Luis I, Rey de Portugal (1838-1889).
Rey de Portugal, nacido el 31 de octubre de 1838, en el Palacio de las Necesidades, en Lisboa, y murió el 19 de octubre de 1889 en la ciudadela de Cascais. Fue el segundo hijo de la reina María II y de Fernando de Sajonia-Coburgo, subió al trono de Portugal tras la muerte de su hermano, Pedro V, y se casó por poderes con doña María Pía, hija del rey del Piamonte, Víctor Manuel.
Dotado de un notable temperamento artístico, el príncipe Luis fue educado primorosamente desde su más tierna infancia; en sus ratos de ocio se dedicaba a leer a Shakespeare, su autor favorito, y a tocar el violín, instrumento en el que era un consumado maestro. Durante su dilatado reinado, el país gozó de un período de calma y bonanza; tan sólo tuvo que enfrentarse en serio con el pronunciamiento de Saldanha, del año 1870. En el año 1869, el duque de Saldanha, militar de gran prestigio y embajador en Londres, pidió al rey que le nombrase comandante en jefe del ejército portugués, petición que fue declinada por el gobierno, lo que provocó el descontento de los numerosos seguidores del militar, quienes prepararon una manifestación de simpatía hacia el líder el 1 de diciembre de 1869, en el teatro Doña María II; sin embargo, la inmensa mayoría del público acogió con pitos y muestras de desaprobación al conde, lo que provocó que éste y sus seguidores fraguaran un pronunciamiento que tendría lugar en la madrugada del 19 de mayo de 1870 y, a raíz del cual, las tropas obligaron al monarca a aceptar al conde en el gobierno, a lo que accedió, con la intención de evitar males mayores. El conde de Saldhana aglutinó en su persona la presidencia del Gobierno y las carteras de Guerra y de Negocios Extranjeros.
A parte de este último incidente, el resto del reinado de Luis I fue un período de paz que posibilitó la recuperación de Portugal en múltiples aspectos, tanto en política exterior como interior, y en la vida cultural del país. Luis I, en su deseo de proyectar a Portugal hacia el mundo exterior, y en concreto en Europa, apoyó las Conferencias Democráticas del Casino, foro donde se daban cita lo más granado de la progresía portuguesa y europea. También se preocupó por no perder posiciones en la política expansionista y colonial que los países europeos practicaban en el continente africano. Envió expediciones, comandadas por Serpa Pinto, al cabo Benguela (1877) y al curso del río Zambeze (1878), que llegaron hasta las cataratas Victoria y exploraron regiones hasta el momento desconocidas para Europa, lo que permitió rectificar muchos de los lugares nombrados anteriormente por el famoso explorador Livingstone. En el año 1884 financió otra expedición, al mando de Hermenegildo Capelo y Roberto Iveus, que atravesó África, desde Luanda hasta Tete, además de otras más expediciones, todas ellas con el mismo objetivo científico y económico para la Corona.
A partir del último cuarto de siglo, la política interna portuguesa, tanto tiempo en relativa calma, entró en un proceso de transformaciones y crisis que a la larga acabaría afectando seriamente a la monarquía lusa. El 7 de septiembre de 1876, mediante el Pacto de la Granja, se fundieron el Partido Histórico y el Partido Reformista, en el Partido Progresista que, a partir de ese momento, sería el único aglutinador de los ideales liberales y progresistas del país, y en el que se encontraban los personajes más influyentes e importantes de la vida política. El nuevo partido presionó al rey para que introdujera ciertas reformas liberales en la Constitución del país, cuya finalidad era establecer condiciones de libertad (políticas, sociales, de asociación) y de igualdad (ampliación del sufragio electoral, mayor representación en la cámara de las minorías sociales).
La fuerza progresista hizo especial hincapié en la descentralización administrativa y en la necesaria revisión del poder judicial, de la legislación tributaria, del ejército y de las sociedades bancarias. El rey Luis I, en vez de aceptar las propuestas aperturistas de los liberales, optó por patrocinar al Partido Regeneracionista, liderado por Fontes. Esta reacción conservadora del rey provocó las protestas de los progresistas, los cuales se dedicaron desde entonces a dirigir ataques y acusaciones directas contra la persona del rey. Mariano de Carvalho, en el Diario Popular, Emidio Navarro, en El Progreso, y Joaquim Martins de Carvalho, en El Conimbricense, publicaron una serie de artículos muy violentos contra Luis I, cuyo resultado fue la caída del Gobierno de Fontes, en el año 1879. Luis I no tuvo más remedio que llamar a los progresistas para formar un nuevo Gobierno.
Mientras tanto, el republicanismo portugués, que hasta entonces sólo había sido una mera manifestación intelectual defendida por unos pocos liberales desde los tiempos de las Conferencias Democráticas del Casino, comenzó a tomar cuerpo y a ser una palpable realidad política que se materializó en el año 1878, con el ingreso en la Cámara del primer diputado republicano, Rodrigues de Freitas, elegido por la ciudad de Oporto. En el año 1880, el Partido Republicano se vislumbraba como una fuerza política importante y a tener en cuenta en el panorama político luso. Finalmente, tras una dolorosa agonía, Luis I falleció en la ciudadela de Cascais, el 19 de octubre de 1889.
Para terminar, se puede afirmar que el reinado de Luis I fue un modelo de monarquía constitucional, donde se dieron cita una pléyade de notables hombres públicos que hicieron posible la asimilación material e intelectual de los ideales que dictaba el progreso, con un monarca respetuoso por las leyes constitucionales y con un deseo sincero de establecer un período de convivencia pacífica en el reino, y que paradójicamente al final fue víctima de esa generación de hombres influyentes que se volvieron críticos y destructivos con la monarquía que les había cobijado, destruyéndola y dan do paso al período republicano.
Bibliografía
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