Becquerel, Alexandre-Edmodn (1822-1891).


Físico francés, nacido en París en 1822 y fallecido su ciudad natal en mayo de 1891. Miembro de una de las dinastías científicas más ilustres de Europa, se interesó por el estudio de la luz y realizó notables aportaciones al conocimiento del efecto fotoeléctrico y las características espectroscópicas de la luz solar. También investigó con éxito el fenómeno de la fosforescencia, las propiedades magnéticas y paramagnéticas de las substancias, y los fenómenos de la descomposición electroquímica. Entre sus grandes logros figura una propuesta de modificación de la célebre Ley de Faraday, con la que pudo ofrecer una explicación satisfactoria a ciertos casos que parecían ser una excepción.

Fue hijo del archifamoso físico y químico Antoine-Cesar Becquerel (1788-1878), considerado el fundador de la electroquímica; y padre de uno de los grandes genios de la Ciencia universal, Antoine-Henri Becquerel (1852-1908), galardonado con el Premio Nobel de Física en 1903, que ha pasado a la historia de la Ciencia como el descubridor de la radiactividad natural.

Además, fue abuelo de otros dos grandes científicos, ambos hijos del premio Nobel Antoine-Henri: Jean (1878-1953), que fue también un brillante físico y realizó grandes aportaciones a los estudios sobre la cristalografía; y Paul Becquerel (1879-1955), que sobresalió como biólogo, estudió los efectos de las bajas temperaturas en los seres vivos y contribuyó a invalidar la teoría de la radiopanspermia, al demostrar la imposibilidad de que los gérmenes viajasen por el espacio bajo el impulso de la radiación luminosa de las estrellas (ya que, de ser así, quedarían destruidos por las radiaciones ultravioletas, las bajas temperaturas y el vacío casi absoluto).

Heredó de su padre una firme pasión por los saberes científicos, que le permitió concluir con suma brillantez sus estudios de Bachillerato en la Ecole Polytechnique (Escuela Politécnica) de París a los dieciséis años de edad.

Consciente de que su futuro laboral estaba en la actividad docente, el joven Alexandre-Edmond se matriculó a continuación en la Ecole Normale (Escuela Normal) de París, donde obtuvo un título de maestro que le permitió impartir clases en algunos centros de enseñanza tan prestigiosos como el Instituto de Agronomía de Versalles (al que se incorporó como profesor en 1849) y el Conservatorio de Artes y Oficios de París (en cuyo plantel docente figuró desde 1853). Finalmente, culminó su larga y fecunda dedicación a la enseñanza al ocupar la plaza de catedrático de Física en el Muséum d’Histoire Naturelle (Museo de Historia Natural) de París, puesto en el que sucedió a su progenitor tan pronto como éste hubo fallecido.

Desde mucho tiempo atrás, Alexandre-Edmond venía colaborando estrechamente con su padre un numerosos trabajos de investigación. Se interesó, pues, en primer lugar por la electroquímica, disciplina fundada por su progenitor; y, en sus investigaciones sobre los fenómenos de la descomposición electroquímica, halló una nueva formulación de la Ley de Faraday (que afirma que, en un proceso electrolítico, la cantidad de cambio químico que se produce depende de la carga eléctrica aplicada, así como de la masa y de la carga del ión involucrado). Con su nueva formulación, Alexandre-Edmond Becquerel pudo explicar algunos casos que, hasta entonces, venían siendo considerados como excepciones que se escapaban a lo establecido en dicha ley.

Luego ahondó en el estudio de la luz, con especial atención al fenómeno fotoeléctrico (consistente en la emisión de electrones por parte de un material que ha sido irradiado con un haz de luz). Padre e hijo, apasionados por el estudio de la luminiscencia (o propiedad que poseen algunos cuerpos de emitir luz sin que se dé en ellos una elevación de temperatura), analizaron en profundidad estos cuerpos sometidos a la irradiación de un foco de luz y establecieron las siguientes conclusiones: si, tras la supresión de la fuente luminosa, la luminiscencia desaparece, estamos ante un cuerpo fluorescente; pero, en los casos en que la luminiscencia subsista una vez retirada la fuente que proyecta la luz sobre ellos, se debe hablar de cuerpos fosforescentes. Tras esta distinción, Antoine Becquerel y su hijo Alexandre pudieron definir técnicamente el fenómeno de la fosforescencia como «la propiedad que tienen algunas substancias de emitir luz propia en la obscuridad después de haber sido expuesta una fuente de luz».

Además, Alexandre-Edmond Becquerel ahondó en el estudio de las características espectroscópicas de la luz solar y de la luz eléctrica (es decir, en aquellas propiedades de estos dos tipos de luz que tienen que ver con la emisión o absorción de las radiaciones por la materia). Todas sus observaciones acerca de esta materia quedaron recogidas en una de las obras más importantes de la literatura científica del siglo XIX, La luz, sus causas y efectos, publicada por el segundo de la saga Becquerel, en dos volúmenes, en 1867 y 1868.

Sus investigaciones científicas abarcan también el campo de las propiedades magnéticas (es decir, aquellas que están relacionadas con la forma en la que los campos de fuerza magnética afectan a diversos materiales y substancias) y paramagnéticas (que son aquellas propiedades magnéticas que originadas por el giro -o spin– del electrón, cuya medida resulta ser muy valiosa, ya que brinda información sobre los enlaces químicos).

Miembro de la Académie des Sciences (Academia de las Ciencias) desde el 18 de mayo de 1863, Alexandre-Edmond Becquerel falleció en París en la primavera de 1891, trece años después de la desaparición de su longevo progenitor. Por aquel tiempo, su hijo Antoine-Henri, llamado a convertirse en una de las grandes glorias de la Física universal, ya era también un prestigioso científico y un ilustre miembro de la Academia de las Ciencias.