Ibb Yahhaf al-Qadi, Rey de la taifa de Valencia (s. XI)
Rey de la taifa de Valencia que vivió en el siglo XI. Gobernó Valencia entre la muerte de Yahya al-Qadir (1092) y la toma de la ciudad por el Cid, con el fin de mantener su soberanía y evitar que Valencia cayera en manos almorávides o cristianas.
Perteneciente a una rancia familia valenciana de ascendencia árabe, al Qadi encabezó el sector descontento por la presencia cristiana en Valencia durante la época de al-Qadir. Este rey pagaba un elevado tributo al Cid que de hecho era quien gobernaba la ciudad a través de la designación del emir Ibn al-Faray. Al-Qadi escribió a Ibn Aisa, el caid almorávide de Murcia, para entregarle la ciudad, con la esperanza de que los almorávides libraran Valencia de los cristianos y de la alta carga impuesta. Las tropas enviadas por Ibn Aisa al mando de Abu Nasr, alcaide almorávide de Alcira, llegaron a Valencia cuando se produjo el levantamiento contra al-Qadir, el cual murió asesinado el 28 de octubre de 1092.
Al-Qadi se alzó con el poder de la ciudad al día siguiente de la muerte de su antecesor e intentó adoptar la pompa real, a pesar de que el gobierno de la ciudad había sido planteado por los notables de la misma como una «república municipal», al estilo de lo que ocurría en Toledo, Sevilla o Córdoba. No obstante el nuevo monarca reconoció la soberanía del emir almorávide y reservó para él el alcázar; al-Qadi residiría en su casa, reformada y ampliada espléndidamente. Aunque no adoptó títulos ni acuñó moneda con su nombre y continuó vistiendo el hábito de alfaquí, al-Qadi mantuvo el control sobre el ejército de la ciudad, designó funcionarios y controló las finanzas, gracias a lo cual pudo permitirse llevar una lujosa vida.
Entretanto el Cid, que clamaba venganza por la muerte de al-Qadir, comenzó la guerra contra la ciudad el 1 de noviembre del mismo año. El ataque del Campeador causó una división entre los valencianos: a la facción encabezada por al-Qadi, que sólo deseaba conservar el poder, se opusieron los partidarios del anterior monarca, al-Qadir, que estaban conformes con el régimen de parias con tal de conservar sus patrimonios y un grupo, encabezado por el linaje de los Banu Wayib, que veían como única salvación la toma de la ciudad por los almorávides.
Ante esta situación al-Qadi acercó su postura a la de los adictos al Cid y accedió a retirar la guarnición almorávide de la ciudad, lo que le valió el reconocimiento de su soberanía por parte del Cid en julio de 1093. Pero en el otoño de 1093 la facción de los Banu Wayib cobró fuerza y al-Qadi se vio obligado a entregarles el gobierno de la ciudad. La llegada de los almorávides en noviembre de aquel año no bastó para hacer que el Cid levantase el cerco a Valencia, ya que los magrebíes, con el pretexto de la falta de víveres, se habían retirado sin prestar auxilio a la ciudad.
Los habitantes de Valencia, tras el fracaso de la facción pro-almorávide, volvieron a entregar el poder a al-Qadi para que éste pactara de nuevo con el Cid. Las negociaciones entre ambos tuvieron lugar en enero de 1094 y el resultado fue que al-Qadi se negó a aceptar las condiciones impuestas por el Campeador; entonces el rey de Valencia pidió ayuda a al-Mustasin de Zaragoza, pero éste estaba ocupado en su intento de frenar el expansionismo aragonés de Sancho Ramírez y no acudió en socorro de su correligionario.
Tras un largo y penoso asedio, el Cid entró en Valencia el jueves 15 de junio de 1094 y al-Qadi capituló, lo que dio lugar al fin de la taifa valenciana.
Bibliografía
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JOVER ZAMORA, J.M. (dir). «Los reinos de Taifas. Al-Andalus en el siglo XI», en Historia de España Menéndez Pidal, vol. VIII-I. Madrid, Espasa Calpe, 1994.