Estacio, Cecilio (¿-168 a. C.).


Comediógrafo latino. De acuerdo con San Jerónimo, Cecilio fue un galo ínsubre, posiblemente nacido en Milán. Aulo Gelio nos informa de que comenzó su carrera en Roma como esclavo. Hay que suponer, pues, que Cecilio fue hecho prisionero y llevado a Roma como esclavo en torno al 223-222 a. C. De hecho, su praenomen Statius, «asistente», era común entre los esclavos. Es posible que al ser manumitido tomase el nomen Caecilius de su antiguo dueño, con lo que Estacio pasó a ser su cognomen. De todos modos, no se tiene demasiada certeza acerca de la condición de esclavo de este autor, por lo que esta noticia podría estar basada tan sólo en una mera explicación de su nombre Estacio.

De acuerdo con San Jerónimo, el momento culminante de la carrera de Estacio se sitúa en torno al 179 a. C. y su muerte en el 168 a. C. Las primeras noticias acerca de este autor las hallamos en boca de Terencio, quien cuenta cómo los comienzos de Cecilio como dramaturgo no fueron muy brillantes, aunque gracias a la ayuda y perseverancia del actor y empresario Ambivio Turpión, quien confió desde el principio en el talento de Estacio, consiguió finalmente ganarse el aplauso del público. Otra anécdota lo pone también en relación con Terencio, quien por orden de los magistrados leyó a Cecilio su primera comedia, Andria, algo que parece improbable si consideramos que esta obra de Terencio se fecha en torno al 166 a. C., cuando Cecilio estaba ya muerto.

Se nos han conservado los títulos de 42 comedias, muchas de las cuales poseen el título en griego; en este sentido, hemos de considerar a Cecilio como un punto crucial en la historia de la escena romana, pues, frente a sus antecesores Nevio y Plauto, se mostró siempre mucho más respetuoso con los originales griegos que le servían de modelo. El gramático Varrón (estudioso de las obras de Plauto) consideraba que Cecilio había superado a otros autores dramáticos por las tramas de sus obras y por su fuerza emocional. Cecilio mostró así su clara preferencia por el comediógrafo griego Menandro (modelo de al menos 16 de sus comedias); de hecho, el propio Cicerón consideraba a Cecilio junto con Terencio un traductor de las obras de este autor griego. De acuerdo con estas informaciones, cabe pensar que el carácter de las obras de Cecilio era más severo y grave que el de las comedias plautinas, idea confirmada por Horacio (epist. 2, 59), quien alababa la gravitas de este autor.

De todas las comedias, la mejor conocida es la titulada Plocium, de la que Aulo Gelio (2, 23) nos transcribió tres pasajes y los confrontó con el original de Menandro. Tras esta comparación, Gelio sacó la conclusión de que las comedias romanas, aún las muy buenas, eran siempre inferiores a sus originales griegos: a esta obra de Cecilio le faltaba, en su opinión, la sutileza, la autenticidad y la imitación veraz de la vida de la comedia de Menandro. Estos fragmentos del Plocium nos permiten comprobar cómo actuaban con sus originales los autores romanos: aquí se observa que, si bien la situación es la misma (un marido se queja de su mujer que lo tiraniza), Cecilio introduce en su texto algunas variantes que no están en Menandro encaminadas a despertar la risa del espectador. Así, cabe suponer que Cecilio estuvo a medio camino entre la libertad absoluta de la que gozaron Nevio y Plauto en el tratamiento de sus originales y el respecto con que Terencio adaptó la comedia griega. Cecilio mostró sus preferencias por Menandro con sus comedias de tipo moralizante, aunque sin olvidarse de los gustos de un público deseoso de encontrar en el teatro escenas burlescas y satíricas, con un humor mucho más explícito que las estudiadas situaciones dramáticas de las comedias griegas.

Bibliografía.

  • Ediciones y estudios: E. H. Warmington, Remains of Old Latin, Londres, 1967; O. Ribbeck, Comicorum Romanorum Fragmenta, Leipzig, 1897; W. Beare, La escena romana, Buenos Aires, 1964; G. E. Duckworth, The Nature of Roman Comedy, Pricenton, 1952; A. Traina, Vortit barbare, Roma, 1970.

Teresa Jiménez-Calvente.