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LiteraturaBiografía

Dávalos, Marcelino (1871-1923).

Poeta, narrador, dramaturgo, periodista y abogado mejicano, nacido en el estado de Jalisco en 1871 y fallecido en Ciudad de México en 1923. Aunque cultivó con inspiración y acierto casi todos los géneros literarios, sobresalió especialmente por sus fecundas aproximaciones a la narrativa breve, hasta llegar a convertirse en uno de los más destacados autores de relatos en la literatura hispanoamericana del siglo XX.

Vida.

Su temprana orientación hacia las disciplinas humanísticas le llevó a cursar estudios superiores de Derecho, al tiempo que comenzaba a escribir sus primeros poemas. Una vez licenciado, se dedicó profesionalmente a la abogacía, aunque pronto alternó esta ocupación con sus frecuentes colaboraciones en los medios de comunicación, para acabar, en los últimos años de su vida, consagrado casi por entero a la profesión periodística. Esta presencia constante en los principales rotativos y revistas del país, unida a la fama que había logrado como poeta, dramaturgo y cuentista, le convirtió en una de las figuras más relevantes de la intelectualidad mejicana del primer cuarto del siglo XX. Sin embargo, su prestigio cultural y su poder concluyeron bruscamente después del asesinato del presidente constitucional Francisco Ignacio Madero, a quien Marcelino Dávalos había apoyado públicamente desde su relevante tribuna periodística. Victoriano Huerta, responsable directo del asesinato de Madero, desde su recién estrenado cargo presidencial dirigió en persona una dura represión contra los antiguos valedores del anterior mandatario, represión que condujo directamente a la cárcel al escritor de Jalisco. A su salida de prisión, Marcelino Dávalos tomó el camino del exilio y se afincó en Texas (en los Estados Unidos de América), donde -por paradojas frecuentes en la historia hispanoamericana- vino a morir, por aquellos mismos años, el causante de su caída en desgracia, el ex-presidente Victoriano Huerta, que falleció en la prisión tejana de Fuerte Bliss (El Paso) en 1916. Posteriormente, Dávalos regresó a su país natal y se afincó en la capital mejicana, donde perdió la vida en 1923, a los cincuenta y dos años de edad.

Obra.

Marcelino Dávalos irrumpió en el panorama literario mejicano con dos obras dramáticas tituladas Regalo de bodas (1900) y El último cuadro (1900), cuya buena acogida por parte del público y la crítica animó al escritor jalisciense a seguir cultivando el Arte de Talía. Así, tres años después presentó su tercer estreno, Guadalupe (1903), al que siguieron otras muchas piezas teatrales que granjearon un gran prestigio literario al autor de Jalisco: Así pasan... (1908), El crimen de Marciano (1909), ¡Viva el amo! (1910), Lo viejo (1991), Lecturas escénicas (1913), Veracruz (1915), Águilas y estrellas (1916), Jardines trágicos (1916) e ¡Indisoluble! (1916). A partir de este último estreno, Marcelino Dávalos se decidió a dar a la imprenta sus composiciones poéticas, que en poco más de un año salieron a la calle agrupadas en tres títulos diferentes: Iras de bronce (1916), Del bajío y arribeñas (1917) y Mis dramas íntimos (1917).

Pero, sin lugar a dudas, la mayor conmoción que Dávalos causó en el mundillo literario hispanoamericano tuvo lugar en 1915, a raíz de la publicación de una espléndida recopilación de relatos publicados bajo el título de ¡Carne de cañón! (México: Imprenta Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, 1915). Escritas entre 1902 y 1908, las narraciones breves recogidas en este volumen salieron -según una nota expresamente incluida en la primera edición- "bajo los auspicios de la Revolución de 1913", advertencia que ya venía a anunciar la obra de un escritor firmemente comprometido con la lucha social y manifiestamente opuesto a la dictadura de Porfirio Díaz, como quedaba patente en el contenido de sus relatos.

Ambientados en la gran extensión maya que ocupa el sureste de México (zona que Dávalos denomina "Territorio"), los cuentos del escritor jalisciense supusieron una durísima denuncia contra las prácticas de represión llevadas a cabo allí por las autoridades mandadas por Porfirio Díaz. En efecto, toda esa vasta extensión se había convertido en una especie de campo de prisiones al que, en medio de unas infames condiciones de vida, eran enviados los políticos rivales de Díaz, los campesinos anti-porfiristas, los intelectuales partidarios de la revolución y, en general, todos los defensores de los derechos humanos que mostraban su abierta oposición a la dictadura porfirista. Estos degradados seres, obligados a sobrevivir en medio de la selva, las fieras, la pobreza del suelo, la hostilidad de los indios y la virulencia con que allí se declaraba toda suerte de enfermedad contagiosa (la malaria, el paludismo, el vómito negro, etc.), constituyen la "carne de cañón" que da título a la obra y protagoniza los relatos de Marcelino Dávalos. Todos ellos malviven sometidos al trágico destino de aferrarse a una última esperanza de escapar del "Territorio" (huida prácticamente imposible, teniendo en cuenta los laberintos que conforman un mapa inextricable para quien no ha nacido y se ha criado en la selva del trópico), pero con el convencimiento de que cada día que pasa se hunden más en la degradación.

Las penosas condiciones de vida en que flota esta "carne de cañón" traen consigo otras lacras sociales que, como la corrupción y la prostitución, vienen a agravar, en su propio seno, la condena que se les ha aplicado desde fuera. Así, el conjunto de estos relatos de Marcelino Dávalos constituye un espléndido alegato intemporal contra los males que, en cualquier época y lugar, origina un gobierno dictatorial y represivo. Respecto a las técnicas estilísticas, resulta obvio destacar el poderoso influjo que, en relatos de esta índole, ha dejado la narrativa naturalista europea; desde esta pauta, Dávalos construye unos cuentos aparentemente sencillos y lineales (tanto en su progresión cronológica como en su recorrido argumental), en los que la narración de los hechos sólo se ve interrumpida por las lógicas interpolaciones nostálgicas que, en boca de esos personajes vencidos y humillados, intentan recuperar los buenos momentos vividos en tiempos mejores. Se acentúa así el patetismo de las condiciones de vida que rodean a esta "carne de cañón", empecinada en idealizar unos hechos pasados que, en su insignificancia, sólo pueden aparecer como idílicos ante los ojos de quienes malviven rodeados de peligros, miserias y degradación moral.

Bibliografía.

  • IGUÍNIZ, Juan B.: Bibliografía de novelistas mexicanos (México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1926).

  • MONTERDE, Francisco: Bibliografía del teatro en México (México: Secretaría de Relaciones Exteriores, 1933).

  • LEAL, Luis: Breve historia del cuento mexicano (Tlaxcala: Universidad Autónoma de Tlaxcala/Universidad Autónoma de Puebla, 1990).

J. R. Fernández de Cano.

Autor

  • JR.