nombró a su madre Catalina del Puerto, que debía estar viuda, habiendo tenido la enorme satisfacción de ver a su hijo caballero y famoso, por haber capitaneado la primera nave que dio la vuelta al mundo.

Bibliografía

  • Del primer viaje alrededor del mundo quedaron numerosos relatos como los de Antonio de Pigafetta, Francisco Albo y el “Roteiro” de un genovés, todos ellos de marineros que viajaron en el mismo, así como las relaciones de Ginés de Mafra, Maximiliano de Transilvano, Vasco Gómez Gallego, etc. Parece que Elcano escribió así mismo un Diario que se ha perdido, pero que alcanzó a leer Fernández de Oviedo, utilizándolo en su obra, como nos dijo: “Pero en lo de suso yo he seguido la relación que Joan Sebastián del Cano me dio”. Vide así mismo:

FERNANDEZ DE NAVARRETE, M. Obras de..., Madrid, Atlas, 1964, t. II (contiene las relaciones de Transilvano, Brito, Albo, etc.)
FERNANDEZ DE OVIEDO, GONZALO: Historia General y natural de las Indias, Madrid, Atlas, 1959, t. II.
LOPEZ DE GOMARA, F. Crónica General de Indias, Historiadores Primitivos de Indias, Madrid, t. I, Editorial Atlas, 1946.
MELON, A. Los primeros tiempos de la colonización... Magallanes y la primera vuelta al mundo, Madrid, Salvat, 1952
PASTELLS, P. El descubrimiento del estrecho de Magallanes, Madrid, 1920

MLS

Autor

  • 0103 MLS