Martínez, Esteban José (1742-1798).
Navegante y descubridor español nacido el 10 de diciembre de 1742 en Sevilla y fallecido en la misión de Loreto (Baja California) el 28 de octubre de 1798.
Fue bautizado como Esteban José Pedro de Santa Leocadia Martínez en la iglesia de Santiago el Viejo de Sevilla. Era hijo del asturiano Martín Martínez y de la sevillana Antonia María Fernández Vigueras, natural del pueblo de Manzanilla. La ceremonia fue presidida por el cura párroco Benito Navarro, siendo apadrinado por Pedro Tresguerres. Pronto quedó huérfano de padre, pues ingresado éste el 18 de agosto de 1748 en el Hospital Real General de Madrid, falleció el 23 de octubre siguiente. Este deceso le permitió ingresar el 7 de noviembre de 1750, a la edad de ocho años, en el Real Colegio Seminario de San Telmo, institución hispalense fundada en 1681 para formar a huérfanos en la ciencia náutica. Según la documentación de la institución sevillana, Esteban José Martínez era “blanco, pelo, cejas y pestañas rubias, ojos pardos tiernos y menudo de facciones”. Realizó su primera navegación a la Mar del Sur (Pacífico) en el navío Príncipe Lorenzo, de propiedad de Tomás Núñez, entre 1759 y 1760 como grumete. A su vuelta a la Península se negó a continuar los estudios en San Telmo y poco después se embarcó como marinero en el navío El Fénix. En este barco, propiedad de la Real Armada, Martínez debía realizar su segundo viaje de prácticas a principios de 1762, para lo que se trasladó al puerto de Cádiz, pero al no conseguir el puesto de pilotín al que aspiraba -de lo que se deduce que ya tenía el título- y recibir sólo la autorización para embarcarse como marinero, Martínez decidió regresar a la capital hispalense sin permiso. Expulsado de San Telmo, poco sabemos de Martínez hasta su nombramiento por el virrey Bucarelicomo segundo piloto del puerto de San Blas (Nayarit, México), fundado por el malagueño José de Gálvez en 1768 para impulsar el descubrimiento del Pacífico y la colonización de las Californias. En su expediente personal se incluyen varios viajes particulares “a la América septentrional y meridional”, pero se desconocen las fechas y destinos concretos. Más documentada está su boda con la sevillana Gertrudis González en 1770 en la parroquia del Sagrario de la capital hispalense.
Los primeros trabajos de Martínez en México fueron de reconocimiento del litoral pacífico para encontrar un lugar apropiado a donde trasladar el malsano departamento de San Blas: siempre anegado por la arena y con un clima malsano. Fue nombrado ayudante del teniente de navío Ignacio de Arteaga y coincidió con él en la elección de Matanchel, bahía utilizada por los jesuitas californianos, aunque San Blas nunca fue abandonado. En 1774, Martínez fue nombrado segundo piloto de la fragata Santiago, barco capitaneado por Juan Pérez, que descargó bastimentos en los puertos de San Diego y Monterrey antes de ascender hasta Alaska (Queen Charlotte island) y descubrir el puerto de Nutka (surgidero de San Lorenzo) y varios parajes de la costa de los estados de Washigton y Oregon (EEUU). Un año después, volvió a participar en los descubrimientos del Noroeste, esta vez como primer piloto de la fragata Santiago, capitaneada por el teniente de navío Bruno de Heceta.
Durante los siguientes años se multiplicaron los viajes. En 1776 y 1777, al mando de los paquebotes La Concepción y San Carlos, cumplió varias navegaciones a Baja California y Sonora para transportar víveres, soldados y caballos. En 1778 capitaneó el San Carlos con destino a San Diego, conduciendo armas y bastimentos, y un año después, en 1779, comandó la Santiago con socorros para los presidios y misiones de la Alta California. El mismo viaje repitió en 1780 con la citada fragata. Como recompensa por estas navegaciones fue ascendido a primer piloto de la Real Armada en 1777 y, en 1781, Carlos IIIle concedió el grado de alférez. En 1782 mandó las fragatas Princesa y Favorita, destinadas a llevar las memorias para San Diego. Después exploró el canal de Santa Bárbara (Alta California), cuyo litoral plasmó en varios mapas. Además, Martínez ayudó a la edificación del presidio del mismo nombre y la cercana misión de San Buenaventura. En 1783, de nuevo abasteció los presidios de la Alta California con la fragata Favorita y el paquebote San Carlos. Tras un año sin viajar, volvió a Santa Bárbara y San Diego en 1785 con el paquebote Aránzazu, y en 1786 coincidió con el expedicionario francés Lapérouse en la misión de San Carlos de Monterrey.
Además de estas navegaciones, que permitieron afianzar definitivamente la ocupación de la Alta California, Esteban José Martínez se hizo cargo de la comandancia del departamento de San Blas entre el 27 de noviembre de 1775 y el 17 de junio de 1786. Su prestigio como marino era grande, por lo que el virrey no tuvo ninguna duda en designarlo jefe de la expedición destinada a explorar el litoral del Noroeste en 1788 y comprobar si los rusos tenían establecimientos. Nuestro marino viajaría en la fragata Princesa, siendo ayudado por los pilotos Antonio Fernández y Esteban Mondofia, y por el pilotín Antonio Palacios. El barco fue acompañado por el paquebote San Carlos, comandado por Gonzalo López de Haro. El 9 de marzo, los barcos emprendieron la navegación, alcanzando tierra el 15 de mayo por los 58º 32′ N. Después, siguieron el litoral hacia el oeste y atravesaron la boca del Prince Willian Sound, avistando varias islas. Cuando ya preparaban el regreso, el San Carlos halló a los “temidos” rusos, quienes recibieron cordialmente a los capitanes y tripulaciones de ambos barcos. Las buenas relaciones permitieron conocer que los rusos estaban esperando tropas y municiones para ocupar el puerto de Nutka al año siguiente.
Las noticias adquiridas por Martínez y Haro desataron la alarma del virrey mexicano, quien envió a los dichos capitanes a ocupar Nutka en 1789 con la fragata Princesa y el paquebote San Carlos. Al llegar al citado puerto, los barcos encontraron otros dos angloamericanos –Lady Washington y Columbia– y un tercero que navegaba bajo bandera portuguesa, el Iphigenia Nubiana. Los dos primeros habían salido de Boston con el propósito de comprobar si eran ciertas las noticias sobre las riquezas peleteras de este enclave noroccidental vertidas en el diario del tercer viaje del capitán James Cook, cuyos hombres habían rescatado y posteriormente vendido numerosas pieles en Cantón, lo que les había reportado buenas sumas de dinero; episodio este fundamental para explicarnos la gran cantidad de proas que pusieron rumbo hasta estas desconocidas latitudes a partir de 1785.
Los papeles del paquebote Iphigenia Nubiana, barco perteneciente en realidad a una compañía inglesa, llenaron de temor a Martínez, quien decidió apresar el barco y luego liberarlo a cambio de otra nave a punto de llegar a Nutka, la goleta Northwest America, que fue rebautizado con el nombre de Santa Gertrudis. La situación se complicó con la llegada de un tercer barco inglés, la balandra Princess Royal, al mando del capitán Thomas Hudson, y con la capitana, el Argonaut, capitaneado por James Colnett. Para entonces, Martínez, alegando el derecho de descubrimiento, había tomado formal posesión del puerto e iniciado la construcción de diversas dependencias. Informó de esta actividad a Colnett, quien recibió permiso para hacer aguada y cortar leña, pero, en medio de los trámites, al parecer por confusión de palabras y escritos, ya que ninguno de ellos entendía el idioma del otro, Martínez decidió apresar los dos barcos ingleses y enviarlos al puerto novohispano de San Blas.
El piloto José Tobar y Tamariz sería el encargado de conducir el Argonaut a San Blas, navegación que emprendió el 14 de julio. Ese mismo día, el barco americano Columbia partió para Macao conduciendo a la tripulación de la goleta –también requisada- Northwest America. Por su parte, el Princess Royal, rebautizado Princesa Real, levó anclas rumbo a San Blas el 27 de julio conducido por el piloto José María Narváez; lo escoltaría el San Carlos, capitaneado por Gonzalo López de Haro. A pesar de la contundencia en las actuaciones, el 29 del mismo mes llegó José Cañizares a Nutka, comandando la fragata Nuestra Señora de Aránzazu, con una orden inesperada: que todos los barcos y hombres regresasen a San Blas. Esta medida del virrey Flórez fue negativa, pues al mismo tiempo que se producía el abandono de Nutka, nuevas órdenes llegadas de Madrid -aprobando la ocupación del citado puerto- obligaron a regresar, esta vez con un número superior de hombres y armamentos. Pero mientras se edificaban nuevas construcciones, se aclimataban plantas y se realizaban difíciles exploraciones en busca del paso del Noroeste, el apresamiento de los barcos ingleses por parte de Martínez provocaba un conflicto entre Londres y Madrid, conocido como la cuestión de Nutka (The Nootka Sound Controversy) que estuvo a punto de desencadenar una guerra continental. La expedición para reocupar Nutka se realizó con la fragata Concepción, mandada por Francisco Elisa y el paquebote San Carlos, capitaneado por Salvador Fidalgo, ambos teniente de navío. En este último barco serviría Esteban José Martínez como “piloto de derrotas”, quien regresó a San Blas a finales de 1790.
De vuelta a Nayarit, Martínez obtuvo permiso para regresar a España, en donde se reuniría con su esposa. Pero se demoró hasta 1792, pues tuvo que atender un rancho de ganado en Tepic (Nayarit). Finalmente, llegó a La Coruña en el citado 1792, siendo este mismo año ascendido a teniente de fragata. Esteban José Martínez fue nombrado oficial de escolta en varios convoyes de azogue, pero en 1795 solicitó al rey su regreso a San Blas. Su esposa estaba dispuesta a acompañarle. Así lo realizó, repartiendo su tiempo entre el rancho y los viajes de abastecimiento. En derrota a la Antigua California, se sintió enfermo en la misión de Loreto, muriendo el 28 de octubre de 1798. Fue enterrado en la iglesia de la misión. Tres días antes hizo testamento ante el comandante del presidio.
Además de sus numerosos trabajos, Esteban José Martínez redactó y presentó al rey un proyecto para colonizar el Noroeste, entre el estrecho de Juan de Fuca y el cabo Mendocino, a cambio de que la Corona le proporcionase 300 hombres, nueve oficiales y 40 frailes. Aparte de mantener a raya a los buques ingleses, abriría camino entre el estrecho de Fuca y México. La financiación la aportaría el comercio de pieles con Macao. Sin embargo, la respuesta del virrey Revillagigedo fue contundente: “es uno de los muchos proyectos producidos por la ligera imaginación de Martínez que nunca descansa, sin una necesaria comprensión de las dificultades, gastos y reglas”. A pesar de este juicio negativo, el marino sevillano fue uno de los protagonistas de la expansión española en el Noroeste, realizando numerosas navegaciones a todas las regiones y contribuyendo a la cartografía de este difícil litoral del Pacífico Norte.
Bibliografía
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Salvador Bernabéu Albert