Carlos I. Rey de España y Carlos V. Emperador de Alemania (1500-1558)


Emperador del Imperio Germánico y Rey de España, nacido en Gante el 24 de febrero de 1500 y muerto en Yuste el 21 de septiembre de 1558.

Retrato del Emperador Carlos V con su perro. Tiziano

Síntesis biográfica

Hijo de Felipe el Hermoso y de Juana I de Castilla, era nieto del emperador Maximiliano I y María de Borgoña, y de los Reyes Católicos. Gracias a un complejo entramado de relaciones dinásticas, en Carlos confluyó una magnífica herencia territorial que le convirtió en el soberano más importante de la Cristiandad. De Maximiliano I recibió la herencia patrimonial de la Casa de Habsburgo, la posibilidad de convertirse en Emperador del Imperio Germánico, los territorios del Tirol, las regiones de Kitzbühel, Kufstein, Rathenberg y el condado de Gorizia; De María de Borgoña, heredó los territorios patrimoniales de Borgoña, que incluía los Países Bajos, el Franco Condado, el Artois y los condados de Nevers y Rethel; de Fernando el Católico, recibió los territorios de la Corona de Aragón y las posesiones italianas vinculadas; mientras que de Isabel la Católica, recibió los territorios castellanos, norteafricanos y americanos de la Monarquía Católica.

El emperador Maximiliano de Austria y su familia.

A lo largo de su reinado, Carlos viajó de un extremo al otro de sus dominios y combatió en innumerables campos de batalla. Permaneció poco tiempo en un mismo lugar y nunca tuvo una Corte estable, pero supo rodearse de importantes pensadores, artistas y hombres de ciencia.

Carlos contrajo matrimonio en 1526 con Isabel de Portugal, la cual falleció en 1539. Pese a que el Emperador aún vivió veinte años más nunca volvió a casarse. De este matrimonio nacieron cinco hijos, de los cuales sólo el príncipe Felipe y las princesas María y Juana llegaron a la edad adulta. Además de estos, Carlos tuvo una hija de una relación anterior a su matrimonio, Margarita de Parma, y, ya viudo, un hijo, Juan de Austria.

En 1516, tras la muerte de Fernando el Católico, Carlos se convirtió en el heredero legítimo de todos los estados que habían pertenecido a los Reyes Católicos. El 17 de septiembre de 1517, Carlos de Gante llegó a España para hacerse cargo de sus dominios. El nuevo rey, Carlos I, era un joven ignorante de las costumbres y del idioma de sus súbditos, que además se presentaba rodeado de una corte de personajes extranjeros. Dos años más tarde, en 1519, abandonó la península Ibérica para dirigirse al Imperio Germánico, ya que había sido elegido Emperador. En ausencia del Rey estallaron la revuelta comunera y las germanías. El 23 de octubre de 1520 Carlos I fue coronado emperador como Carlos V.

A partir de este momento, Carlos V tuvo que hacer frente a la inmensa responsabilidad de gobernar sobre los territorios más extensos de la Cristiandad. Acometió la dirección de las conquistas en América y la regularización del comercio con el Nuevo Continente, el cisma religioso planteado por los protestantes, la amenaza creciente del poderío otomano, tanto en el Mediterráneo como en el este de Europa, encabezado por Solimán el Magnífico; y, sobre todo, la pugna por la supremacía europea con Francisco I y Enrique II de Francia. Para tan ingente labor, Carlos contó con la ayuda de importantes personajes, entre los que destacaron el canciller Gattinara y el secretario Francisco de los Cobos.

En 1555 abdicó en el príncipe Felipe el gobierno de Flandes y el 16 de enero de 1556 el resto de sus territorios, a excepción de la corona imperial que pasó a su hermano Fernando. Carlos se retiró a Yuste, donde residió hasta su muerte en 1558.

Carlos de Gante, Conde de Flandes

Carlos nació en Gante el 24 de febrero de 1500, fruto de la tempestuosa relación de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, hijos respectivamente del emperador Maximiliano I y María de Borgoña, y de Fernando el Católico e Isabel la Católica. Diez días más tarde, el pequeño fue bautizado, siendo sus padrinos Charles de Croy, príncipe de Chimay, y Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso. Carlos era el segundo hijo del matrimonio, siendo la primera Leonor de Austria. Antes de que acabase el año 1500, Felipe el Hermoso había convertido a su hijo en Duque de Luxemburgo y caballero de la Orden del Toisón de Oro. Nada hacía pensar entonces que el pequeño Carlos llegaría a acumular todos los títulos que posteriormente atesoró.

El 20 de julio de 1500 falleció el príncipe Miguel, heredero de los Reyes Católicos y del Reino de Portugal, lo que abría la sucesión de los Reyes Católicos a Felipe el Hermoso y a su esposa Juana. En octubre de 1501 la pareja partió hacia España para recibir el nombramiento oficial de príncipes de Asturias y por tanto convertirse en los herederos legítimos de los Reyes Católicos. Los tres hijos que hasta entonces habían tenido: Leonor, Carlos e Isabel, quedaron en Flandes, lo que marcaría de forma importante los primeros años de vida de los pequeños. En 1506 Juana y Felipe volvieron a ponerse en camino, ya que la muerte de Isabel la Católica, en 1504, les había convertido en los nuevos reyes de España. El 25 de septiembre de ese mismo año Felipe el Hermoso falleció y poco después Juana fue encerrada en Tordesillas ante los graves problemas mentales que padecía. Los hijos de la pareja (Leonor, Carlos, Isabel, María, Fernando y Catalina), a excepción de los más pequeños, Fernando y Catalina, los demás habían quedado en Flandes bajo la custodia de su tía Margarita de Austria, donde fueron educados sin la presencia de ninguno de sus progenitores. Los cuatro niños se criaron en Flandes como huérfanos, por lo que desarrollaron fuertes lazos entre ellos que perduraron a lo largo de toda su vida.

El 7 de octubre de 1506 el pequeño Carlos, con seis años de edad, se convirtió en el nuevo Conde de Flandes y al año siguiente, su tía Margarita fue nombrada regente de los Países Bajos. A partir de ese momento la infancia de Carlos había terminado ante la urgencia de convertirlo en un buen gobernante.

Entre 1507 y 1515 Carlos permaneció en Malinas, donde se encontraba la Corte de su tía Margarita, acompañado de sus hermanas Leonor, Isabel y María. Carlos creció en una de las Cortes más cultas de Europa, en la que el francés era la lengua básica y en la que presumiblemente también se hablaría flamenco. La Corte borgoñona se caracterizaba por un ceremonial muy elaborado y riguroso, una vida social muy activa y la fuerte influencia ideológica y espiritual de Erasmo de Rotterdam. La Corte vivía entre continuos juegos caballerescos, jornadas llenas de justas y banquetes que le daban un animado tono festivo que se extendía a la sociedad entera. Una sociedad opulenta que gozaba de una envidiable libertad para la época. En estas condiciones, la Corte era lugar de refugio de un impresionante elenco de artistas e intelectuales entre los que destacaban los hermanos Van Eyck y Erasmo de Rotterdam.

Erasmo de Rotterdam. Hans Holbein.

Carlos tuvo una esmerada educación. En 1505 su padre nombró como maestro del pequeño Carlos al español Luis de Vaca. Es evidente que Felipe el Hermoso ya estaba preparando a su hijo para que un día heredara la Monarquía Hispánica, máxime si se tiene en cuenta que en estas fechas ya había fallecido Isabel la Católica. En 1511, ya conde de Flandes, Carlos es puesto por la regente Margarita, bajo las enseñanzas de Adriano de Utrecht. Éste personaje se convirtió en uno de los más importantes de la vida de Carlos y sin duda, en su profesor más influyente.

En 1509 Guillermo de Croy, Señor de Chièvres, sucedió a su primo, el príncipe de Chimay, como chambelán del conde Carlos. Chièvres se convertiría desde ese momento en uno de los consejeros más importantes de Carlos y en pieza fundamental de su política.

El 5 de enero de 1515 Carlos fue declarado mayor de edad, gracias a las gestiones que Chièvres realizó ante el emperador Maximiliano. En ese momento acabó la regencia de su tía Margarita, y Carlos se hizo con las riendas de los Países Bajos. Chièvres se convirtió entonces en el privado de Carlos, el único que tendría en su vida. De los consejeros de Margarita, Carlos conservó a Mercurio de Gattinara, otra de las piezas fundamentales de su política.

Cuando Carlos se hizo cargo del Gobierno se produjo un cambio fundamental en la política exterior, pasándose de la hostilidad que Margarita había mantenido con Francia, a una alianza en toda regla. Esta alianza fue sancionada en 1516 en el tratado de Noyon, por el que Carlos se reconocía vasallo de Francia por sus señoríos de Flandes y Artois. Ese mismo año, el 15 de enero, falleció Fernando el Católico, por lo que Carlos se convirtió en el nuevo rey de España, situación que cambiaría radicalmente su política y su vida.

La península Ibérica entre 1504 y 1517

Desde la muerte de Isabel la Católica en 1504, se había producido una lucha de poder entre los herederos. Fernando el Católico, escudándose en el testamento de la Reina, trató de hacerse con el control de los reinos, para lo que contaba con el apoyo de las Cortes; enfrente tenía a la alta nobleza, deseosa de sacudirse el autoritarismo de los Reyes Católicos y que apoyaba por tanto a Felipe el Hermoso y su esposa Juana. La política francófila de Felipe, suponían una grave amenaza para todo lo hecho por los Reyes Católicos, por lo que el enfrentamiento estaba asegurado. Fernando tuvo que abandonar Castilla y refugiarse en Aragón, pero la repentina muerte de Felipe y el estado de enajenación mental de Juana, dieron un vuelco a la situación. A lo largo de 1506 la situación fue caótica ya que de facto nadie gobernaba Castilla, Felipe estaba muerto, Fernando ausente en Nápoles y Juana enloquecida ante la muerte de su esposo. En el verano de 1507 Fernando el Católico regresó a la península, encerró a su hija en Tordesillas y se puso al frente de Castilla.

Entre 1508 y 1512 la actividad de Fernando el Católico fue febril, ampliando sus territorios por el norte de África. En 1512, aprovechando el enfrentamiento entre Francia, de quien era aliada Navarra, y el Papado, Fernando el Católico se dispuso a hacerse con el control de Navarra. El II duque de Alba fue el encargado de conquistar el Reino de Navarra para Fernando el Católico, aprovechando que el Papa había declarado hereje a su rey. A partir de 1515, Navarra pasó a formar parte del Reino de Castilla. Mientras tanto, las conquistas, exploraciones y descubrimientos se sucedían en América, de la mano de personajes como Juan de la Cosa, Alonso de Ojeda, Vasco Núñez de Balboa o Américo Vespucio.

El 23 de enero de 1516 Fernando el Católico falleció en Madrigalejo, de su matrimonio con Germana de Foix no había nacido heredero alguno, por lo que Carlos de Gante se convertía en el nuevo rey de España.

En los Países Bajos, la Corte, situada en Bruselas desde que Carlos se hiciera con el Gobierno, había mandado a España a Adriano de Utrecht para defender los intereses de Carlos. Esta medida venía justificada por el temor a que Fernando el Católico dejara sus reinos a su nieto Fernando, que había nacido en Castilla y que se había educado junto a él. Adriano de Utrecht negoció hábilmente, de forma que logró que Fernando el Católico reconociera a Carlos como su heredero a cambio de una considerable ayuda económica y del compromiso de que el Rey Católico sería reconocido como regente de Castilla mientras viviera, aún en el caso de que la reina Juana falleciera antes.

El cardenal Cisneros en Orán.

El testamento de Fernando el Católico estableció que hasta que Carlos de Gante llegara a España, el cardenal Cisneros sería el regente de Castilla y el arzobispo Alonso, hijo natural del Rey, lo sería de Aragón (véase: España, Historia de (08): 1470-1558).

Carlos I, Rey de España

Carlos I de España y V de Alemania, emperador de dos mundos.

La muerte de Fernando el Católico dejó a la Monarquía Hispánica en una complicada situación, amenazadas sus fronteras por franceses y musulmanes, al tiempo que su integridad peligraba por las ansias de riqueza y poder de las grandes familias nobiliarias. Cisneros fue capaz de conjurar estos peligros durante el año largo que duró su regencia. No obstante, cuando Carlos de Gante se dispuso a hacerse cargo de sus territorios surgió otro problema de gran transcendencia. La reina legítima, pese a su incapacidad, seguía siendo Juana I de Castilla, hasta el punto de que Fernando el Católico, desde la muerte de Isabel, sólo tuvo en Castilla el título de Gobernador. Carlos deseaba ser coronado rey, probablemente a instancia de Chièvres, por lo que tuvo que idearse una fórmula legal que no violentara las tradiciones y la justicia castellana. De este modo, se planteó la fórmula: Doña Juana e don Carlos, su hijo, por la gracia de Dios reyes de Castilla, de León, de Aragón… Cisneros tuvo que amenazar a los nobles, incluso con las armas, para que aceptaran esta fórmula. Muchos historiadores han considerado este acto como un auténtico golpe de Estado, pero es indiscutible que Carlos I siempre encabezó los documentos regios primero con el nombre y título de su madre y después con los suyos.

Antes de partir hacia España, Carlos de Gante tenía que dejar todos los asuntos de Flandes bien resueltos, por eso se produjo la firma del Tratado de Noyon el 13 de agosto de 1516. Finalmente, el 8 de septiembre de 1517 Carlos de Gante, acompañado de lo más selecto de su Corte, zarpó hacia España. La llegada a España no fue como estaba prevista, ya que una tormenta alteró el rumbo de la flota y mientras las autoridades españolas esperaban en Laredo, Carlos se presentó en Asturias, en el pequeño puerto de Tazones, donde fue recibido de forma hostil por una población asustada que tomó la flota por una escuadra enemiga.

Tras un largo viaje por el norte peninsular, la comitiva regia se dirigió por tierra a Tordesillas, tanto por motivos políticos, Carlos quería que su madre aprobara su idea de compartir el título real, como por motivos sentimentales, tanto Carlos como su hermana Leonor llevaban once años sin ver a su madre, además, no conocían a su hermana pequeña, Catalina, que permanecía junto a Juana en Tordesillas; también estaba el asunto de Felipe el Hermoso, cuyo cadáver permanecía insepulto en el convento de Santa Clara de Tordesillas. Carlos pasó una semana junto a su madre y sus hermanas, en el transcurso de la cual, Juana aceptó que Carlos gobernara en su nombre, sin que ella perdiera título alguno. Posteriormente, Carlos se ocupó de los funerales de su padre. Tras abandonar Tordesillas, Carlos fue al encuentro de su hermano Fernando, al que tampoco conocía y en torno al cual se había reunido la nobleza descontenta. En esos momentos, se produjo la muerte de Cisneros, sin que llegase a producirse el encuentro con el Rey. El encuentro entre Carlos y Fernando, fue todo un éxito de la diplomacia carolina, ya que éste supo ganarse la fidelidad del infante Fernando y poner así fin al peligro de guerra civil.

Una vez arreglados todos los asuntos de protocolo, Carlos se dirigió con su comitiva hacia Valladolid. La entrada del cortejo real en Valladolid fue apoteósica y en la ceremonia se quiso no sólo dar muestra de poder sino además, evidenciar quien era el nuevo rey de España, Nápoles, Sicilia, Cerdeña y los territorios americanos. Pese a todo ello, los recelos entre los nobles castellanos y el pueblo no se apagaron. El pueblo vio en Carlos un príncipe demasiado joven, extranjero y desconocedor de sus costumbres, cierto es que Carlos ignoraba la lengua de sus nuevos súbditos y prácticamente todo lo relacionado con sus nuevos dominios, además se había presentado ante el pueblo rodeado de consejeros flamencos. En Valladolid, el rechazo a los nobles flamencos era notorio, sobre todo debido a que Carlos I había concedido a sus compatriotas una serie de mercedes que los castellanos juzgaban desproporcionadas. Todos los nobles del cortejo de Carlos habían recibido importantes puestos en la administración de los reinos peninsulares, pero lo que más enfadó al pueblo fue que el nuevo rey nombrase a Guillermo de Croy, un joven de 17 años, como sustituto de Cisneros en el Arzobispado de Toledo.

En un tenso ambiente, Carlos I aprovechó su estancia en Valladolid para convocar las primeras Cortes de su reinado, era el 9 de febrero de 1518. En estas Cortes se produjo el primer enfrentamiento entre Carlos I y sus nuevos súbditos. El Rey pretendía establecer su poder absoluto, mientras que las Cortes pretendían asentar el principio medieval según el cual el rey reinaba y gobernaba por un pacto tácito entre el monarca y su pueblo, auténtico depositario del poder.

En estas primeras Cortes de Valladolid, Carlos I ya dejó entrever la que sería su política europeísta. El nuevo rey, tras la promesa de respetar los privilegios concedidos anteriormente, les pidió dinero para sufragar los compromisos de la nueva monarquía en territorios lejanos. Carlos solicitó fondos para hacer frente a la amenaza musulmana sobre la frontera oriental del Imperio Germánico, regido entonces por su abuelo Maximiliano I. Parece claro, que Carlos ya albergaba la esperanza de convertirse en el nuevo Emperador, por lo que hacía suya la defensa del Imperio. Las Cortes concedieron el dinero solicitado, pero impusieron sus peticiones: que el rey aprendiera castellano, que no se concedieran cargos a extranjeros, que se respetaran los usos de Castilla, que se respetara el rango de la reina Juana y el testamento de la reina Isabel, que se respetara la unidad territorial de la Monarquía Hispánica, que no se malgastasen los bienes de la Corona y que el infante Fernando no saliera de la península mientras Carlos no tuviera un heredero.

El 22 de marzo de 1518 Carlos I salió de Valladolid rumbo a Aragón, acompañado de su hermano Fernando, del que se separaría a mitad de camino, de su hermana Leonor, y de la reina viuda Germana de Foix. Era necesario que el rey fuera a visitar sus territorios de la Corona de Aragón cuanto antes, ya que en ellos existía la teoría de que otro personaje de la familia real, el arzobispo Alonso, hijo natural de Fernando el Católico; pretendía hacerse con el trono.

El 9 de mayo de 1518 la comitiva entró en Zaragoza y once días después se reunieron las Cortes de Aragón. Carlos pretendía obtener lo mismo que había logrado en Castilla, esto es, un buen subsidio y el juramento de fidelidad por parte de las Cortes. Para las Cortes aragonesas lo fundamental era asegurar sus privilegios y para defenderlos estaban bien armadas jurídicamente. Finalmente, tras meses de negociaciones, Carlos logró el juramento de fidelidad, pero económicamente obtuvo algo menos de la mitad de lo que había concedido Castilla.

Mientras Carlos peleaba con las Cortes aragonesas, ocurrieron una serie de importantes acontecimientos que tendrían una gran repercusión en los años siguientes. Por un lado, Sauvage, el canciller de Carlos I falleció, con lo que entró en la escena política uno de los hombres más importantes del reinado de Carlos I, Mercurio de Gattinara. En el mes de junio se produjo en Zaragoza la boda por poderes entre la infanta Leonor y el rey de Portugal, Manuel el Afortunado. Al mismo tiempo, llegaron a Zaragoza las noticias sobre el deteriorado estado de salud del emperador Maximiliano, con lo que se iniciaba la carrera para la sucesión imperial.

El 15 de febrero de 1519 Carlos hizo su entrada en Barcelona, ciudad en la que pasaría casi un año. Para esas fechas ya había muerto Maximiliano I, el 12 de enero de 1519, por lo que la elección del nuevo emperador había comenzado. Las Cortes catalanas se reunieron al día siguiente de la llegada de Carlos y lo hicieron de igual manera que las aragonesas.

Entre el 5 y el 8 de marzo de 1519 Carlos I reunió a la Orden del Toisón de Oro, como Gran Maestre que era, para nombrar a los principales nobles hispanos como nuevos caballeros.

El 6 de julio de 1519 Carlos I recibió en Barcelona la noticia de su elección como nuevo emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, bajo el nombre de Carlos V. El cabildo municipal de Barcelona recogió así la noticia: MDXIX, sis de julios, dimecres: En aquest dia vench correu del senyor Rey ab letres de avís de la bona elecció que els Elecors del Imperi havian feta en la persona de S. M., concordablement y ningú discrepant, en Rey dels Romans e per esser promogut al Imperi. Vench a les XII hores de la miga nit y en la matinada S. M. Cavalca a Jhesus per a fer gracies a Nostre Senyor… El 22 de agosto llegó a Barcelona la embajada enviada por los príncipes electores para comunicar la elección imperial. Carlos V prometió viajar lo más rápido posible a Alemania para hacerse cargo del Imperio, lo que provocó la preocupación de sus súbditos castellanos, que no querían un rey ausente. Sin embargo, la noticia fue bien acogida en Cataluña, donde querían permanecer lo más alejados posibles del poder regio para asegurar así sus privilegios. Pese a ello, las Cortes continuaron aplazando su decisión sobre los sufragios solicitados por Carlos. En enero de 1520 las Cortes catalanas aprobaron finalmente conceder una ayuda económica a Carlos, pero esta era tan exigua que apenas llegaba para cubrir los gastos de la Corte en Barcelona.

En diciembre de 1519 llegó a Barcelona un impresionante obsequio para el Emperador enviado por Hernán Cortés, el cual empezaba a conquistar a los aztecas. El regalo de Cortés no pudo llegar en mejor momento, ya que Carlos atravesaba por dificultades económicas debido al retraso de las Cortes catalanas. También durante este tiempo en Barcelona, se produjo otro hecho fundamental, se alcanzó el acuerdo definitivo para que Magallanes realizara su famosa expedición.

La vida familiar de Carlos I: Catalina, Fernando y Germana de Foix

Carlos I había dejado en los Países Bajos a sus hermanas Isabel y María, mientras que Leonor había viajado con él a España. Carlos quería acabar con el cautiverio que su hermana pequeña sufría en Tordesillas junto a la reina Juana, para lo que llevó a la princesa junto a su otra hermana, Leonor. No obstante, las quejas de la reina Juana fueron tales que Carlos tuvo que consentir que la pequeña Catalina volviera a Tordesillas, aunque, eso sí, su situación fue considerablemente mejorada. Catalina no volvería a abandonar Tordesillas hasta 1525, cuando contrajo matrimonio con el rey Juan III de Portugal.

Pese a lo prometido a las Cortes de Valladolid, ese mismo año de 1518, Carlos preparó la salida de su hermano Fernando de España. El 23 de mayo Fernando embarcó rumbo a los Países Bajos, requerido por Maximiliano I, a instancias del propio Carlos, para ocupar un puesto destacado en el gobierno del Imperio. Los partidarios de Fernando trataron de evitar en vano la partida del infante.

Fernando el Católico había estipulado en su testamento, que su heredero se hiciera cargo de su segunda esposa, Germana de Foix. Parece ser que Carlos se enamoró locamente de la viuda de su abuelo, que por entonces era una bella mujer de veintinueve años. La reina viuda se trasladó a Valladolid, a un palacio junto al que utilizaba el rey Carlos, entre ambos se construyó un voladizo para que pudieran visitarse sin ser vistos. De esta relación, muchas veces silenciada por los historiadores posteriores, nació en 1519 una hija, de nombre Isabel, que se crió en la Corte de la Emperatriz desde 1523.

Germana de Foix.

Durante la estancia de la Corte en Barcelona en 1519, Germana de Foix contrajo matrimonio con el duque de Brandemburgo, con el objeto de que alguien distinto del rey se hiciera cargo de la hija nacida de ambos. Pese a ello, Germana nunca perdió el favor de Carlos, como lo demuestra el hecho de que le acompañase en su viaje al Imperio poco después. Germana dejó la Corte en 1523, cuando Carlos la nombró virreina de Valencia y, poco después, en 1526, se casó con el duque de Calabria.

La elección imperial

Desde que en 1440 Federico III había sido elegido Emperador, la Casa de Habsburgo estaba al frente del Sacro Imperio, lo que en principio convertía a Carlos I en el candidato mejor situado para suceder a su abuelo Maximiliano I. No obstante, Maximiliano no había nombrado a Carlos Rey de Romanos, lo que le habría convertido en el heredero directo al trono imperial. Por esta razón, a la muerte del Emperador se abrió el complicado sistema de elección imperial, regulado por la Bula de Oro, en el que Carlos tenía que competir con el resto de candidatos.

La Bula de Oro establecía que siete grandes personajes del Imperio serían los encargados de elegir al nuevo emperador. Estos personajes, conocidos como los Príncipes Electores, eran tres altos clérigos (los arzobispos de Maguncia, Tréveris y Colonia) y cuatro nobles (el rey de Bohemia, el magrave de Brandemburgo, el conde del Palatino y el duque de Sajonia). A estos personajes correspondía decidir entre los dos candidatos principales, Francisco I de Francia y Carlos I.

Carlos I, rey de España y V de Alemania. Aremberg.

Carlos tenía a su favor el ser el jefe de la Casa de Habsburgo, pero en su contra estaba su juventud y el hecho de no ser aún un personaje suficientemente conocido en Europa. Francisco I simbolizaba todo lo contrario, era el rey indiscutido de un rico territorio, Francia; había protagonizado brillantes campañas militares y era unos años mayor que Carlos. Francisco I contaba con el apoyo del arzobispo de Maguncia y del magrave de Brandemburgo, además, era el preferido por el papa León X, temeroso de que sus estados quedaran rodeados por un Emperador que además de serlo controlase también Nápoles. Ante estas dificultades, Margarita de Saboya le propuso a su sobrino Carlos que cediera s