Leonor de Aquitania, Reina de Francia e Inglaterra (1122-1204).
Duquesa de Aquitania y reina de Francia e Inglaterra. Nacida entre 1120 y 1122 y muerta en 1204, Leonor era nieta del duque Guillermo IX, el primer trovador según la tradición de la poesía cortesana.
Leonor, Reina de Francia
Como dama de la aristocracia, Leonor recibió una educación esmerada en el ámbito de la refinada corte de Poitiers, centro cultural de la Occitania del siglo XII. Única heredera del ducado de Aquitania, sus dominios abarcaban aproximadamente un tercio de la actual Francia y se extendían desde Poitiers hasta Burdeos, incluyendo el Poitou, Périgord, Limousin y Gascuña además de la soberanía nominal sobre los territorios de la margen occidental del Ródano y la pretensión de soberanía sobre el condado de Toulouse. Este patrimonio la convertía en la heredera más codiciada de Europa, en un tiempo en que la soberanía sobre los territorios estaba garantizaba por la transmisión hereditaria y los pactos matrimoniales.
En 1137, nada más morir su padre, el duque Guillermo, Leonor casó con el príncipe Luis, que ese mismo año se convirtió en rey de Francia como Luis VII. La corte de París era en esa época un lugar de escaso refinamiento intelectual. La reina formó su propia corte llamando a caballeros, damas y trovadores de Aquitania y Poitou. Ello supuso la renovación cultural de la corte francesa con los nuevos aires literarios que venían del sur. Leonor, sin embargo, fue siempre considerada una extranjera en París, acusada de una sensualidad meridional que se expresaba en el refinamiento galante de su corte y que obtuvo pronto la censura de la moral religiosa de la época. La relación entre Luis VII y su esposa fue conflictiva desde los primeros años de matrimonio ya que se acusó a la reina de ser poco fértil. Tardó 7 años en dar a luz a su primogénita, Marie, futura condesa de Champagne, alumbramiento que requirió la intercesión de Bernardo de Claraval, quien consagró sus plegarias a tal efecto.
Los conflictos con Luis VII
En 1147 Leonor acompañó a Luis VII a la cruzada. El refinamiento de las cortes latinas de Tierra Santa subyugó a Leonor quien, en Antioquía en 1148, se reencontró con su tío Raimundo, señor de la ciudad, con el que entabló una relación muy estrecha, que despertó las sospechas de Luis VII. El rey ordenó la marcha inmediata del ejército francés hacia Jerusalén, Leonor se negó a acompañarlo y el rey la sacó por la fuerza de Antioquía. Este ejercicio despótico de la autoridad marital, las relaciones deterioradas entre los esposos, y la inveterada independencia de la que Leonor hizo gala durante toda su vida, pudieron mover a Leonor a pedir ya en Tierra Santa la anulación de su matrimonio con Luis VII, alegando la consanguinidad que les unía. Leonor y Luis eran parientes en cuarto grado, lo que les situaba dentro de los márgenes del incesto según el Derecho Canónico. Así lo confirma la narración de Juan de Salisbury, que conoció a la reina a su regreso de la cruzada en 1149, cuando la pareja visitó al papa Eugenio III en Frascati para que éste arbitrara una reconciliación, al haberse negado el rey al divorcio. El Papa intercedió entre los esposos y renovó solemnemente los votos matrimoniales, prohibiendo que en el futuro volviera a hablarse de divorcio. Fruto de esta reconciliación fue el nacimiento de una segunda niña, que casaría posteriormente con el conde Thibaud de Blois.
En 1152, ante un concilio reunido en Beaugency, volvió a solicitarse el divorcio, parece que ésta vez por iniciativa de Luis VII. Leonor fue repudiada bajo pretexto de consanguinidad, pero la supuesta escasa fertilidad de la reina, la falta de herederos varones, y probablemente el comportamiento escandaloso de ésta, a la que se atribuía una relación con el senescal de Francia, Geoffroy de Anjou, fueron las causas reales del divorcio.
Leonor, Reina de Inglaterra
Para Leonor el divorcio supuso la recuperación de su libertad y del gobierno de sus estados patrimoniales. Regresó a Poitiers y desde allí mandó cartas a Enrique de Plantagenet, duque de Normandía y conde de Anjou y Mans, e hijo de su presunto amante, solicitándolo en matrimonio. Se casaron en mayo de 1152 y dos años después el duque subió al trono de Inglaterra como Enrique II. En el momento de su matrimonio Leonor tenía 29 años y su marido 18. Enrique era hombre amante de las letras y, bajo la influencia de su esposa, la cultura occitana se extendió por sus territorios continentales e insulares. En Inglaterra, la reina protegió a los escribanos que recogían la historia popular. De este matrimonio Leonor tuvo ocho hijos. Su primogénito, Guillermo, murió siendo un niño. Su segundo hijo, Enrique el Joven, nació en 1155. Ricardo, su favorito, en 1157, y Geoffrey, el cuarto de sus hijos varones, en 1158 . En los primeros cinco años de matrimonio dio a luz además a una hija y, en la década de los sesenta, a dos hijas más; su hijo menor, Juan, nació en 1166, cuando María tenía cerca de 45 años. Tan frecuentes maternidades no alteraron la actividad política de la reina que, en los primeros años del reinado de Enrique II, se ocupó de la regencia de Inglaterra durante las largas estancias de su marido en el continente.
A partir de 1163, un Enrique ya en la madurez de su vida tomó en sus manos las riendas del gobierno y la actividad política de Leonor se eclipsó momentáneamente. Las relaciones entre los esposos se enfriaron con el tiempo y Leonor se instaló en Poitiers, junto a su hijo favorito Ricardo y su hija mayor Marie de Champagne, para ocuparse del gobierno de sus territorios occitanos, que siempre procuró mantener bajo su mandato. Desde sus bases territoriales se ocupó de aumentar las posesiones de sus hijos, aun a costa del poder de Enrique II. En 1170, forzado por las exigencias de los príncipes, Enrique tuvo que efectuar el reparto de su herencia: asoció a su hijo favorito, Enrique el Joven, al trono de Inglaterra, declarándole además heredero de los ducados de Normandía y de los condados de Mans y Anjou. Ricardo recibió la herencia de los estados patrimoniales de su madre. Geoffroy, casado con la condesa de Bretaña, heredaría este condado. Al menor, Juan, Enrique II le dejó el condado de Mortain, que constituía tan exigua herencia, en comparación con la de sus hermanos, que recibió el sobrenombre de Juan sin Tierra.
Las rebeliones contra Enrique II
En 1173 Leonor alentó la primera de una serie de rebeliones de los hijos de Enrique II contra su padre, de las que fue Ricardo el principal protagonista. Enrique II derrotó con celeridad a los rebeldes y perdonó a sus hijos, pero a Leonor la hizo confinar en el castillo de Chinon donde la mantuvo bajo estrecha vigilancia hasta su muerte en 1189. El heredero al trono, Enrique el Joven, había muerto en 1183, y Enrique II, a su muerte en 1189, no dejó establecida la sucesión al trono. Leonor utilizó su poder para asegurar la entronización de su hijo Ricardo y preparó la ceremonia de su coronación en Westminster (diciembre de 1189). Fue ésta la primera coronación descrita por los cronistas y buena parte de su ceremonial se conserva todavía en las coronaciones de los reyes de Inglaterra.
La subida al trono de Ricardo lanzó de nuevo a la reina, cuando contaba unos 67 años, a la actividad política. Leonor se ocupó de la regencia mientras su hijo permaneció en la cruzada y cuando, a su regreso, fue hecho prisionero por el emperador alemán (1189-1194). Como regente, aseguró la corona para Ricardo deshaciendo las intrigas tramadas por su hijo menor, Juan, que encabezaba la oposición de los barones ingleses contra el nuevo rey y tenía el apoyo de Francia. Cuando Ricardo I Corazón de León regresó a Inglaterra en 1194, la mediación de Leonor procuró la reconciliación entre los dos hermanos y entonces pudo la anciana reina retirarse a la abadía de Fontevrault, a la que la unían fuertes lazos de patronazgo, cuando contaba ya más de 70 años. Cinco años después salió de su retiro nuevamente para ayudar a Juan sin Tierra a ocupar el trono de Inglaterra tras la muerte de Ricardo, garantizándole la lealtad del ducado de Aquitania y deshaciendo las intrigas de su nieto Arturo de Bretaña, hijo póstumo de Geoffrey y pretendiente al trono de Inglaterra. Juan se convirtió en rey en 1199. Al año siguiente, Leonor realizó su última intervención política cuando viajó a Castilla para concertar el matrimonio entre su nieta Blanca, hija de Leonor de Inglaterra y Alfonso VIII, y el heredero del trono francés. Este matrimonio suponía una garantía de una paz duradera entre Francia e Inglaterra. Leonor murió el 31 de marzo de 1204 en la abadía de Fontevrault.
Su mecenazgo literario
Leonor ejerció una gran influencia sobre la literatura de su época como mecenas y protectora de trovadores (se la conocía como la “reina de los trovadores«). Como dama de la más alta nobleza, Leonor gozó del privilegio de una esmerada educación, casi exclusivamente reservada a las niñas de la aristocracia, ya que sus hermanos debían dedicarse a la carrera militar. Sabía escribir y leía el latín y su lengua vernácula, el occitano. Su corte de Poitiers, en la que se encontraban algunos de los más destacados intelectuales y poetas del siglo XII, acogió el primer florecimiento de la poesía cortesana. Allí encontraron protección autores como Chretien de Troyes o André Le Chapelain, autor del más famoso tratado sobre el amor cortés. Leonor se rodeó también de mujeres que cultivaron las letras, como su propia hija María de Champagne, que inspiró a Chrétien de Troyes su obra El Caballero de la Carreta y el De Amore de Le Chapelain; o María de Francia, la primera poetisa de la lengua francesa. La corte de Leonor parece haber sido un espacio netamente femenino, tejido por la autoridad de la propia reina y de su hija María.
El florecimiento del amor cortés en las justas poéticas de la corte aquitana pudo producirse en este contexto de autoridad y mediaciones femeninas. El fino amor que regía la actividad poética en la corte de Leonor de Aquitania habría sido un espacio reservado a la libertad de la expresión del deseo femenino en cuanto éste se apegaba a valores como el respeto al cuerpo amado, la ausencia de violencia y el cortejo ritualizado de las palabras, alejándose así de la definición patriarcal del amor como ejercicio de fuerza.
Ya hacia 1190 la vida de Leonor de Aquitania se había cubierto de leyenda. La reina se convirtió para las generaciones posteriores en la esencia misma de la lujuria y de la belleza hechicera. Como mujer de excepcional poder, la reina hizo uso de una independencia reservada culturalmente a los varones de su mismo status social. El estereotipo erótico elaborado por las narraciones que sobre ella corrieron durante la Baja Edad Media canceló su obra como inspiradora de la renovación cultural del siglo XII y su infatigable acción política como reina.
Bibliografía
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