Jatami, Mohammad (1943-VVVV).
Político iraní, quinto presidente de la República Islámica, nacido en 1943 en Ardakan (provincia de Yazd). Su nombre completo es Hodjatoleslam Sayyed Mohammad Khatami.
Con la dignidad de Hodjatoleslam (‘autoridad del Islam’) en la jerarquía chií, Jatami es un Sayyed, es decir, pertenece a una familia religiosa directamente descendiente del Profeta, tal como indica el turbante negro que porta. Su padre fue Ruhollah Jatami, un Ayatollah (‘signo de Dios’, dignidad superior a la anterior) muy respetado. En 1961 realizó estudios en la Escuela de Teología de Qom, y posteriormente se graduó en Filosofía por la Universidad de Isfahan y prosiguió su formación religiosa superior en el Seminario de Qom. En 1970 comenzó estudios de posgrado en Ciencias de la Educación en la Universidad de Teherán, y más tarde regresó al Seminario de Qom para ser instruido en la Ijtihad, o práctica del liderazgo religioso.
En los últimos años de la dictadura del sha Reza Pahlevi canalizó sus actividades políticas en la Asociación de Estudiantes Islámicos de la Universidad de Isfahan, donde trabajó estrechamente con el hijo menor de Jomeini, Ahmad, organizando debates y diversos actos. En 1979 dirigió el centro islámico de Hamburgo, desde donde contribuyó en la difusión de propaganda jomeinista, y en 1980, al año de triunfar la Revolución, regresó a Irán para integrarse en el primer Majlis (‘Parlamento’), en representación de las circunscripciones de Ardakan y Meibod. En 1981 fue nombrado por Jomeini director del Instituto Kayhan, y en 1982 ministro de Cultura y Orientación Islámica, puesto desde el que promovió mejoras educativas y actividades culturales dirigidas a la juventud, lo que le reportó una reputación de hombre abierto y tolerante. Durante la guerra contra Iraq (1980-1988), Jatami desempeñó diversas responsabilidades, incluyendo la jefatura del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y la presidencia de los servicios de Propaganda de Guerra.
En 1992 fue obligado a dimitir como ministro de Cultura, en el contexto de la ofensiva conservadora contra las reformas emprendidas por el presidente Hashemi Rafsanjani, quien a cambio lo nombró su asesor cultural y jefe de la Biblioteca Nacional de Irán. Jatami ha gozado desde entonces de una alta popularidad entre la juventud, las mujeres, la intelectualidad (en la que se incluye) y los círculos económicos liberales, que vieron en él una alternativa a la observancia estricta del Islam predicada por los mullahs o clérigos chiíes. A su imagen moderna («occidental», según sus detractores), jovial incluso, han contribuido sus actividades de tiempo libre, que incluyen el senderismo de montaña y el ping-pong, y el conocimiento de idiomas extranjeros, de los que domina el inglés, el francés y el árabe.
En estas líneas se inscribe su victoria en las elecciones presidenciales del 23 de mayo de 1997, las séptimas desde la Revolución, en las que batió con el 69% de los sufragios al candidato del clero conservador, el ejército y el bazar tradicional, Ali Akbar Nateq-Nuri, presidente del Majlis, quien había recibido los parabienes del «Guía de la Revolución» y suprema autoridad espiritual, el ayatollah Ali Jamenei. Aunque Jatami no recibió entonces el público soporte de Rafsanjani, se le considera su heredero político. En torno a su figura cerraron filas tanto los pragmáticos moderados del entorno de Rafsanjani como la izquierda islámica, influyente en los primeros tiempos de la Revolución pero hoy muy debilitada (hay que precisar que si bien los partidos políticos al uso están proscritos en Irán, sí existen cauces de expresión parlamentarios de las distintas sensibilidades islámicas).
La elección de Jatami generó expectativas sobre un cambio de rumbo en el régimen iraní. En su campaña publicó un programa moderado de doce puntos, que contemplaba la libertad de expresión, el respeto a los derechos fundamentales, una atenuación del rigorismo moral y una cierta liberalización de la vida social. En su toma de posesión el 3 de agosto, como quinto presidente de la República Islámica para un mandato cuatrienal, prometió continuar las reformas económicas y la apertura a las inversiones exteriores, y expresó su deseo de establecer relaciones amistosas con otras naciones, de las que implícitamente excluyó a EE.UU. La reelección de Nateq-Nuri como presidente del Majlis el 2 de junio sugirió un pacto de convivencia de Jatami con Jamenei y el omnipresente Consejo de Guardianes de la Revolución, a los que está obligado a rendir cuentas. Ahora bien, como un influyente clérigo, se encargó de recordarle poco después de su victoria en las urnas, «primero es Dios, luego el Líder (Jamenei) y finalmente las demandas de los votantes«.
Antes de acabar el año tres acontecimientos confirmaron la voluntad aperturista de Jatami: el regreso de los embajadores de la Unión Europea a Teherán entre el 13 y el 21 de noviembre (habían sido retirados en abril); la celebración en dicha capital los días 9-11 de diciembre, por primera vez, de la 8ª Asamblea General de la Organización de la Conferencia Islámica, que aceleró la superación del aislamiento de Irán en el mundo árabe, y, sobre todo, su espectacular oferta a EE.UU., el 14 de diciembre, de iniciar un diálogo abierto, que fue aceptada inmediatamente por Washington. El 7 de enero de 1998 Jatami se sirvió de una entrevista de la CNN en Teherán para dirigir un mensaje al pueblo americano, iniciativa que no tenía precedentes. Jatami propuso entonces empezar a mejorar las pésimas relaciones con intercambios culturales, periodísticos y turísticos, en una línea de respeto y entendimiento mutuos.
El 8 de junio de 2001, los iraníes estaban convocados nuevamente a las urnas y, superando todas las expectativas, acudieron masivamente en apoyo de la candidatura del presidente Jatami. La jornada electoral tuvo que ampliarse hasta pasada la media noche para que todos los votantes pudieran depositar su papeleta y, finalizado el recuento, la política reformista del presidente consiguió el respaldo del 77% de los votos. El 8 de agosto, juró el cargo como presidente con el ambicioso objetivo de lograr la plena democratización de Irán.
Sin embargo, Jatamí iba a encontrar en la oposición conservadora un serio freno a la aplicación de su programa, y el proceso reformista avanzó con extraordinaria lentitud. Logró un avance significativo en sus propuestas a finales de 2002 con la aprobación en el Parlamento de sendos proyectos de ley que ampliaban los poderes del presidente y permitían, por un lado, anular el derecho de veto que tenía el Consejo de Guardianes sobre el nombramiento de cargos públicos, y, por otro, intervenir directamente en la justicia islámica para suspender las decisiones de los tribunales que violaran la Constitución.
R. Ortiz de Zárate