Kropotkin, Piotr Alexeievich (1842-1921).


Aristócrata y teórico revolucionario ruso, nacido en Moscú el 9 de diciembre de 1842 y fallecido en Dmitrov, el 8 de febrero de 1921. Fue uno de los grandes animadores del movimiento ácrata internacional, y sus escritos constituyen textos de referencia de la tendencia anarco-comunista del pensamiento libertario.

Los primeros años

Era el hijo menor de una familia aristocrática residente en Moscú. Los Kropotkin eran grandes príncipes de Smolensk. Sus ancestros habían gobernado el principado de Kiev y descendían de la dinastía de los Rourik, que había gobernado Rusia antes que los Romanov. Su padre, Alexander, era militar y un propietario agrícola «rudo e inflexible», a decir de su hijo. Su madre, Catherina Nicolaievna Soulima, ucraniana de origen cosaco, era hija de un general que había luchado en la guerra contra Napoleón y había alcanzado el puesto de gobernador general de Siberia. La madre de Kropotkin murió joven, y su marido, que volvió a casarse, no se ocupó en exceso de sus hijos.

Pasó sus quince primeros años de vida entre la casa familiar y la propiedad de Nikoloskoie, en la provincia de Kaluga, a 270 km de Moscú. Los hermanos fueron colocados bajo el control de un preceptor francés, orleanista convencido y antiguo soldado de la Grande Armée napoleónica. En 1853 frecuentó el Liceo de Moscú, y en 1857 inició su preparación para la carrera militar en el Cuerpo de Pajes del zar, la academia más distinguida de la Rusia imperial, constituida por 150 cadetes escogidos que tras finalizar sus estudios disponían de acceso directo a la corte o al Estado Mayor. Aunque fortaleció su interés por la política rusa y las ciencias naturales, su estancia de cinco años en esta academia rígidamente ordenancista resultó bastante conflictiva, y le predispuso a desarrollar un carácter de neto cuestionamiento de toda autoridad.

La derrota rusa en la guerra de Crimea y la percepción del alivio popular tras la muerte del zar Nicolás I el 18 de febrero de 1855 llevaron al joven Kropotkin a acentuar su interés por los escritores radicales rusos, especialmente por Alexander Herzen y Nikolai Chernichevsky, a partir de 1858. A fines de 1861 publicó su primer artículo en el periódico Sovremennik de Chernichevsky, en el cual comentaba la obra de Engels sobre la situación de la clase obrera en Inglaterra. Enviado a la corte como paje de Alejandro I, que en marzo de 1861 había decretado la abolición de la servidumbre, quedó desilusionado enseguida del ambiente palaciego y de la actitud del zar, que tras sus iniciales veleidades reformistas retornó al gobierno autocrático con la represión del movimiento estudiantil y del nacionalismo polaco.

Su estancia en el Cuerpo de Pajes finalizó a mediados de 1862, y entró entonces en la carrera militar sin gran entusiasmo, ya que deseaba seguir sus estudios científicos en la Universidad de Moscú. El 13 de junio fue destinado a un regimiento cosaco en el Amur contra la voluntad de su padre, y el 24 partió hacia esa remota región, donde fue aceptado como ayuda de campo del general Koukel, jefe del Estado Mayor conocido por sus simpatías radicales. Instalado en Tchita, en la Transbaikalia, fue nombrado comisionado para asuntos especiales del gobernador general de la Siberia Oriental y la Transbaikalia. Inició sus actividades redactando una memoria sobre la situación de las prisiones, que el gobierno necesitaba por la gran afluencia de deportados que se estaba produciendo en la región tras la derrota de la insurrección polaca de 1863. Este trabajo dejó profunda huella en Kropotkin, ya que pudo constatar la difícil vida de los prisioneros políticos, pero también la corrupción y la incompetencia de la administración zarista. En esta misma época redactó otro proyecto sobre la creación de un gobierno municipal autónomo, que resultó excesivamente democrático para las autoridades, pero sus experiencias en el estudio de las reformas que debían efectuarse en esa remota zona de Rusia influyeron notablemente en su pensamiento posterior.

A comienzos de 1863, su valedor Koukel fue denunciado como radical y hubo de abandonar su cargo. Kropotkin fue destinado entonces a los asuntos cosacos cerca del gobernador general de Irkutsk, y fue nombrado responsable del abastecimiento de las colonias penitenciarias del Amur inferior, lo que le permitió iniciar vastas exploraciones en la Siberia Oriental recientemente conquistada. En 1864 aceptó iniciar una expedición geográfica a Manchuria, con el fin de localizar un ruta utilizada por los mongles para transportar ganado desde la Transbaikalia hasta la provincia del Amur. Remontó y descendió este río varias veces ese verano, y llegó hasta Nikolaievsk. En otoño realizó otra expedición oficiosa por Manchuria hasta la ciudad china de Kirin, sobre la que redactó un informe que apareció en las Memorias de la Sociedad Siberiana de Geografía. Otra expedición realizada en 1865 llevó a Kropotkin hasta el valle de Turkinsk y la vertiente norte de las montañas Saian, en la frontera china, donde fue el primero en descubrir rastros de antiguas formaciones de hielo y vulcanismo. Pero su expedición más importante, y la que le reportó mayor fama científica, fue la que dirigió en 1866 bajo el patrocinio de la Sociedad Geográfica Rusa hacia la región montañosa y desierta de Lena, en el norte de Siberia, y hacia los sectores más elevados del Amur cerca de Tchita, con el objetivo de descubrir una comunicación directa entre las minas de oro del Lena y la Transbaikalia. Exploró las llanuras de Patom y Vitim, y descubrió la ruta de Khingam a Merghem, perdida para los europeos desde el siglo XVII. Su recorrido, de más de 1.400 km, le permitió obtener un conocimiento estructural preciso del Asia noroccidental, lo que le daría los elementos de análisis necesarios para desarrollar en el futuro sus teorías sobre la estructura geomorfológica de esa región, que en su opinión tenía su origen en un antiguo macizo primario que era a su vez el vestigio de un continente circumpolar aún más antiguo.

A fines de 1866 asistió a un consejo de guerra contra un grupo de polacos que se había amotinado en Krugobaikal, de los cuales cinco fueron condenados a muerte y ejecutados. Kropotkin envió las notas de las sesiones del proceso a un diario liberal de San Petersburgo con el que colaboraba desde 1862. Este incidente le indispuso con el gobernador, quien le obligó a trasladarse a San Petersburgo en el otoño de 1867. Nada más llegar a la capital, renunció a su carrera militar y fue transferido a la administración civil como consejero titular del Ministerio del Interior, y desde noviembre a la Comisión Central de Estadística. En mayo de 1872 dimitiría de su cargo en el Ministerio y recibiría el título honorífico de asesor de colegios.

Cuando volvió a San Petersburgo en 1867, Kropotkin ya era conocido como científico de ideas liberales avanzadas. Acudió a estudiar Física y Matemáticas a la Universidad, y presentó a la Sociedad Geográfica de Rusia un detallado informe sobre su expedición a Vitim, por lo que fue calurosamente felicitado, condecorado con la medalla de la entidad y nombrado para el Secretariado de la Sección de Geografía Física, encargada de evaluar las expediciones científicas que se realizaban en ese momento. En 1868 comenzó a trabajar en el problema de la apertura de los mares septentrionales, y en 1871 tuvo ocasión de viajar a Suecia y a Finlandia para estudiar los glaciares del Báltico. Con sus notas redactó una memoria que, tras no pocas dificultades por el carácter de prisionero y de exiliado político de su autor, fue publicada en los Anales de la Sociedad Geográfica entre 1876 y 1895.

La Comuna de París de 1871 y el desarrollo de la Primera Internacional determinaron su cambio ideológico. Fue al parecer durante su estancia en Finlandia en 1871 cuando tomó la decisión de participar en el movimiento revolucionario populista (naródniki) ruso, pero influido por revistas como Kolokol y Sovremennik, sus ideas democráticas se habían forjado en su juventud, cuando simpatizó con la insurrección polaca de 1863. Sin embargo, un viaje realizado entre febrero y mayo de 1872 a Alemania y Suiza le inició en las actividades del movimiento socialista internacional (AIT). En Ginebra pudo constatar las grandes diferencias existentes entre el ala «autoritaria» (marxista) y la «antiautoritaria» (bakuninista) de la organización obrera, y se informó de las líneas de actividad y de las ideas de la Federación del Jura, adscrita a esta última tendencia.

Tras pasar por Viena y Varsovia, retornó a San Petersburgo el 3 de mayo de 1872. Presentó oficialmente su dimisión de la función pública e ingresó en un grupo naródniki llamado «Círculo Tchaikovski», dedicado en exclusiva a tareas de propaganda y educación. Fue en esta época cuando escribió su folleto ¿Nos debemos ocupar del estudio de la realización futura del ideal?, donde preconizaba la realización de una revolución social completa bajo el modelo bakuninista. A inicios de 1874, el «Círculo Tchaikovski» fue desarticulado por la policía zarista, y Kropotkin fue detenido y confinado en la fortaleza de Pedro y Pablo en el más absoluto aislamiento. Su propio hermano Alexander, que había acudido en su ayuda, fue detenido y deportado en Siberia, donde se suicidó el 6 de agosto de 1886.

El exilio

Tras dos años de encarcelamiento, Kropotkin logró evadirse el 30 de junio de 1876 de la Casa de detención de San Petersburgo y, tras pasar por Finlandia, Suecia y Noruega, arribó al puerto inglés de Hill a inicios de agosto con el nombre supuesto de Alexis Levachov. Establecido en Edimburgo, se ganó la vida escribiendo artículos científicos para la revista Nature y para el Times de Londres, ciudad a la que se trasladó en el mes de septiembre, y donde entabló relaciones con Piotr Lavrov. En diciembre de ese año viajó de nuevo al Jura, donde encontró a los obreros de la Federación (que en ese momento era el centro ideológico del anarquismo europeo) y a los activistas ácratas James Guillaume, Paul Brousse (con quien colaboró en la redacción de la revista L’Avant Garde desde junio de 1877), y a los italianos Carlo Cafiero y Enrico Malatesta, que en ese momento estaban preparando una insurrección en Benevento (Italia) que fracasaría al año siguiente. Kropotkin decidió instalarse en Ginebra en febrero de 1877, y a inicios de junio estuvo apunto de viajar a España con Severino Albarracín. También publicó sus primeros artículos teóricos de contenido libertario en el Bulletin de la Fédération Jurasienne y participó en Verviers en el último Congreso de la sección bakuninista de la AIT.

El 9 de septiembre, mientras participaba como invitado en el Congreso Socialista Internacional de Gante, la policía belga le obligó a embarcar en Amberes con destino a Londres. En la sala de lectura del British Museum inició sus primeras investigaciones sobre la Revolución Francesa, que continuó en la Bibliothèque Nationale de París, ciudad donde conoció a Andrea Costa y a Jules Guesde. A fines de abril de 1878 retornó a Ginebra, y desde allí realizó un breve viaje a España, donde encontró al movimiento anarquista dividido entre las secciones del centro y sur del país, que se inclinaban por la violencia, y las organizaciones catalanas que optaban por la vía sindicalista. A inicios de agosto regresó a Ginebra, donde encontró a la activista populista Vera Zasulich y donde pudo constatar el declive organizativo de la Federación de Jura. Ese mismo año publicó La idea anarquista desde el punto de vista de la realización práctica, donde propugnaba la comuna colectivista como embrión de la nueva sociedad. El 8 de octubre se casó con Sofía Ananiev, rusa de origen judío, con la que el 15 de abril de 1887 tendría a su única hija, que llamó Alexandra en memoria de su hermano. En los siguientes tres años, emprendió una febril campaña de proselitismo anarquista por buena parte de Europa.

El 22 de febrero de 1879 apareció el primer número de Le Révolté, periódico dirigido por Kropotkin que hasta su desaparición en marzo de 1894 fue considerado el órgano internacional oficioso de los grupos anarquistas, y que pronto tiraría dos millares de ejemplares. En esta revista publicó el 1 de noviembre su artículo «La idea anarquista desde el punto de vista de su realización práctica», donde postulaba la necesidad de fundamentar la revolución social en la acción transformadora de las comunas locales federadas y de los grupos anarquistas independientes, responsables de la expropiación y de la colectivización de los medios de producción. En su opinión, la revolución debía pasar por el colectivismo antes de llegar al comunismo. Pronto se vio defraudado por sus querellas internas y las limitaciones programáticas de la Internacional, de modo que cuando la AIT se dislocó en las tendencias marxista y bakuninista, Kropotkin se vinculó al sector federativo y libertario. En el Congreso de Chaux-de-Fonds de 1879 fue nombrado secretario correspondiente de la Internacional antiautoritaria.

En 1880, Kropotkin se trasladó a vivir a Clarens, donde entabló relaciones personales con Élisée Reclus y colaboró en la realización de su magna obra Géographie Universelle. En esa época se pronunció enérgicamente por primera vez en favor del «anarquismo comunista directo, inmediato», y se puso de acuerdo con otras personalidades como Cafiero o Dumartheray para proponer a la Federación Jurasiana la aceptación en su Congreso de 9 y 10 de octubre de 1880 de la doctrina anarco-comunista que había difundido en numerosos discursos. Esta concepción, divulgada a partir de 1876, fue asumida primero por los anarquistas italianos, llegó luego a Suiza y, más tarde, a Francia y Bélgica, a partir de 1880. Su llamamiento revolucionario «A los jóvenes», aparecido en Le Révolté de junio a agosto de ese año, tuvo enorme influencia en el entorno anarquista internacional y fue traducido a varios idiomas.

Tras el asesinato del zar Alejandro II en marzo de 1881 y la subsiguiente ejecución de varios populistas, publicó como denuncia el artículo «La verdad sobre las ejecuciones en Rusia», y se mostró dispuesto a apoyar a la organización terrorista Naródnaia Volia. Cuando el 14 de julio intervino en Londres en el X Congreso Socialista Revolucionario Internacional como representante del grupo de Ginebra, Kropotkin apostó por el fomento de los motines y las insurrecciones parciales, preferentemente en el ámbito campesino, ya que «las primeras insurrecciones de una Revolución no pueden tener más objeto que perturbar la máquina del gobierno, detenerla, romperla. Y es necesario obrar así para hacer posibles los desarrollos sucesivos de la Revolución«. Coincidía con Bakunin en la ineluctabilidad de la violencia como consecuencia de la desigualdad social, y en la necesidad de alentar rebeliones e insurrecciones para derrocar el sistema burgués. Pero postulaba el terror individual o los «actos individuales de protesta» como medios de «educación revolucionaria» de las masas, que adoptarían espontáneamente una organización propia hasta alcanzar la sociedad comunista donde todos los hombres satisficieran sus necesidades. La subversión de la legalidad debía hacerse «por la palabra, por escrito, por el puñal, el fusil, la dinamita«. El Congreso acabó por afirmar la necesidad del empleo de la «propaganda por el hecho» como medio de acción revolucionaria, pero Kropotkin, que defendió desde las páginas del periódico suizo Le Révolté las tesis de la violencia nihilista, dulcificó posteriormente su postura por influencia de los anarquistas británicos, y reconoció en 1891 la inutilidad de la «propaganda por el hecho». A partir de entonces, empleó su tiempo en especular con la desaparición progresiva de las relaciones de violencia en una sociedad cada vez más solidaria.

Su intervención en el Congreso de Londres le atrajo las iras de las autoridades. Tras regresar a Suiza en agosto, el Consejo Federal a instancia del gobierno ruso ordenó su expulsión del país. El 30 de agosto, la familia Kropotkin abandonaba Ginebra y se trasladaba a Thonon, en el lado francés del lago Leman, para pasar acto seguido a Londres. El intelectual anarquista recuperó allí sus relaciones con Malatesta, Cafiero y Reclus, dio conferencias contra el zarismo, resumió sus investigaciones sobre la Revolución Francesa y redactó numerosas colaboraciones para las revistas The Nineteenth Century (una relación que duraría treinta años), Nature, The Times y Fortnightly Review, así como para la Encyclopaedia Britannica. Ello no significó el abandono de sus responsabilidades en Le Révolté, donde publicó dos estudios sociales importantes: «La ley y la autoridad» y «El Gobierno revolucionario». En un articulo sobre Darwin esbozó las principales líneas de lo que sería su teoría de la ayuda mutua, al afirmar que «la solidaridad y el trabajo en común fortalecen la especie en la lucha por la supervivencia contra las fuerzas adversas de la naturaleza«.

Desilusionado con la atmósfera política británica, Kropotkin decidió regresar a Francia en otoño de 1882. El 26 de octubre se instaló de nuevo con su esposa en Thonon, pero el recrudecimiento de la agitación obrera, con los sucesos de Montceau-les-mines y la explosión de una bomba en la plaza de Bellecour de Lyon el 20 de diciembre de 1882 como acontecimientos principales, le pusieron de nuevo en el punto de mira de la policía, que le detuvo el 21 de diciembre y le encarceló en la prisión de Saint-Paul de Lyon. El «proceso de los 66» por afiliación a la Internacional, que transcurrió del 8 al 19 de enero de 1883, fue la ocasión para que Kropotkin realizase una brillante defensa que le permitió divulgar la doctrina anarquista en toda Europa, pero no le libró de una condena a cinco años de prisión, mil francos de multa, diez años de vigilancia policial y la pérdida de derechos cívicos por cinco años.

Kropotkin continuó enviando sus colaboraciones de prensa desde las prisiones de Lyon y de Clairvaux. Sus artículos fueron recopilados en el libro Palabras de un rebelde, publicado por primer vez en francés por la casa Flammarion en 1885, y en 1887 vería la luz otra obra sobre su vida en las cárceles rusas y francesas. Su experiencia penitenciaria comenzó a minar su salud: a fines de 1883 contrajo la malaria, y el 15 de enero de 1886 fue puesto en libertad después de una intensa campaña política e intelectual, donde resultó clave la intercesión de figuras de la talla de William Morris o Victor Hugo. Kropotkin regresó a Inglaterra el 28 de febrero, no sin antes pronunciar en París ante varios miles de simpatizantes una conferencia sobre «El anarquismo en la evolución socialista».

La cuarta estancia de Kropotkin en Inglaterra, iniciada en marzo de 1886, marcó el inicio de un período relativamente prolongado y estable de su vida, que finalizaría en 1917. Transformado por su agitada vida en un mito romántico entre el santo y el héroe, su vertiente intelectual le erigía también en un sabio reconocido internacionalmente como científico y como teórico del anarco-comunismo. Por entonces era una de las máximas personalidades del comunismo anarquista. Colaboraba en los diarios parisinos La Révoltre y Les Temps Nouveaux y participaba en las actividades de la Socialist League británica. Instalado en Harrow, en las afueras de Londres, y luego en Brighton, se volcó en sus trabajos científicos (especialmente sociológicos) y, a pesar de transformarse en un conferenciante popular en Inglaterra y Escocia, se retiró cada vez más de la propaganda anarquista cotidiana. Sin embargo, en abril de 1886 organizó el grupo anarquista Freedom y desde octubre participó en la redacción del periódico mensual homónimo, que no abandonaría hasta 1914.

Los «sucesos de Chicago» y la crisis económica de 1886-87 reforzaron la influencia del anarquismo en el seno del movimiento obrero inglés. En esa época, Kropotkin colaboraba en revistas intelectuales como Temps Nouveaux o el Geographical Journal (1893-1905), pero también en periódicos populares como The Speaker o The Forum, y en revistas norteamericanas como The Atlantic Monthly, The North American Review y The Outook. En 1888 inició sus trabajos de sociología industrial, especialmente sobre la tendencia centralizadora observada en el proceso de la revolución industrial, y en 1891 redactó Campos, fábricas y talleres, su principal obra sobre la organización económica y la integración de las actividades industriales. Kropotkin rechazaba la especialización y la concentración del trabajo fabril, y preconizaba la descentralización y la integración local e individual del trabajo como bases de una vida social y personal más justa. En 1889, su interés volvió a centrarse en la Revolución Francesa, tema al que dedicó una serie de artículos para The Nineteenth Century que fueron el preludio de su magna obra que finalizaría dos décadas después. En marzo de 1890 apareció su ensayo Trabajo intelectual y trabajo manual. Por esos años mostró también interés por la biología y la antropología, con el fin de poner a punto su teoría sobre el papel de la ayuda mutua en la vida del hombre y de los animales, que definió como un factor de evolución opuesto a la competencia darwinista que en esos años estaba siendo aplicada a la vida política por la escuela neomalthusiana. En el terreno social, concluyó que la acción del Estado era ineficaz, mientras que la ayuda mutua era de gran importancia para la lucha por la existencia. La doctrina anarquista de Kropotkin está directamente vinculada con sus ideas en las ciencias naturales. En biología, sus ideas de la ayuda mutua como un factor en la evolución y la ausencia de una lucha intraespecífica en la naturaleza representa uno de los más importantes lazos con el darwinismo. Señaló que todas las formas de vida dependen de la ayuda y del apoyo mutuo, y trató de aplicar este principio a la vida social. Al tiempo, reconoció que la vida social y natural estaban penetradas del principio de lucha, que es fructífero y progresivo cuando destruye formas viejas y promueve la emergencia de otras fundadas en los principios de libertad, justicia y solidaridad. En opinión de Kropotkin, la lucha progresiva del proletariado contra el capitalismo no debe ser transferida a una lucha por el poder que degeneraría inevitablemente en arbitrariedad y despotismo. A tal propósito, a fines de 1890 escribió sendos ensayos sobre la ayuda mutua entre los animales y los pueblos salvajes.

En 1892 publicó en francés su obra más conocida: La conquista del pan. En esta reunión de artículos divulgados por Le Révolté y su heredero La Révolte, Kropotkin afirmaba que la herencia de la humanidad en producción y en medios de producción era colectiva, y que resultaba imposible distinguir la contribución a la misma de los diversos individuos, de modo que los beneficios de la producción debían disfrutarse colectivamente. Volvía a afirmar que la vida social no debía fundamentarse ni en la competición propia del individualismo capitalista ni en la reglamentación restrictiva del socialismo de Estado, sino en la solidaridad entre individuos y en la cooperación voluntaria. La obra, que fue descrita por Zola como «un verdadero poema», se tradujo al italiano en 1894, al castellano y portugués en 1895, al alemán en 1896 y al inglés en 1906. En 1893 fue elegido miembro de la British Scientific Association, ante la que expuso en 1897 su teoría de la relación geológica entre Canadá y Siberia.

En 1894 pudo constatarse un declive del anarquismo en Inglaterra en favor del recién creado Partido Laborista independiente. Kropotkin mantuvo a pesar de todo su prestigio gracias a su cada vez más ostensible abandono del anarquismo militante, por sus dudas sobre la inminencia de la revolución y por su antipatía ante la violencia que parecía dominar la práctica anarquista en el continente en ese fin de siglo. En 1894 mantuvo una polémica con Pouget y Malatesta a propósito de la convergencia entre acracia y sindicalismo, ya que era partidario de cualquier empresa basada en la libertad (asociación voluntaria), la solidaridad (cooperación comunista) y la creación de fuerzas revolucionarias del proletariado organizado, pero pensaba que estas organizaciones precisaban de una penetración y un impulso que sólo podían garantizar los militantes libertarios.

El 7 de marzo de 1896 viajó a París a dar una conferencia sobre el Estado en la Salle des Mille Colomnes, ante 5.000 asistentes. Protestó por la exclusión de los anarquistas del Congreso de la II Internacional celebrado en Londres en julio siguiente, y participó en la campaña contra las torturas a los presos de Montjuïc en enero de 1897.

A partir de 1896 se transformó en un orador enormemente popular a escala internacional. En 1897 inició su primera gira de conferencias por Canadá (de Toronto a Victoria) y Estados Unidos (Chicago, Filadelfia, Nueva York, Boston -donde dictó tres conferencias sobre la ayuda mutua en Harvard- y Washington). En 1898 escribió sobre los avatares de su vida para la Atlantic Monthly, en una primera versión de sus Memorias de un revolucionario que serían publicados en 1900. En 1899 hizo declaraciones de dreyfusismo en la revista Les Temps Nouveaux (véase Asunto Dreyfus).

De febrero a abril de 1901 inició un segundo periplo gracias a la invitación del Lowell Institute de Boston para dictar una serie de conferencias sobre literatura rusa. Fue recibido de forma multitudinaria en la mayor parte de los grandes centros de enseñanza del noreste de los Estados Unidos: Boston, Nueva York, Chicago, Urbana, Madison, Buffalo… En 1902 contempló con interés el nacimiento del sindicalismo revolucionario en Francia y la primera gran huelga general en Barcelona. En 1903 y 1904 pronunció importantes conferencias sobre sus teorías geológicas ante la Geographic Society de Londres, pero desde entonces sus preocupaciones intelectuales fueron derivando hacia la formulación de una ética de contenido libertario. En 1904 publicó La necesidad moral del tiempo presente, y en 1905 La moral de la naturaleza, que venían a añadirse a La moral del anarquista, obra publicada en 1890 como extensión de su teoría de la ayuda mutua en el terreno de la ética. Su ley de la ayuda mutua y la solidaridad está también en la base de sus enseñanzas éticas: las bases de la moralidad humana son la solidaridad, la justicia y el autosacrificio, que se desarrollan con el instinto de la ayuda mutua adquirido del mundo animal. Para contrarrestar el individualismo anárquico, Kropotkin trató de construir una ética realista y materialista basada en la «física de la moral».

Los acontecimientos revolucionarios de febrero de 1905 desviaron temporalmente su atención hacia la escena rusa. Fue en ese momento cuando declaró que se podía adherir a los soviets en cuanto órganos creados contra la burguesía y el Estado, pero no como órganos de la autoridad. Desde 1906-07 escribió en la revista rusa Listki Khleb i Volia (Páginas de Pan y Libertad), y fue un activo miembro de una fundación de ayuda a los emigrados rusos.

Tras unas breves estancias en Francia entre 1905 y 1908, el quebrantamiento de su salud le obligó a pasar los inviernos de 1909 a 1914 lejos del clima inglés, en Suiza y en Italia. A finales de la primera década del siglo, Kropotkin apenas aparece en público, salvo para protestar por el fusilamiento de Francisco Ferrer en el verano de 1909. Ese mismo año apareció su obra más ambiciosa: La gran revolución francesa, junto con un opúsculo de denuncia sobre El terror en Rusia. En 1911 se mudó de Bromley a Brighton, de donde apenas se desplazó sino para asistir al congreso internacional sobre eugenesia que tuvo lugar en la Universidad de Londres en 1912. A fines de ese año se le rindió un multitudinario homenaje en el Palace Theatre de Londres, donde intervino entre otros el escritor George Bernard Shaw, pero del que estuvo ausente.

La Primera Guerra Mundial, la Revolución de 1917 y el retorno a Rusia

El estallido de la Primera Guerra Mundial perturbó profundamente su espíritu. Desde el primer momento, estimulado por el profundo antigermanismo que profesaba desde 1890, se puso del lado de los aliados, especialmente de su admirada Francia. Publicó junto con Grave, Malato, Cornelissen y Paul Reclus el «Manifiesto de los 16» en favor de la guerra. El inesperado belicismo del viejo teórico libertario fue convenientemente utilizado por los bolcheviques en su campaña antianarquista, y obligó a Kropotkin a romper con el grupo Freedom, que al igual que la mayor parte de los implicados en el movimiento anarquista internacional había optado por un pacifismo a ultranza.

Al recibir las primeras noticias de la insurrección de febrero de 1917 (véase Revolución Rusa), apoyó el origen patriótico de la revolución y sin más dilación se embarcó en Aberdeen hacia Noruega, Suecia y Finlandia, con el objetivo de retornar a Rusia tras 41 años de exilio. Llegó a Petrogrado en loor de multitudes e inició un período de frenética actividad política. Manifestó su simpatía por el príncipe Lvov y por su sucesor Kerenski (de quien, se dice, rechazó una cartera ministerial), pero su postura le valió las antipatías de la mayor parte de los anarquistas y de los socialistas revolucionarios. Poco después, sin fuerzas para soportar la vida agitada de Petrogrado, se instaló en Kamenny Ostrov, no lejos de la ciudad, y en agosto pasó a residir en Moscú. A fines de ese mes participó en la Conferencia de Estado convocada por Kerenski, en la cual se mostró opuesto a los bolcheviques y abogó en favor de la paz social y de la constitución de una república federal similar a la de los Estados Unidos basada en los zemstvos o consejos regionales.

Aunque no vio con buenos ojos la insurrección de octubre y el ascenso al poder de los bolcheviques, reconoció el significado social de la revolución leninista. Por medio de una Liga federalista trató de combatir la creciente centralización del poder, pero en la primavera la organización fue disuelta por el gobierno. Durante los años siguientes, pudo comprobar con desaliento la persecución del gobierno soviético sobre el movimiento anarquista. En junio de 1918 se trasladó a Dmitrov, pequeña población a 60 kilómetros de Moscú. Participó en la vida cultural y asociativa del lugar, y también en una campaña en contra del bloqueo de las potencias occidentales y en favor de enviar ayuda material a Rusia. A fines de abril de 1919, Lenin manifestó el deseo de tener una entrevista con Kropotkin, que se celebró en Moscú en la primera quincena de mayo, y en la que discutieron sobre el papel del Es