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ReligiónBiografía

Antonio María Claret, San (1807-1870).

Religioso español, nacido en Sallent (Barcelona) el 23 de diciembre de 1807 y muerto en Fontfroide en 1870. Procedente de una familia de tejedores, se dedicó a este oficio hasta la edad de veinte años. A pesar de ello, no descuidó su educación, adquiriendo conocimientos de lengua francesa, literatura y dibujo. Aunque muy interesado en continuar el negocio familiar, decidió encaminar su futuro hacia la Iglesia. Ingresó en el seminario de Sallent a los veinte años, para más tarde trasladarse al de Vich. Dada su excelente disposición, Monseñor Corcuera, obispo de la diócesis, aceleró la ordenación de Claret. Éste se convirtió en sacerdote en 1835. Ocupó hasta 1840 las parroquias de su localidad natal y de Viladrau. Durante los diez años siguientes se dedicó en exclusiva a las misiones religiosas populares. Entre 1848 y 1849 predicó en Cataluña y en las Canarias y creó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María de Vich.

El Vaticano no pasó por alto su labor pastoral y lo promovió al arzobispado de Santiago de Cuba. Claret se mantuvo al frente de esta archidiócesis entre 1851 y 1860. Durante los seis primeros años recorrió la diócesis tres veces por entero, y otras cuatro veces más sólo parcialmente. Los últimos cuatro años, en cambio, los pasó en Madrid. En 1855 fundó en Cuba un seminario y la Congregación de las Religiosas de María Inmaculada para la Enseñanza. Su influencia en la isla fue mucho más allá de lo pastoral. Se opuso tenazmente a los grupos independentistas isleños, especialmente al de Camagüey. Impuso cajas de ahorro en todas las parroquias de la isla para la recaudación de dinero destinado a obras de caridad. En Puerto Príncipe creó la Caja Agrícola (1855) y la Casa de la Caridad, que trataban de fomentar el desarrollo económico y social de los nativos. Se manifestó contra la trata de esclavos y contra la discriminación de los matrimonios entre blancos y negros. El principal objetivo de su labor social fue hacer más accesible la educación para las clases desfavorecidas, con el fin de erradicar el alto nivel de analfabetismo de la isla. Por ello encontró la oposición de la oligarquía cubana, que veía peligrar su posición si se escolarizaba a los nativos. Estos recelos se tradujeron en atentados contra su vida (se dice que más de quince). En febrero de 1856, en Holguín, fue víctima de un ataque que a punto estuvo de costarle la vida.

Regresó a España en 1857, para hacerse cargo de su archidiócesis desde Madrid. Cuatro años después renunció al arzobispado, para ser nombrado de inmediato obispo de Trajanópolis y confesor privado de la reina Isabel II. Claret supo aprovechar esta posición privilegiada dentro de la camarilla real para influir en las decisiones políticas de la soberana. Incitó a la aristocracia madrileña a entregarse a las obras de caridad, amenazando con el peligro de una revolución social que conllevaría el triunfo del ateísmo. Los detractores de Isabel II vieron en el padre Claret al verdadero artífice de la política oscurantista de la reina. En todo momento se opuso a la presencia de liberales en el gobierno, pues creía que el liberalismo era incompatible con los intereses eclesiásticos. El reconocimiento por parte de Isabel II de la Unidad Italiana, a la que Claret era hostil, enfrió las relaciones entre la reina y su confesor. Claret salió de España, pero regresó al lado de la reina cinco meses después, por mandato expreso del papa Pío IX. Volvió a la corte armado con la absolución para Isabel II por el pecado cometido al reconocer la unidad italiana. Los progresistas acrecentaron sus críticas por este hecho y a ellos se sumó algún sector del propio gobierno.

Fue entonces designado presidente del Real Monasterio de El Escorial, cargo que ocuparía durante nueve años. En el monasterio fundó un centro eclesiástico con un gabinete de física muy avanzado, un museo natural y una importante biblioteca de títulos modernos, que lleva su nombre. Su presupuesto procedía de las rentas obtenidas de las desamortizaciones de los bienes eclesiásticos, lo que no impidió a Claret aprovecharlo para realizar importantes reformas locales. Creó un colegio en El Escorial en el que se impartía enseñanza primaria, bachillerato y clases de música e idiomas. Al mismo tiempo, trató de mejorar el aprovechamiento de las fincas que el monasterio poseía aún.

Aparte de su labor en El Escorial, fue uno de los miembros directivos del Hospital de Montserrat en Madrid. Fundó la Librería Religiosa de Barcelona, así como la Librería de la Academia de San Miguel. Llevó a cabo una ingente labor organizativa y creadora de congregaciones religiosas, como la de los Dominicos de la Anunciata, las Carmelitas de la Caridad, las Damas Adoratrices o las Capuchinas de la Divina Pastora. Dentro de esta labor, su obra predilecta fue la fundación de la Congregación de Misioneros Hijos del Corazón de María, que se extendió por todo el mundo.

Su labor literaria también fue prolífica, con unos cincuenta panfletos y ciento treinta libros y opúsculos. Sus obras tenían un marcado carácter propagandístico de la fe católica. Además de los temas religiosos, Claret dedicó a la música y a la agricultura algunas de estas publicaciones. De las obras doctrinales destacan Catecismo explicado (con diecisiete ediciones en castellano y catalán y unas ventas que se han estimado en cuatro millones de ejemplares) y Camino recto y seguro para llegar al cielo, con 250 ediciones. De sus publicaciones espirituales las más influyentes fueron Los tres estados de un alma, Diálogo sobre la adoración, El consuelo de un alma calumniada, La llave de oro y El templo y palacio de Dios nuestro señor.

Cuando triunfó la Revolución de Septiembre de 1868, el padre Claret acompañó a Isabel II al exilio. Los revolucionarios se ensañaron con Claret, atacando sin tregua todas sus actuaciones. Se le acusó de apoyar la causa carlista en contra de Isabel II y de haber mantenido relaciones sexuales tanto con la reina como con sor Patrocinio (sin embargo, al parecer Claret se negó siempre a dormir bajo el mismo techo que Isabel II). Se refugió primero en Francia, para pasar más tarde a Roma. Allí tuvo una importante participación en el Concilio Vaticano I, fue uno de los precursores en la defensa de la infalibilidad papal. Tras el concilio, el padre Claret volvió a Francia para ingresar en el monasterio de Fontfroide. Sus enemigos le persiguieron hasta allí e intentaron sacarlo por la fuerza del convento, ya en los últimos días de su vida. La muerte le sobrevino en Fontfroide el 24 de abril de 1870.

El conjunto de los actos que el padre Claret llevó a cabo en su vida, así como los supuestos prodigios que realizó después de muerto, llevaron a la Santa Sede a iniciar en 1887 el proceso de su beatificación (ya en 1899 León XIII le había declarado Venerable). En 1934 Claret fue beatificado por el papa Pío XII y, en 1950, canonizado.

Bibliografía

  • FERNÁNDEZ, Cristóbal. El Beato Padre Antonio María Claret: Historia documentada de su vida y empresas. Madrid, 1941.

  • FERNÁNDEZ, Cristóbal. El confesor de Isabel II y sus actividades en Madrid. Madrid, 1964.

Autor

  • Victoria Horrillo Ledesma