Oteiza Embil, Jorge (1908-2003).
Escultor y pintor español nacido en Orio (Guipúzcoa) el 21 de octubre de 1908 y fallecido en San Sebastián el 9 de abril de 2003.
En 1928 comenzó la carrera de Medicina en Madrid pero la abandonó en 1931 para dedicarse a la escultura. Tuvo que trabajar en diferentes oficios para ganarse la vida, al tiempo que se dio a conocer en algunos certámenes locales. En 1935, se marchó a América para residir sucesivamente en Chile, Argentina, Colombia y Perú. Alternó su trabajo creativo con su actividad como profesor de cerámica y con la publicación de varios textos teóricos, como Carta a los artistas de América sobre el arte nuevo en la posguerra, (1944) en el que expone su idea de un nuevo arte americano.
En 1948, creó el grupo Espacio que pretendía involucrar a escultores, pintores y arquitectos en proyectos artísticos comunes. En 1949, regresó a España y se integró en los movimientos artísticos renovadores. Un año después, le encargaron la estatuaria de la Basílica de Aránzazu, proyecto que sería finalmente paralizado y prohibido en 1955.
En 1963, se publicó su obra teórica más importante: Quo usque tandem…!, ensayo de interpretación del alma vasca a través del arte contemporáneo, y un estudio de las relaciones entre la prehistoria y la vanguardia. Tres años después fundó en San Sebastián el grupo GAUR (Grupo Fundacional Guipuzcoano) y en 1969 la Escuela de Deba, centro piloto de enseñanzas artísticas.
Galardonado con el Premio Internacional de Escultura de la Bienal de Sao Paulo (1957), recibió también el Premio Euzkadi de 1985 (que rechazó), la Medalla de Oro de las Bellas Artes (1985) y el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 1988.
Su obra se centró en torno al problema del espacio, del que destaca dos características básicas: ser un espacio real y concreto y ser un espacio expresivo, capaz de elucidar significaciones.
A partir de la herencia que dejaron los constructivistas soviéticos, partía del espacio en que se encuentra la estatua, convirtiéndolo en uno de sus elementos integrantes más activos. En un principio, en las piezas de Aránzazu, estaba ligado a un expresionismo clásico, que rompía y abría las esculturas, destacando la expresividad de sus rasgos. Posteriormente llegó a una detenida meditación sobre la escultura dinámica y, concretamente, sobre el hueco. A lo largo de muchos años, la aventura escultórica de Oteiza se convirtió en un proceso ininterrumpido de la experimentación. Su gama formal era completamente inédita y, en algún aspecto, totalmente opuesta a lo habitual: las formas protagonistas de la escultura eran los elementos espaciales y no los elementos materiales.
En 1960, decidió abandonar la escultura y dedicarse a la escritura, el cine, la experimentación de nuevas pedagogías y en ocasiones al trabajo en alguna obra resultado de sus investigaciones, en general por algún encargo. Su exacerbado sentido del análisis le condujo a la pura abstracción del mundo, la geometría, a la que arrancó un acento nuevo a la par que muy arcaico.
Sus escritos tienen la sugestión de lo visceralmente sentido, y hay en su palabra virginal y granítica el temblor y la admonición que tiene la voz de los profetas.
Un mes después de su muerte se inauguró el Museo Oteiza en Alzuza (Navarra), que alberga la colección personal del artista, compuesta por 1.650 esculturas, 2.000 piezas de su laboratorio experimental, además de una extensa presencia de dibujos y collages. En abril de 2005 se inauguró una nueva instalación que, con el nombre de «Oteiza 1908-2003. La colección», añadió 150 esculturas, 300 piezas de laboratorio, 40 dibujos y collages, cuadros de cerámicas polícromas y abundante documentación del artista a la colección ya existente en el museo. En diciembre de 2005 se reabrió también la casa-taller que el artista tenía en la propia Alzuza; en el espacio donde el artista trabajó y vivió se presentaron al público objetos inéditos vinculados a proyectos del artista en Bilbao o Montevideo, así como mucha documentación sobre su vida y obra.
Entre las muestras del artista destacan la celebrada en octubre de 2004 en el Museo Guggenheim de Bilbao, donde se inauguró una exposición retrospectiva del artista con más de doscientas cuarenta obras, entre ellas cuarenta dibujos inéditos, lo que supuso un amplio recorrido por su obra. Dicha exposición fue también presentada poco después en el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid y en el Museo Guggenheim de Nueva York.