Iturbide, Agustín de, Emperador de México (1783-1824)
Emperador de México, fue una figura fundamental de la emancipación y los primeros años de vida independiente de la nación mexicana.
(Véase Independencia de América -en voz Independencia-).
Agustín de Iturbide nació en Valladolid (hoy Morelia) en 1783 y murió en Padilla en 1824. Era hijo de un acaudalado español, José Joaquín lturbide y Arregui, bautizado en la iglesia de Peralta, Navarra, el 6 de febrero de 1739, que vino a México y contrajo matrimonio con la criolla michoacana María Josefa de Arámburu y Carrillo. De esta unión nacieron tres hijos: Agustín, Islariano y Francisco, y dos hijas: Josefa y Nicolasa. Agustín, el primogénito, futuro emperador de México, nació el 27 de septiembre de 1783 y fue bautizado el uno de octubre en la catedral por su tío el canónigo don José de Arregui, con los nombres de Agustín, Cosme y Damián. Se casó el 27 de febrero de 1805 con Ana María Huarte y tuvo seis hijos: Agustín Gerónimo, que murió en Nueva York el 11 de noviembre de 1866; Sabina, muerta en Filadelfia el 15 de julio de 1871; Josefa, que nació en Irapuato el 22 de diciembre de 1814 y murió en ciudad de México el 5 de diciembre de 1891; fue princesa con rango en la corte de Maximiliano I. Angel, que nació en Querétaro el 2 de octubre de 1816 y murió en México el 21 de julio de 1872, casado con Alicia Green y cuyo hijo Agustín fue adoptado por Maximiliano I como presunto heredero del imperio mexicano; Juana, que murió el 2 de octubre de 1828 en Washington, siendo novicia en el Convento de la Visitación de Georgetown, y finalmente Salvador, que se casó con Rosario Marzán, y tuvo un hijo, Salvador, nacido en México el 18 de septiembre de 1849, que fue enviado a París a educarse, permaneciendo en Europa posteriormente. El padre de Agustín de Iturbide, D. José Joaquín, fue nombrado durante el gobierno de su hijo Príncipe de la Unión, adquiriendo el título el 22 de junio de 1822. Las armas del título eran escudo cuartelado sobre campo azul con tres bandas de plata; campo de gules, un palo de plata y empinantes a dos leones al natural, con dos fajas de plata.
Tras cursar estudios en el seminario de su ciudad natal y dedicarse a las labores del campo, Agustín de Iturbide comenzó una carrera, como las de tantos otros próceres de la independencia, en las filas del ejército español. A los 17 años ingresó en el regimiento de infantería provincial de Valladolid y a los 22, como señalamos, se casó con Ana María de Huarte. A continuación, estuvo destinado en el acantonamiento de Jalapa. Al estallar la revolución de 1810, el cura Hidalgo le ofreció el grado de teniente general de la revolución popular que acaudillaba, pero no aceptó. Aunque parece que en 1809 había tenido alguna conexión con la conspiración que encabezaba Michelena en Valladolid dirigida a lograr la independencia de la Nueva España, el comportamiento de Iturbide en años posteriores no dejaba lugar a dudas. ya que tomó las armas contra «los que infestaban y desolaban el país», al considerar criminal «al indolente cobarde que en tiempos de convulsiones políticas se conserva apático espectador de los males que afligen a la sociedad». Tomó parte en diversas batallas contra los revolucionarios comandados por Hidalgo y Morelos, desde la del Monte de las Cruces, sirviendo en las fuerzas realistas con valor y tenacidad. La captura de Albino García le valió el grado de teniente coronel y la victoria sobre Rayón el de coronel. Como comandante general en Guanajuato fusiló sin escrúpulos a sus enemigos, según era terrible costumbre en ambos bandos. Iturbide mostró en esta época algunos rasgos de lo que después se conocería como caudillismo, ya que sostuvo frecuentemente a la tropa con sus propios recursos, logró despertar la iniciativa privada para la defensa de las localidades en campañas locales y foráneas y se preocupó por la difusión de las hazañas de sus soldados. En 1816 fue acusado y procesado por operaciones ilícitas y absuelto; aunque hubiera podido regresar al mando del ejército con provisiones para el norte del Virreinato, rechazó este destino, resentido por el juicio que había tenido que soportar. Al trasladarse a la capital, se entregó a una vida disipada que mermó en forma considerable su fortuna. El triunfo de la revolución liberal en la península cambiaría por completo el destino de su vida, al plantearse la necesidad de impulsar nuevos movimientos políticos que se opusieran a las temidas reformas liberales que los acaudalados novohispanos no estaban dispuestos a aceptar. En 1820 Iturbide, que ya tenía el grado de coronel, se encontraba en México casi inactivo cuando se estableció la vigencia de la Constitución de Cádiz de 1812. Como reacción a este estado de cosas, los absolutistas prepararon el Plan de la Profesa. Según sus estipulaciones, la Nueva España se mantendría temporalmente independiente, mientras rigiera en la metrópoli la Constitución que se había impuesto al rey. Los conspiradores confiaron a lturbide la ejecución militar del plan, pero éste se propuso desviarlo hacia la realización de la independencia definitiva y el establecimiento de la monarquía constitucional. Iturbide volvió al ejército y, envuelto en la conspiración, aceptó el nombramiento de comandante militar del sur por parte del virrey Apodaca. Aunque sus órdenes eran combatir a Guerrero, que mantenía su lucha insurgente en esa región, al llegar a Teloloapan convino con Vicente Guerrero el Plan de Iguala (religión, independencia y unión), de 24 de febrero de 1821.(Véase Plan de Iguala.)
Al tiempo que proclamaba la ruptura con España, el manifiesto hizo un llamamiento a favor de la independencia, la unión de los mexicanos y los españoles y el respeto a la Iglesia católica romana. El sistema de gobierno sería una monarquía constitucional en la que el emperador sería elegido entre los miembros de una familia real europea, preferiblemente la española, «para darnos un monarca ya hecho [que] nos salve de cometer actos fatales de ambición». Por otro lado, un Congreso elaboraría la constitución nacional. Así, con la primera de las llamadas «tres garantías», lturbide ganó el apoyo de los viejos guerrilleros que luchaban por la independencia, sobre todo el del general Vicente Guerrero, que por entonces operaba no muy lejos de Iguala. La segunda garantía ofreció seguridad a los españoles nacidos en la península pero que residían en México, y con la tercera buscó atraerse a los eclesiásticos prometiéndoles conservar los privilegios que en España estaban amenazados por el régimen liberal revolucionario. El ejército tomaría a su cargo la defensa de las tres garantías. El virrey rechazó el plan y puso a Iturbide fuera de la ley, pero la mayoría de las guarniciones y ciudades manifestaron su adhesión. En menos de seis meses Iturbide se apoderó del país, a excepción de la capital y los puertos de Acapulco y Veracruz. Fue en esta ciudad donde el 30 de julio de 1821 desembarcó el recién designado capitán general enviado desde España, Juan O’Donojú. Se le había encargado que introdujera las reformas liberales pero al mismo tiempo asegurase que la colonia continuara dentro del imperio español. Sin embargo, las Instrucciones que había recibido se basaban en la información que se tenía en Madrid sobre hechos ocurridos en la colonia hacía tiempos, y advirtió que la situación desde entonces había cambiado mucho. La independencia mexicana se le presentó como un hecho consumado, por lo que no pudo oponer resistencia alguna. La última fase de la campaña independentista terminaría con la entrada del victorioso ejército trigarante en la capital el 27 de septiembre de 1821, a cuya cabeza se encontraba el propio Iturbide. Consumada la ruptura, Iturbide decidió tomar a su cargo la dirección de los asuntos públicos, presidiendo la Junta Provisional Gubernativa de 38 miembros que tenía que cumplir con el tratado y el Plan, base del gobierno del naciente Estado mexicano. El partido iturbidista era el más numeroso, pero carecía de organización; los partidos opositores (borbonistas, progresistas y republicanos) contaban, en cambio, con cierta fuerza y en algunos casos el apoyo de las logias masónicas. Además, Iturbide había excluido de la Junta a los más veteranos líderes insurgentes, perdiendo importantes apoyos. Nombrado a continuación presidente de la regencia, recibió importantes prebendas, un sustancioso sueldo de 120.000 pesos anuales, un millón de pesos de capital propio, la propiedad de un terreno en Texas y el tratamiento de alteza serenísima. Al frente de la regencia, Iturbide dio muestras de una gran capacidad resolutiva. Por fin el 18 de mayo de 1822 el sargento Pío Marcha y el pueblo lo proclamaron emperador, proclamación que fue ratificada por el congreso el 19 de mayo. La coronación de Agustín I tuvo lugar junto a su esposa el 21 de mayo. Semejante estructura de poder fue combatida desde el principio por republicanos y liberales, que fueron perseguidos sin remisión. Ya en enero de 1823 había estallado la rebelión del general Santa Anna, que pedía en el plan de Casa Mata la reinstalación del Congreso (que había sido disuelto) y el reconocimiento de la soberanía nacional, prohibiendo a cambio que se atentara contra el emperador. Los rebeldes acabaron por forzar la abdicación de Iturbide ante el reinstalado Congreso el 19 de marzo de 1823. Agustín de Iturbide partió luego a Veracruz y Europa, viviendo en Florencia e Inglaterra. El Congreso mexicano, que había decretado otorgarle una pensión, lo puso luego fuera de la ley y lo consagró como traidor a la patria. Ignorante de estos acontecimientos, Iturbide había decicido volver a México instado por algunos de sus partidarios, desembarcando en Tamaulipas el 14 de julio. Capturado y juzgado, Agustín de Iturbide fue fusilado el 19 de julio de 1824, después de haber dirigido una arenga al pelotón de fusilamiento. Su nombre permaneció proscrito y sus restos olvidados hasta que en 1833 su antiguo enemigo, el general Santa Anna, decidió su entierro en la urna que contenía los restos de los primeros héroes de la independencia. La orden se cumplió en 1838, cuando se colocaron en la catedral de Felipe de Jesús.
Bibliografía
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ANNA, T. The mexican empire of Iturbide, Lincoln, Univ. of Nebraska Press, 1990.
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BARQUIN, A., Agustín de Iturbide, campeón del Hispanoamericanismo, México, Ed. Jus, 1968.
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HISTORIA General de México, T. II, México, El Colegio de México, 1976.
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VEGA, J. Agustín de Iturbide, Madrid, Historia 16, 1987.