Fabricio, Luscino Cayo (s. III a.C.).


General y hombre de estado romano, célebre por su pobreza y desinterés. Nombrado cónsul el año 282 a.J.C., venció a los samnitas, y a los lucanios, y rehusó los regalos de los samnitas, a quienes había hecho conceder la paz. Dos años después, habiendo sido enviado cerca de Pirro para tratar del canje de prisioneros, rehusó los regalos del rey, que le confió los prisioneros para que los condujese a Roma, con la condición de devolvérselos si el senado se negaba a pagar su rescate; y en efecto, no habiendo el senado admitido las peticiones de Pirro, Fabricio volvió a cuestionar los prisioneros y se los entregó fielmente. El año 282 a.J.C. fue de nuevo nombrado cónsul y enviado contra Pirro. Enterado de que el médico de este monarca se había ofrecido envenenar a su señor mediante cierta cantidad de dinero, el generoso romano hizo que avisasen de ello a aquel príncipe, tomando precauciones para que ignorase quien le daba el aviso. Pero Pirro comprendió que era Fabricio. A poco tiempo se dio la batalla de Asculo, cuyo éxito fue tan incierto, que los romanos no se atrevieron a jactarse de la victoria, y Pirro dejó Italia bajo pretexto de ir a socorrer a los sicilianos. Tres años después, Fabricio fue nombrado censor. Murió tan pobre, que el Estado tuvo que hacer sus funerales y dotar a sus hijas.