Pessoa, Fernando António Nogueira (1888-1935).


Poeta y ensayista portugués, nacido en Lisboa en 1888 y fallecido en su ciudad natal el 30 de noviembre de 1935. Casi un desconocido en vida para el público lector, pese a la intensa actividad literaria que desarrolló, la publicación póstuma de su obra supuso un hito determinante en la literatura -y cultura- portuguesa de su tiempo. Pessoa se convirtió en el faro del movimiento modernista portugués y su influencia, decisiva, cimentó un mito que aún perdura hoy día. La idiosincrasia de Pessoa fue compleja y ecléctica, tendente a unir concepciones religiosas orientales y esotéricas con otras derivadas del cristianismo, y enigmática, si cabe, pues hizo uso en sus escritos de numerosos heterónimos, nombres ficticios a los que dotó de personalidad propia y que desarrolló a través de los poemas atribuidos a cada uno de ellos.

Vida

La infancia y juventud de Fernando Pessoa transcurrió en Sudáfrica. Hubo de irse a vivir a Durban, en el estado de Natal, obligado por las circunstancias familiares. Había quedado huérfano de padre, crítico musical, a la edad de siete años; su madre contrajo un segundo matrimonio, en esta ocasión con el cónsul portugués destinado en Durban, el comandante Rosa, motivo por el cual la familia se desplazó hasta allí. Recibió una educación británica. En la universidad de Ciudad de El Cabo realizó estudios mercantiles, y muy pronto, en 1905, regresó a Lisboa.

De vuelta a su país, se matriculó en un curso de Letras de la Universidad de Lisboa. Se ganó la vida trabajando como traductor para varias casas comerciales, gracias a su dominio de la lengua inglesa y francesa. Hombre solitario y retraído, asiduo de los cafés lisboetas, comenzó a escribir sus primeros poemas precisamente en inglés, que llegó a publicar en 1918 con el título de 35 sonetos. La revista A Águia acogió en sus páginas la incipiente producción crítica y poética de Pessoa escrita en lengua portuguesa.

Pessoa había entrado a formar parte del grupo saudosista encabezado por el poeta Teixeira de Pascoais, pero abandonó al poco tiempo, junto a su amigo y también poeta Mário de Sá-Carneiro, alentado por la consecución de una poesía más vanguardista y atraído por las tendencias futuristas europeas que introdujeron en portugal Almada-Negreiros y Santa-Rita Pintor. En 1915, Pessoa, Sá-Carneiro, Luís de Montalvor y el brasileño Ronald de Carvalho fundaron Orpheu, revista de corta existencia (llegaron a editar dos números) pero decisiva para entender la renovación poética de la literatura portuguesa posterior. A Orpheu siguieron otras muchas revistas entre 1916 y 1935 (Eh real!/, Centauro, Exílio, Ícaro, Athena, etc.), con la misma escasa vida de la primera, que supusieron el cauce de expresión del gusto del grupo por lo irreverente, el sebastianismo delirante, las ciencias ocultas, la astrología y todo modo de esoterismo.

Murió en 1935 víctima de una cirrosis hepática, sin haber publicado más que tres libros en inglés -el ya citado, Antinous (1918) y English poems (1921)- y uno en portugués (Mensagem, 1934) y sin haber dejado nunca el gris empleo de traductor comercial. A su muerte se abrió el arca donde había dispuesto toda su obra.

Obra

La mayor parte de la obra pesoana tuvo una publicación póstuma. La recuperación comenzó en 1942, año en que salieron a la luz una antología de dos vólumenes, organizada por Adolfo Casais Montero, y las Obras completas (en once volúmenes), iniciadas por Luís de Montalvor y João Gaspar Simões.

Fernando Pessoa, sobre ser un fecundo poeta, fue también narrador, dramaturgo, crítico literario, pensador metafísico, ideólogo político y teórico de estética, economía y sociología. Sin embargo, el amplio número de materias abarcadas por su pluma no supone una dificultad añadida para el estudio al lado de la peculiaridad más sobresaliente y complicada de su producción, el empleo de los heterónimos, que tiene en 1914 su fecha de arranque. Y es que, para Pessoa, un heterónimo no se limitaba a un mero nombre ficticio con que firmar sus obras, sino que dotaba al poeta creado de unas señas de identidad independientes, hasta el punto de inventarle una biografía verosímil con el objeto de desprenderlo de su propia vida.

En Autognosis, escribió: «Me siento múltiple. Soy como una habitación con innumerables espejos fantásticos que convierten en falsas reflexiones una realidad única, anterior, que no se encuentra en ninguno y que se encuentra en todos«. De esa multiplicidad interrelacionada nacieron, en su imaginación, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, discípulos a su vez del también figurado Alberto Caeiro, e incluso el mismo Pessoa se ensoñó discípulo de él. Pretendía que cada heterónimo fuera leído como poeta independiente de los demás y de sí (Pessoa) mismo, lo cual supone negar una personalidad única. Consiguió dotarles de un estilo original, estableció nexos de influencia mutua, hizo que polemizaran entre sí y les confirió la capacidad de evolucionar, y todo ello sin ceder un ápice del espacio poético que a él le correspondía. Al conjunto de esta poesía, el autor la denominó «drama en gente«, y las descripciones biograficas que trazó en prosa de los heterónimos hicieron las veces de acotaciones escénicas, si bien fue en los versos que compuso en su nombre donde realmente reveló la forma de ser de cada personaje.

El arte poética y las actitudes fundamentales de cada uno de estos heterónimos -hubo más, como Bernardo Soares, al que Pessoa atribuyó El libro del desasosiego, o los menores Vicente Guedes y el barón de Teive– quedan establecidas como sigue:

Alberto Caeiro representa la ruptura con el simbolismo portugués y refleja un talante positivista y neopagano. Álvaro de Campos, el más vanguardista de todos ellos, un futurista convencido, compuso versos en la línea del poeta norteamericano Walt Whitman, y habló de regresar a un mundo mítico presidido por la Noche. Ricardo Reis, el latinista y helenista, creó odas clásicas (Odes), pletóricas de música y actualidad. Pessoa, en cuanto heterónimo, partiendo de la tradición de los cancioneros galaicoportugueses y del simbolismo, escribió una poesía metafísica y religiosa en la que verter su angustia vital. No todos los poemas firmados con su nombre se enmarcan en la producción del Pessoa heterónimo. Se tienen por textos pertenecientes al Pessoa ortónimo (el Pessoa «ele mesmo«, en terminología de los estudiosos de su obra) los poemas anteriores a 1914 y el libro Mensagem.

La necesidad de los heterónimos fue en realidad, como expresó el investigador Ángel Crespo, la «instrumentación teórica de sus ideas filosóficas y religiosas». Fernando Pessoa conformó a lo largo de su obra una teoría globalizadora en la que dio cabida al mito del sebastianismo, vaticinó la vuelta de un Supra-Camões y contempló una nueva religiosidad neopagana. Dicha teoría se originó en los primeros artículos que publicó en la revista A Águia, y la continuó hasta su muerte. El artículo en cuestión se titulaba «La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada»; allí expresó por primera vez la próxima aparición en Portugal de un poeta de su raza superior (Supra-Camões) que elevaría la poesía a las altas cotas ya alcanzadas en filosofía. La propuesta llevaba implícita la recreación del antiguo mito sebastianista, según el cual el legendario rey portugués don Sebastián regresaría algún día para restaurar la justicia e instaurar un Quinto Imperio, que sería dominado por Portugal. Constituidos los heterónimos pesoanos, el Supra-Camões surgirá como «un ente colectivo». El alma portuguesa se manifestaría mediante «un trascendentalismo panteísta distante del cristianismo y especialmente del catolicismo«. Ese sentido panteísta, plural y múltiple a la vez que único, tuvo en la compleja personalidad de Fernando Pessoa su plasmación definitiva.

Hasta la publicación de su obra, la literatura portuguesa no había conocido un caso semejante, y aún hoy sigue discutiéndose la dialéctica sinceridad/fingimiento. Sus inquietudes y angustias le condujeron a una aparente desnudez y sinceridad extrema, parádojica a veces:

«El poeta es un fingidor,Finge tan completamenteQue hasta finge que es dolorEl dolor que de verdad siente

Lo cierto es que, volcado en sus versos, Pessoa desactivó la creencia que se tenía hasta entonces de tener por verdadero cualquier sentimiento o ideal vestido de expresión poética, emociones retóricas vacías de autenticidad, y expuso con justeza poética un mundo de renovados sentimientos, que manifiestan la enorme tensión interior del poeta. Pessoa se sintió un poeta consciente y, actitudes más o menos ocultistas al margen, sus intuiciones fueron realmente subversivas para su época.

Respecto a su propensión por las ciencias ocultas, Fernando Pessoa llegó a escribir un Tratado de Astrologia. En una carta enviada a su amigo Sá-Carneiro, habla de cierto astrólogo de «largas barbas», llamado Raphael Baldaya. Se trataba, claro está, de otro heterónimo suyo, otro «compañero de espíritu», y en su nombre escribió para el Tratado textos de naturaleza teórica y gráfica (dibujos geométricos, esquemas, etc.). En Mensaje, uno de los libros más representativos de Pessoa, fraguado desde 1913 hasta la fecha de su publicación, utilizó sus conocimientos en materia astrológica y esotérica para componer los doce poemas centrales, que aluden a los doce signos del zodiaco. El ocultismo y el hermetismo de Mensaje son patentes desde su título -la intención primigenia del autor fue titularlo Portugal-, que puede entenderse bien explícitamente, bien implícitamente, por su referencia anagramática al lema latino «mens agitat molem« (‘la mente mueve a la materia’).

De su obra dramática figura O Marinheiro, una pieza de teatro simbolista compuesta por varios monólogos de prosa lírica. Asimismo, escribió una versión opuesta al Fausto de Goethe.

De entre resto de materias al servicio de las cuales puso su pluma, destacan los títulos: Páginas de Doutrina Estética (1946, año de publicación), Páginas de Estética e de Teoria e Críticas Literárias (1966), Páginas Íntimas e de Auto-interpretação (1966), dos volúmenes de Textos filosóficos (1968), Da República (1978), Sobre Portugal. Introdução ao Problema Nacional (1979), Ultimatum e Paginas de Sociologia Política (1980) y las anotaciones a modo de diario de Livro do Dessassossego (1982).