Naoya Shiga (1883-1971).


Narrador japonés, nacido en Ishinomaki (en la prefectura de Miyagi) en 1883, y fallecido en Tokio en 1971. Autor de una espléndida producción narrativa constituida casi exclusivamente por relatos, está considerado como uno de los grandes renovadores de la prosa japonesa del siglo XX, a la que dotó de la delicadeza, sobriedad y concisión características de una peculiar concepción del hecho literario tan original y particular, que ha sido bautizada con su propio nombre («estilo Shiga»).

En general, toda la obra literaria de Shiga Naoya viene marcada, dentro del campo temático, por un esfuerzo supremo para asimilar y resolver, en lo que el propio autor considera una esfera de sabiduría y espiritualidad superior, las contradicciones que surgen del choque entre el final del período Meiji y el comienzo del período Taishô. En la propia peripecia biográfica de Shiga, dicho conflicto tomó la apariencia de una crisis religiosa que le llevó a abandonar sus iniciales creencias cristianas para acabar abrazando el budismo. Este vaivén religioso influyó también en la creación literaria del autor de Ishinomaki, que en 1908 se entregó repentinamente a un hondo proceso de peregrinación -tanto física como interior- del que no regresaría hasta después de ocho años. Sin embargo, no abandonó durante todo ese tiempo el cultivo de la escritura; y así, en 1910 presentó una brillante colección de narraciones breves que, bajo el título de La navaja, le consagraron como un maestro indiscutible del género.

En la línea de otros narradores como Junichirô Tanizaki, y de algunos poetas como Kinoshita Mokutarô (1885-1945) y Kitaahara Hakushû (1885-1942), Shiga Naoya postulaba con estos relatos el cultivo de un estilo literario pendiente de las emociones del individuo, profundamente preocupado por la estética, muy cuidadoso con la lengua literaria japonesa y hondamente enraizado en su tradición cultural.

Pronto afirmó esta corriente estilística con nuevas recopilaciones de relatos, como las tituladas El crimen de Han (1913) y En Kinosaki (1917), obras que le acreditaron como el mejor representante de la narrativa breve de su época. Sin embargo, para sorpresa de críticos y lectores en 1919 se enfrascó en la redacción de un ambicioso proyecto de novela extensa que le mantuvo ocupado hasta 1936, obra en la que volvió a recuperar situaciones y personajes ya aparecidos en sus escritos anteriores, siempre sujetos a esa misma interpretación espiritual de la existencia que propugna, por encima de todo, la búsqueda del equilibrio y la paz de la mente. Se trata de la novela titulada Anya Kozo (Viaje en una noche oscura, 1936), un bello texto que, dentro de las coordenadas estilísticas de concisión y sobriedad características del ya mencionado «estilo Shiga», presenta a un protagonista agitado por múltiples problemas personales y familiares, pero resuelto siempre a eludirlos para alcanzar su paz interior.

JRF.