Byrd, William (ca.1542-1623).


William Byrd.

Compositor inglés, nacido probablemente en Lincolnshire, en el año 1542, o puede que en 1543, si bien durante algún tiempo se consideró como fecha probable de su nacimiento la de 1538. Su trabajo se desarrolló bajo los reinados de Isabel I y Jacobo I. A lo largo de este período, Byrd se convirtió en uno de los compositores más renombrados y prolíficos de Inglaterra, gracias a la composición de numerosas misas, motetes, canciones polifónicas y obras para teclado y conjuntos instrumentales, que alcanzan un nivel de inspiración comparable al de otros importantes compositores polifonistas de su época, que desarrollaban su trabajo en los países dotados de un ambiente musical más desarrollado dentro de la Europa continental, como Palestrina, Orlando di Lasso o Tomás Luis de Victoria.

Los primeros momentos de la carrera musical de William Byrd se desarrollaron bajo el magisterio y patronazgo de Thomas Tallis. En la actualidad no se posee ningún conocimiento cierto acerca de sus primeros años de vida, de su aprendizaje y primeras composiciones, pero parece ser que la primera obra que puede atribuírsele con certeza es el madrigal a cinco voces titulado Crowned with flowers and lilies (Coronada con flores y lirios), que supuestamente habría sido compuesto por el joven William Byrd a la edad de dieciséis años con el propósito de servir como elegía para la reina María, fallecida en noviembre del año 1558. El primer hecho de la vida de Byrd que se conoce con precisión es el de que fue nombrado organista en la catedral de Lincoln el 27 de febrero de 1563, y allí compuso una gran parte de su música con textos en inglés, destinada al culto religioso de la Iglesia Anglicana. En el año 1570 se trasladó a Londres para continuar prestando allí sus servicios como organista en la Chape Royal. En realidad, William Byrd compartió este puesto con su antiguo maestro Thomas Tallis. Sin embargo, aun después de haber abandonado su antiguo cargo como organista y maestro de capilla de la catedral de Lincoln, siguió componiendo música destinada al servicio litúrgico de esta catedral y recibiendo por ello un salario otorgado por las autoridades catedralicias. Ya en 1575, la reina Isabel I otorgó a William Byrd y a su maestro Thomas Tallis la exclusividad de los derechos para la impresión y publicación de obras musicales en toda Inglaterra, así como para la importación de publicaciones extranjeras. En el mismo año 1575, ambos compositores sacaron a la luz una colección de motetes bajo el título de Cantiones quae ab argumentum sacrae vocantur, quinque et sex partium (Cantos que tratan de materia religiosa, a cinco y seis voces), colección que también se conoce bajo el título más sencillo de Cantiones Sacrae. Esta recopilación de composiciones religiosas de Tallis y Byrd está dedicada, precisamente, a la reina Isabel I. En todo caso, parece ser que esta devoción de Byrd por la reina Isabel no le impedía practicar la religión católica. De hecho, los musicólogos afirman que su interés por la composición de motetes sobre textos latinos reflejaba en buena medida sus creencias personales, que en la época isabelina no coincidían con las de la Corte protestante. Este compromiso con el credo católico parece indiscutible si se tiene en cuenta además la estrecha relación que el compositor mantuvo con la poderosa nobleza católica de su época, a la que dedicó muchas de sus composiciones. Si algo mantuvo a William Byrd a salvo de las persecuciones promovidas por los protestantes debió de ser solamente su extraordinaria calidad como compositor, así como la gran popularidad que sus composiciones llegaron a alcanzar a lo largo de su carrera, prestigio que continuaría en los años posteriores a su muerte.

En los años 1589 y 1591, el compositor publicó otras dos colecciones de Cantiones Sacrae. Los textos de muchas de estas nuevas composiciones religiosas pueden considerarse, una vez más, como un reflejo de las creencias religiosas católicas del compositor. Estos textos, a menudo procedentes de la Biblia, tratan frecuentemente temas relacionados con la opresión o el arrepentimiento. La gran aportación musical de Byrd resulta ser el tratamiento polifónico de estos textos, que, sin renunciar a la riqueza musical, no vela en ningún momento las palabras, sino que resalta incluso su expresividad. En estas obras, el compositor hace patente, además, un profundo respeto y conocimiento de la construcción y de los recursos estilísticos propios de las lenguas a las que pone música. Su polifonía religiosa ha sido a veces calificada de conservadora, quizá por contraste con los nuevos métodos expresivos propios de las composiciones de otros polifonistas ingleses más jóvenes, como Thomas Weelkes y Thomas Morley, quienes comenzaron ya a incorporar a sus obras el nuevo estilo madrigalístico italianizante. Sin embargo, William Byrd no limitó su producción vocal a la música litúrgica, sino que también dedicó su tiempo y su talento a la elaboración de abundantes composiciones seculares, algunas de las cuales son, precisamente, madrigales. En los años 1588, 1589 y 1611, se publicaron sus tres colecciones de composiciones vocales compuestas sobre una gran variedad de textos, de asunto tanto secular como religioso. Muchas de estas composiciones pueden interpretarse tanto como piezas corales, utilizando cantantes para interpretar cada voz, como a la manera de canciones para voz solista con acompañamiento instrumental. Este acompañamiento instrumental sería interpretado preferentemente por un conjunto de violas de gamba. En estas composiciones no abundan los toques madrigalísticos propios de la moda italianizante que encantaba a los compositores contemporáneos, sino que sigue dominando la claridad típica de la polifonía clásica inglesa. Los recursos expresivos presentes en estas obras no responderán así tanto a la retórica típica de los madrigales en la que la música reproduce a menudo el significado de cada palabra a base de recursos casi onomatopéyicos (imitación del llanto, del canto de los pájaros, etc.), sino que, en ellas, el compositor parece querer proseguir el camino tradicional de la expresividad general de la obra, otorgando más atención a la línea de la composición y al conjunto musical que a los detalles particulares de una determinada palabra o frase.

Tras la muerte de Thomas Tallis, que tuvo lugar en 1585, William Byrd se convirtió en el único depositario del beneficio del monopolio sobre las publicaciones de música impresa. En el año 1588, Byrd publicó una colección de música vocal bajo el título de Salmos, sonetos y canciones de tristeza y penas puestas en música a cinco voces. El autor, al publicar esta colección de canciones, se refirió al hecho de que algunas de ellas ya se habían dado a conocer y se habían publicado en ediciones poco claras o defectuosas, lo que da una idea de la popularidad que, ya en su época, debieron de alcanzar las obras de Byrd. Estas Canciones de Tristeza se abren con unas curiosas recomendaciones del autor, que anima a todos a aprender a cantar, por los siguientes motivos:

1. Es un aprendizaje que se sigue sin esfuerzo y con rapidez, allí donde existe un buen maestro y un estudiante aplicado.2. El ejercicio del canto es agradable por naturaleza, y bueno para conservar la salud del hombre.3. Fortalece todas las partes del tórax y abre las vías.4. Constituye un remedio singularmente bueno para eliminar el defecto del tartamudeo.5. Es uno de los mejores medios para conseguir una pronunciación perfecta y para lograr ser un buen orador.6. Es la única manera de saber si la naturaleza ha dotado a alguien con el beneficio de una buena voz, regalo tan raro que ni siquiera una persona de cada mil lo posee, mientras que en muchas otras personas se pierde este excelente don porque pretenden que el artificio sustituya a la naturaleza.7. No existe música instrumental, sea de la clase que sea, comparable a la que interpretan las voces humanas, cuando las voces son buenas y se encuentran bien escogidas y ordenadas.8. Cuanto mejor es una voz, más apropiado resulta honrar y servir a Dios con ella: y la voz humana se encuentra especialmente indicada para tal fin.

En los siguientes años Byrd continuó publicando diversas colecciones de música tanto religiosa como profana, entre ellos los dos volúmenes de Gradualia, aparecidos en 1605 y 1607. Las composiciones recogidas en estos dos volúmenes hacen gala de un espíritu más sereno e incluso más alegre que el que podía encontrarse en las precedentes obras religiosas compuestas por William Byrd, las que se encontraban recogidas en los volúmenes de Cantiones Sacrae, en los que los efectos musicales resultaban mucho más emotivos y, en ocasiones, incluso desgarrados.

Byrd fue también un prolífico compositor de música para teclado, para la que elaboró composiciones que resultan, en general, mucho más innovadoras que su música vocal, tanto en lo que se refiere a los motivos musicales utilizados, como a los recursos expresivos y técnicos incorporados por el compositor. Esta música parece haber tenido luego una enorme influencia en otros compositores más jóvenes que compusieron para instrumentos como el virginal. En sus colecciones de música para teclado, el compositor recoge temas e influencias procedentes de la música popular. Incluso incorpora versiones estilizadas de danzas contemporáneas como la pavana o la gallarda, así como piezas de estructura e interpretación más libre, tales como la fantasía o el preludio. Sin embargo, buena parte de esta música no llegó a publicarse en vida del compositor, sino que fue compilada después de su muerte en colecciones como las que llevan por título My Lady Nevell´s Book, o la más amplia y conocida que se titula Fitzwilliam Virginal Book.

La influencia de la obra y la personalidad musical de William Byrd sobre sus contemporáneos parece haber sido muy profunda, como también lo había sido la que su maestro, el compositor Thomas Tallis, ejerció sobre él. Entre sus discípulos destacaron Thomas Morley y Thomas Tomkins, aunque en realidad su magisterio y su ejemplo debió de ser aprovechado por prácticamente todos los compositores ingleses de su época, así como por los pertenecientes a las generaciones inmediatamente posteriores.

Bibliografía

  • NEIGHBOUR, OLIVER: The Consort and Keyboard Music of William Byrd ( Londres, 1978).

  • KERMAN, JOSEPH: The Masses and Motets of william Byrd (Londres, 1981).

  • Grove´s Dictionary of Music and Musicians.

  • The New Oxford Companion to Music. (Oxford University Press).