Musharraf, Pervez (1943-VVVV).


Militar y político paquistaní nacido en agosto de 1943 en Nueva Delhi (India). En octubre de 1999 lideró el golpe de Estado que derrocó al Gobierno del primer ministro Nawaz Sharif y en junio de 2001 se autoproclamó presidente de Pakistán.

Realizó sus estudios primarios en la ciudad portuaria de Karachi y después adquirió formación militar en la Escuela de Estado Mayor de Quetta, en la provincia de Beluchistán. En 1964 se incorporó al Ejército y, ese mismo año, se le encomendó el mando de un regimiento de artillería en Cachemira, donde participó en 1965 y 1971 en sendos enfrentamientos armados contra India. A mediados de la década de los ochenta su carrera militar comenzó a despuntar gracias al interés del presidente Zia ul-Haq por promocionar especialmente a oficiales musulmanes. Su primera misión importante fue el entrenamiento de mercenarios, reclutados entre los grupos extremistas islámicos, para participar en la guerra contra los soviéticos en Afganistán.

En 1995 recibió el ascenso al grado de teniente general y destino en la región de Punjab, zona fronteriza con India y de máxima importancia estratégica. Finalmente, en el mes de octubre de 1998, el primer ministro Nawaz Sharif le nombró comandante en jefe del Ejército de Pakistán y jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas nacionales, en sustitución del general Jehangir Karamat. Un año mas tarde, el 12 de octubre de 1999, Sharif decidió aprovechar la ausencia de Musharraf, que se encontraba de visita oficial en Sri Lanka, para apartarlo del cargo pero, pocas horas después, Musharraf regresó al país para liderar el golpe de Estado iniciado por las unidades del Ejército sublevadas en su nombre. Después de tomar el control de la capital, depuso al gobierno legítimo del primer ministro Nawaz Sharif.

Sin renunciar a sus cargos de jefe del Ejército y jefe del Estado Mayor, el 20 de junio de 2001 se autoproclamó además presidente del país, después de destituir a Mohamed Rafiq, que ocupaba el puesto de forma simbólica. Se granjeó además la condena de la comunidad internacional occidental porque ordenó la disolución del Parlamento federal y de las Cámaras autónomas, aunque prometió convocar elecciones para el otoño de 2002. Las deterioradas relaciones bilaterales con India, marcadas por tres guerras y una carrera armamentística nuclear, continuaron marcando la agenda política de Musharraf y, en julio de 2001, el nuevo presidente paquistaní y el primer ministro indio, Atal Bihari Vajpayee, celebraron una cumbre en Agra en la que no consiguieron acercar posturas sobre la soberanía de Cachemira, disputada por ambos países.

Los conflictos fronterizos quedaron relegados a un segundo plano a partir del 11 de septiembre de 2001; la trágica jornada en la que los Estados Unidos sufrieron el peor ataque terrorista de su historia y en la que, de forma indirecta, Pakistán se colocó en la primera línea de la actualidad internacional. Las autoridades estadounidenses apuntaron hacia el entorno del disidente saudí Osama Bin Laden, refugiado en Afganistán, como el principal sospechoso de los atentados y anunciaron una represalia inmediata contra los grupos terroristas responsables y los Estados que les dieran cobertura. El Gobierno del presidente George Bushpidió además la colaboración incondicional de la comunidad internacional en la lucha contra el terrorismo y buscó, de forma especial, el respaldo del Ejecutivo de Pakistán; país fronterizo con Afganistán y uno de los pocos aliados del régimen talibán instalado en Kabul.

En un intento de evitar la más que previsible intervención estadounidense en las montañas afganas, Pakistán, uno de los tres países del mundo que reconocía al gobierno talibán y el único que mantenía un embajador en la capital de Afganistán, envió una delegación oficial al país vecino para pedir a Mohamed Omar, líder supremo de los talibán, la entrega de Osama Bin Laden. Pero la negativa de Kabul y la presión estadounidense colocaron al Gobierno de Pervez Musharraf en una posición delicada. No podía rechazar la colaboración solicitada por EE.UU. pero tampoco podía enemistarse con el régimen talibán, ampliamente apoyado por el islamismo extremista paquistaní y por amplios grupos de población que hacían gala de un radical antiamericanismo. Pese al riesgo de que se produjera una rebelión islamista en el país, alimentada por los líderes religiosos paquistaníes que hicieron una llamada a la guerra santa (yihad) si EE.UU. atacaba Afganistán, Musharraf optó finalmente por la colaboración con Washington y autorizó el uso de su espacio aéreo a EE.UU. Para recompensar este apoyo, Bush anunció el levantamiento de las sanciones impuestas a Pakistán e India por las pruebas nucleares que realizaron en 1998 y que habían asfixiado la débil economía del país.

En busca del apoyo popular que secundase su autoproclamado cargo presidencial, en abril de 2002 Musharraf convocó un referéndum para prorrogar su mandato por un periodo de cinco años. El resultado, favorable a las pretensiones continuistas del general, fue ampliamente cuestionado por los grupos de oposición y los observadores independientes, que tildaron de fraudulento el proceso electoral. Mas aún, en un intento de legitimar la presencia del Ejército en el sistema político paquistaní, Musharraf impuso reformas constitucionales que reservaban al presidente el derecho de destituir al primer ministro y disolver el Parlamento e incluían, entre otras medidas, la creación de un Consejo Nacional de Seguridad con amplia representación de la cúpula militar. Con la permanente amenaza del veto del ejército sobre cualquier Gobierno o Parlamento civil, no es de extrañar que la oposición tachara de irrelevante el alcance de los resultados de los comicios legislativos que, tal y como prometió Musharraf cuando se autoproclamó presidente del país, se celebraron en octubre de 2002. Por si fuera poco, Musharraf vetó la participación en los comicios de los más fervientes opositores de su régimen, los ex primeros ministros exiliados Benazir Bhutto y Nawaz Sharif.

Bajo nuevas acusaciones de fraude y con un índice de abstención superior al 65%, las legislativas de 2002 otorgaron el triunfo a la PML-Q, una facción escindida de la Liga Musulmana de Pakistán de Sharif que ofreció su respaldo a Musharraf, pero la renta de 75 escaños obtenidos no permitía la formación de Gobierno en solitario. El PPP (Partido del Pueblo de Pakistán) de Bhutto logró 62 diputados, mientras el Frente Unido de Acción-MMA, una coalición de partidos islámicos contraria a la política proestadounidense del presidente, dio la gran sorpresa de la jornada al convertirse en la tercera fuerza de la Asamblea Nacional con 48 escaños.

En el mes de diciciembre de 2003, Musharraf escapó ileso de dos atentados perpetrados, con once días de diferencia, en Rawalpindi. El 1 de enero de 2004 fue ratificado en la Jefatura del Estado por el Parlamento nacional.

Finalmente, el 15 de diciembre de 2007 el presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, levantó el estado de excepción y restauró la Constitución para celebrar las elecciones generales. El 18 de agosto de 2008 renunció a la presidencia de Pakistán para evitar ser procesado por sus rivales políticos, y fue sucedido interinamente por Muhammad Mian Soomro. Las siguiente elecciones fueron ganadas por Asif Ali Zardari, viudo de la asesinada Benazir Bhutto, anterior candidata por el PPP, quien asumió oficialmente el cargo el 9 de septiembre de 2008.