Coppée, François Edouard (1842-1908).
Poeta y dramaturgo francés, nacido en París en 1842 y fallecido en su ciudad natal en 1908. Autor de una extensa producción lírica y dramática que, aunque exenta de inspiración original, deslumbró en su época por su perfecto acabado formal y su explotación -algo superficial- de las pasiones humanas, se integró entre los escritores de la denominada «Segunda generación parnasiana» (como Catulle Mendès, Anatole France, René Sully-Prudhomme, Paul Verlaine y Villiers de L’Isle Adam) y ejerció una notable influencia entre algunos de los poetas y dramaturgos más destacados de su tiempo, ya fueran franceses (como Charles Cros o Jules Laforgue) o extranjeros (v. gr., el canadiense William Chapman o el nicaragüense Rubén Darío).
Sus inquietudes estéticas le llevaron desde muy joven a frecuentar los foros parnasianos, donde trabó amistad con algunos de los autores citados en el parágrafo anterior y se significó por su tenacidad en la defensa y promoción de sus postulados estilísticos. Dentro de estas labores de animación cultural, en 1866, con veinticuatro años de edad, se unió a Villiers de L’Isle Adam, a Stéphane Mallarmé y a otros jóvenes poetas del grupo para lanzar la publicación Parnasse Contemporain, en la que tuvieron cabida los artículos y las composiciones más celebres de la corriente parnasiana. Un año después, ya plenamente integrado en los cenáculos literarios parisinos, François Coppée dio a la imprenta su primera colección de poemas, publicada bajo el título de Le reliquaire (El relicario,1867), opera prima que dejaba patente la adscripción sin reservas del joven poeta a los postulados estéticos de sus correligionarios.
Posteriormente, su producción lírica fue evolucionando hacia un tono más hondo e intimista en el que hallaron cabida, junto a los sentimientos profundos del autor y los vaivenes de su vida afectiva, las inquietudes y preocupaciones de las gentes humildes. Esta nueva línea temática (caracterizada por la exaltación del patriotismo, la exultante presencia del sentimiento amoroso, la contemplación piadosa de los grupos sociales menos favorecidos y -en sus últimos poemarios- el afloramiento de un hondo fervor religioso) quedó inaugurada con la publicación del volumen de versos titulado Les humbles (Los humildes, 1872), al que siguieron otros libros de poemas que gozaron de gran difusión en la Francia de finales del siglo XIX y comienzos de la siguiente centuria, como Les récits et les élégies (Los cuentos y las elegías, 1878), Les paroles sincères (Las palabras sinceras, 1890), La bonne souffrance (El buen sufrimiento, 1898) y Dans la prière et dans la lutte (En la plegaria y en la lucha, 1901).
Cuando aparecieron los tres últimos poemarios citados en el parágrafo anterior, la vida y el pensamiento de François Coppée ya habían experimentado un brusco viraje espiritual e ideológico que fomentó las antipatías de muchos de sus contemporáneos. Consagrado como uno de los grandes escritores de su época, en 1884 había sido elegido miembro de la Academia Francesa y, cuatro años más tarde, distinguido con el prestigioso reconocimiento de la Legión de Honor; vino después su aireada y fervorosa reconversión a la doctrina católica (de la que se había apartado en sus andanzas literarias juveniles) y, sobre todo, su profesión pública y exacerbada de un anacrónico patrioterismo que, entre otros deslices y exageraciones, le llevó a tomar parte activa en la política reaccionaria del país, hasta el extremo de convertirse en uno de los fundadores de la tristemente célebre Ligue de la Patrie Française. Desde el seno de esta organización profundamente conservadora, François Coppée fue uno de los intelectuales que mostró mayor animosidad contra el capitán de artillería del Estado Mayor General de París Alfred Dreyfus, injustamente procesado -pronto se supo que debido a su condición de judío- por el cargo de alta traición, bajo la acusación de haber ofrecido información y documentos secretos del Estado Mayor francés a la embajada alemana en París. La condena de Dryefus (1894), las posteriores revisiones de su proceso (promovidas por el clamor levantado, en 1898, por Émile Zola) y la subsiguiente anulación de los cargos y rehabilitación del militar por parte del Tribunal Supremo (1906) dejó en muy mal lugar a quienes, como François Coppée, se habían encarnizado contra el capitán judío.
En su faceta de autor dramático, François Coppée alcanzó durante algunas fases de su trayectoria literaria un prestigio crítico y una admiración popular superiores a los logrados merced a la publicación de sus composiciones poéticas. En efecto, a finales de los años sesenta tuvo lugar el estreno triunfal de su obra titulada Le pasant (El caminante, 1869), una de las piezas teatrales más aplaudidas por el público francés de la segunda mitad del siglo XIX, puesta en escena en el parisino Théâtre de L’Odéon por una joven Sarah Bernhardt que, a raíz de su brillante actuación en este montaje, salió catapultada a la cima de los oficiantes del Arte de Talía. Entre el resto de su producción dramática, sobresalen otros títulos como Le luthier de Crémone (El violero de Cremone, 1876), Les jacobites (Los jacobitas, 1885) y Pour la couronne (Para la corona, 1895).
El teatro de François Coppée no sólo gozó de gran aceptación en su Francia natal, sino que traspasó las fronteras galas para difundirse por todos los rincones del mundo, traducido a diferentes idiomas por algunos escritores tan destacados en sus países de origen como el poeta y periodista canadiense William Chapman (1850-1917) y los españoles Francisco Luis de Retes (1822-1901) y Ricardo J. Catarinéu.(1868-1915).