Nachtigal, Gustav (1834-1885).


Explorador alemán, nacido en Eichstedt (Prusia) en 1834 y muerto en las aguas del golfo de Guinea en 1885. Médico militar de profesión, abandonó el ejército prusiano en 1861 y se estableció en Túnez como médico del bey, desde donde comenzó a hacer importantes incursiones de exploración en el desierto del Sáhara, desde Túnez hasta Kuka (Nigeria).

Hijo de un pastor protestante afincado en las cercanías de Stendal, Gustav Hermann Nachtigal entró a formar parte del ejército prusiano hasta que una seria afección pulmonar le obligó a abandonarlo. Bajo la protección de un tío suyo se marchó a Argelia en 1862 y desde allí partió hacia Túnez, donde trabajó como médico privado hasta 1869. Un poco antes, en diciembre de 1868 llegó a Túnez F. Gerhard Rohlfs, encargado por el Gobierno de Prusia para llevar diversos presentes al sultán de Bornu. Rohlfs entabló relación con Nachtigal y éste no tardó en ofrecerse a seguir con su misión, hecho que marcó el comienzo de su dedicación a los viajes y a las exploraciones. Así, Nachtigal atravesó el desierto de N a S para llegar hasta el norte de Nigeria, y exploró la desconocida región de Tibesti así como Kanem, Borku, Bagirmi, Wadai y Dar Fur por encargo del Gobierno prusiano. Luego continúo por su cuenta hacia el E, explorando el Sudán central hasta alcanzar el Nilo. Regresó a Europa en 1875 y publicó su libro Sáhara y Sudán, donde describe sus impresiones ante la indefensión de los indígenas:

«Empezaba a tranquilizarme por la suerte de nuestros infelices adversarios cuando, con gran pena mía, la situación pareció cambiarse por culpa de mis propios criados. Almás y Hammu intervenían en la batalla que, en realidad, no era para ellos sino una agradable cacería, sin los peligros ni las fatigas de otras; aparte de que, dada la fijeza de los blancos, no exigía gran habilidad. Mi indignación ante esta cobarde inhumanidad no produjo impresión alguna en ambos fanáticos. Mi autoridad terminaba allí, ya que para aquellos hombres se trataba de un derecho religioso que el cristiano no podía impugnar. No sentían tampoco el más pequeño reparo en matar a aquellos «malditos paganos» como a pintadas, puesto que se habían negado a someterse a un rey mahometano y a las leyes del Islam. De no haber sido Almás, por suerte, un tirador bastante malo y Hammu otro pésimo, y de no habérseles agotado muy pronto las municiones, muchos desgraciados kimre habrían pagado aquel día con la vida su excesiva confianza en las ceibas. […] Fui testigo ocular de la primera víctima de la jornada. Desde las alturas de una cofa el joven y corpulento paladín de una de las familias arrojaba sus inofensivos proyectiles, cubriéndose en lo posible con su escudo o con el antepecho de la cesta. De vez en cuando se incorporaba en toda su estatura y, el puño rabiosamente apretado, increpaba a sus perseguidores, dirigiéndoles palabras de mofa y desprecio, las cuales eran coreadas por las exclamaciones alentadoras de las mujeres que le rodeaban. En uno de aquellos momentos le alcanzó una bala de Almás y el infeliz se desplomó sin un grito.«

En 1882, Nachtigal fue nombrado cónsul general en Túnez. Su siguiente viaje no comenzó hasta 1884, tiempo durante el cual estuvo ejerciendo de cónsul de la Alemania unificada en Túnez. Por orden de Otto von Bismarck fue enviado al Golfo de Guinea, donde fundó los protectorados de Togo (Togoland)y Camerún, que contribuyeron al inicio del imperio colonial alemán en África. Cumplida su misión, murió el 20 de abril de 1885 a bordo del Möwe durante la travesía de regreso a Alemania.