Najibullah, Mohammad (1947-1996).
Político afgano, presidente de la República afgana entre 1986 y 1992, nacido en 1947 en Gandiz (provincia de Paktia) y muerto el 27 de septiembre de 1996 en Kabul.
Hijo de un comerciante adinerado del clan Ahmadzai, de la mayoritaria tribu pashtun, estudió en el Liceo Habibia y en la Universidad de Kabul, por la que se licenció en Medicina. En 1965, todavía estudiando, se unió al recién fundado Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA, comunista), militancia que le costó dos períodos de cárcel durante el reinado de Zahir Shah. En 1975 consiguió la calificación de médico.
Cuando el PDPA se hizo con el poder en 1978, Najibullah, que era miembro del Comité Central desde 1977 y pertenecía a la facción Parcham (‘bandera’) del Partido, fue enviado a Irán en misión diplomática. En enero de 1980 regresó a Kabul para hacerse cargo del nuevo Servicio de Información Estatal (KHAD, policía política), luego del derrocamiento y asesinato del presidente Hafizullah Amin, de la facción radical Khalq (‘masas’), en el curso de la invasión soviética del país.
En 1981 entró en el Buró Político del PDPA y en 1985 cesó al frente del KHAD, tras una trayectoria que le había dado el calificativo de «carnicero de Kabul». El 4 de mayo de 1986, a instancias de Moscú, sustituyó a B. Karmal como secretario general del PDPA y el 30 de noviembre de 1987 a Haji Mohammad Chamkani como presidente del Consejo Revolucionario, que se convirtió propiamente en la Presidencia de la República. Poco después, la URSS anunció su intención de retirar sus tropas de la guerra que la unía al Gobierno afgano contra los mujahidin islámicos, y el 14 de abril de 1988 se alcanzó en Ginebra el acuerdo en tal sentido. Najibullah, partidario declarado de la reconciliación nacional, recibió positivamente el arreglo, pues esperaba que con la retirada de las tropas soviéticas podría llegarse a un compromiso exclusivamente entre afganos. Las últimas unidades soviéticas abandonaron el país el 25 de enero de 1989 y el régimen de Najibullah, para sorpresa general, no sólo resistió una ofensiva guerrillera que se presumía final, sino que se mantuvo en el poder por tres años más.
En este tiempo, que era evidente no podía prolongarse en demasía, Najibullah intensificó sus esfuerzos en pro de un cese de hostilidades; en 1990 renunció formalmente al marxismo, aceptó la economía de mercado y transformó el PDPA en un partido esencialmente nacional y laico, el Hezb-i-Watan (‘Patria’). No obstante, Najibullah erró en el cálculo de sus posibilidades reales. Por un lado, EE.UU. y la URSS deseaban ver liquidado el conflicto afgano y el 13 de septiembre de 1991 anunciaron que interrumpirían toda ayuda militar a las partes respectivas desde el 1 de enero de 1992, indicando Moscú con ello que no se responsabilizaba de la suerte de su hasta entonces protegido en Kabul; por otro lado, Najibullah no encontró respuesta a sus ofertas en el bando mujahidin, a su vez dividido en múltiples milicias y clanes no preocupados en el futuro del país por carecer de verdadera conciencia de Estado y sólo unidos coyunturalmente en la empresa de derrocar al gobierno «ateo». Incluso en el propio Hezb-i-Watan Najibullah encontró la oposición del ala Khalq, que no dudó en unirse al líder mujahidin Gulbuddin Hekhmatyar, del Hezb-i-Islami, para conspirar desde una renacida solidaridad tribal pashtun, lo que sugería que el conflicto abandonaba los motivos ideológicos (islamismo contra ateísmo comunista) y adquiría un componente étnico tradicional. La perdedora, en última instancia, de esta evolución era la opción de Estado plurinacional que propugnaba Najibullah.
A pesar de que Najibullah era el único interlocutor internacional para hablar de Afganistán en cuanto a Estado, su situación fue la de otros dictadores abandonados por resultar inútiles para las superpotencias en el nuevo orden internacional surgido de la Guerra Fría. La embestida final de las guerrillas se produjo en la primavera de 1992. El 16 de abril, días antes de la caída de Kabul, Najibullah dimitió como presidente de la República y del Partido e intentó escapar a India, pero fue arrestado por efectivos gubernamentales, devuelto a la capital y formalmente destituido de todos sus cargos por un Consejo Constitucional de emergencia. Refugiado en la oficina de Naciones Unidas de la capital, Najibullah quedó a salvo de las nuevas autoridades mujahidines, quienes no obstante rechazaron la petición de aquella organización para sacar a su incómodo huésped del país y a cambio demandaron su entrega para ser juzgado por su actuación criminal al frente del KHAD.
Najibullah, quien se describió amargamente como un «pacifista incomprendido«, permaneció atrapado en el recinto de la ONU durante cuatro años. Pero el 27 de septiembre de 1996, nada más entrar en Kabul la triunfante milicia talibán, conocida por sus métodos expeditivos y sus planteamientos más radicales que los de Hekhmatyar, Masood, Rabbaniy otros conocidos dirigentes mujahidines, la residencia de la ONU fue asaltada y Najibullah capturado e inmediatamente asesinado. Su cuerpo y el de su hermano Shahpur fueron expuestos colgados de un poste de la luz en la Plaza Ariana, cerca del Palacio Presidencial que en el pasado habitara.
ROZ