Fabia Hadrianila (s. II).
Matrona y benefactora hispanorromana, nacida en Hispalis (Sevilla) en el siglo II de la era cristiana. Perteneciente a una de las familias más poderosas e influyentes de la sociedad de su tiempo (fue hija, esposa, hermana y madre de senadores), pasó a la historia por las labores de beneficencia que desarrolló en su ámbito local, entre las que sobresale por su importancia la fundación de una institución encargada de suministrar alimentos entre los niños hispalenses más necesitados.
Como sucede en otros muchos casos referidos a mujeres destacadas de su época, apenas han llegado hasta nuestros días algunos datos fiables acerca de la andadura vital de Fabia Hadrianila, relegada -como todas las mujeres romanas- a actividades puramente relacionadas con su vida privada, pues el acceso a los cargos públicos estaba vedado en Roma a la población femenina. Se sabe, sin embargo, que su nombre y su persona alcanzaron gran notoriedad en la ciudad bética durante el siglo II, debido a esas actividades benéficas que contribuyeron a extender su fama no sólo entre las familias de la alta clase a la que pertenecía, sino entre las capas inferiores de la jerarquía estamental romana.
Los escasos datos de que se dispone proceden de una inscripción fragmentaria encontrada en unas excavaciones de Hispalis, localidad a la que Fabia Hadrianila denomina «nuestra ciudad«, lo que permite establecer con cierta seguridad que fuera natural de aquel importante enclave de la Bética (o, cuando menos, que hubiera residido en él durante la mayor parte de su vida). Se sabe también con certeza que su familia pertenecía al rango superior de la jerarquía social romana, el de los senadores, ya que en la mencionada inscripción exhibe con orgullo los citados vínculos familiares que la relacionaban con las más altas instancias de la magistratura hispalense. Sin embargo, ni siquiera su nombre completo ha llegado hasta nuestros días, ya que la reconstrucción del segundo elemento que lo compone (Hadrianila) no obedece a otra razón que a una mera conjetura que pretende relacionarla (dada la alta procedencia de su clan) con la familia del emperador Adriano, también originario de Hispalis. En este mismo ámbito de las conjeturas, otros estudiosos de este período histórico han negado dicha relación de parentesco con la familia imperial y han propuesto que Fabia se llamaba realmente Hispanila, en lugar de Hadrianila.
Respecto a los poderosos miembros varones de su familia, cabe inferir del nombre propio de «Fabia» que estaban vinculados al poderoso clan de los Fabios, uno de los más importantes de la provincia de la Bética durante este período. Así, se ha estimado que el padre de esta célebre dama pudo haber sido Quinto Fabio Juliano Optaciano Lucio Fabio Gémino Corneliano, que fue cónsul en Roma durante algunos años del siglo II; y que uno de los hermanos de esta benefactora tal vez fuera Marco Fabio Juliano Heracleo Optaciano, destacado magistrado hispalense en el mandato de Adriano. De ser ciertas estas hipótesis, es posible también que Fabia Hadrianila hubiera nacido en la propia capital del Imperio Romano, para trasladarse luego a la ciudad de Hispania de donde procedían sus mayores.
En el año 127 fue nombrado cónsul Sexto Emilio Junco, procedente de Trípoli (Fenicia) y supuesto fundador en Hispalis de un colegio -o asociación privada- de jóvenes denominados «niños juncinos». Es posible que este cónsul fuera el esposo de Fabia Hadrianila, quien los días 24 de abril (fecha de su cumpleaños) y 1 de mayo (aniversario de su esposo) de todos los años hacía un reparto gratuito de alimentos entre los niños pobres pertenecientes al citado colegio. Se sabe también que distribuía comida entre las niñas incluidas en otra asociación de la que, por el estado fragmentario de la inscripción en que se conservan estos datos, se ignora el nombre, aunque no faltan propuestas que sugieren la posibilidad de que se llamase como la propia Fabia Hadrianila, teniendo en cuenta que la costumbre romana era imponer a este tipo de fundaciones benéficas el apelativo onomástico de sus creadores (como era el caso, v. gr., de la corporación de niñas «faustinianas», así llamadas en honor de su patrona y fundadora, la emperatriz Faustina, casada con Antonino Pío).
En su disposición benéfica -que formaba parte del conjunto de acciones promovidas por las clases privilegiadas para mantener la estabilidad y cohesión social-, Fabia Hadrianila creaba un depósito fundacional de cincuenta mil sestercios que, a un interés anual fijado entre el cinco y el seis por ciento, arrojaba un saldo de unos tres mil sestercios anules, que era la cantidad repartida entre los niños y niñas en los citados días 24 de abril y 1 de mayo. En opinión de una de las investigadoras que con mayor dedicación ha estudiado este período histórico, María Dolores Pérez Mirón (vid., infra, «Bibliografía»), la singularidad de esta obra pía respecto a otras fundaciones de la época radica en la disposición expresa de Fabia Hadrianila a la hora de fijar, en el reparto, una cantidad más elevada de sestercios para las niñas (cuarenta para cada una) que para los niños (que recibían treinta por cabeza). Según la citada historiadora, esta mayor sensibilidad de algunas ricas matronas con las personas de su propio sexo obedecía a «la propaganda de exaltación de las emperatrices romanas como modelo de matronas […], dirigida a las mujeres del Imperio, sobre las que ejercían una especie de ‘matronazgo’ moral y, a veces, material, como en las mencionadas asociaciones de niñas«.
Bibliografía
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JR.