Alberti, Rafael (1902-1999)


Rafael Alberti.

Poeta y dramaturgo español, nacido en el Puerto de Santa María (Cádiz) el 16 de diciembre de 1902 y muerto en la misma ciudad el 28 de octubre de 1999. Su nombre completo era Rafael Alberti Merello. Autor de una vasta y riquísima producción poética, en la que la tradición lírica española alterna con los cauces más avanzados de la literatura de Vanguardia, es uno de los más significativos representantes de la Generación del 27.

Vida

De familia pudiente, aunque en decadencia, pero de rancias costumbres, su primera vocación fue la pintura, a la que se dedicó hasta 1923. Por ella abandonó el bachillerato que cursaba en el Colegio de San Luis Gonzaga, de la compañía de Jesús, en su pueblo natal.

En 1917, se trasladó a Madrid con su familia. Pronto figura entre los alumnos que van al Museo del Prado a copiar cuadros de los clásicos españoles. En su inicial carrera como pintor, tuvo gran importancia la figura de Vázquez Díaz, al que visitó con frecuencia y del que obtuvo ese equilibrio entre tradición y modernidad que ha caracterizado a la obra posterior de Alberti. A partir de 1921 comenzó a abrirse camino su vocación poética, gracias a la lectura de los primeros números de la revista Ultra. Pronto pasó a publicar sus propios poemas de carácter ultraísta, contenido iconoclasta y lenguaje urbano, aunque inmediatamente abandonó este camino por el del neopopularismo, lo que llamó la atención poderosamente en estos años de la primera vanguardia. La nostalgia del mar (básicamente un tema literario), unida a la lectura de los cancioneros del XV y la obra de Gil Vicente, marcan el inicio de su producción poética con Marinero en tierra, por la que obtendrá el Premio Nacional de Poesía en 1925, ex aequo con Gerardo Diego (por El Romancero de la Novia). El libro mereció elogios de Juan Ramón Jiménez. Son los años en que frecuenta la Residencia de Estudiantes, donde toma contacto con los demás autores del 27. Junto con Gerardo Diego, será Alberti uno de los principales organizadores del homenaje a Góngora. De salud delicada, hubo de ser internado varias veces en sanatorios del Guadarrama y Rute aquejado de enfermedades del pecho, tal vez tuberculosis, que en uno de los casos llegó a afectarle psíquicamente. En 1930, se casó con la escritora María Teresa León, con la que fundó las revistas Octubre (1933) y, ya durante la guerra, El Mono Azul. A partir de 1931, se dedicó también al teatro como forma de comunicación más directa que la poética y, a la vez, como posible fuente de ingresos. El clamoroso éxito de El hombre deshabitado en febrero de 1931 se convirtió en un alegato contra el gobierno de Primo de Rivera.

Durante los años de la República fue pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios para estudiar los movimientos de vanguardia en Europa. Viajó por Francia, Alemania y la Unión Soviética. Poco después, se afilió al Partido Comunista, lo que tuvo gran trascendencia en su posterior labor poética y dramática, así como en su actividad política durante los años de la guerra civil (tanto él como María Teresa fueron parte importante de la Alianza de Intelectuales Antifascistas; asimismo, Alberti formó parte de la comisión que se encargó de depositar los cuadros del Museo del Prado en Suiza y de la organización del II Congreso de Escritores para la Defensa de la Cultura). Acabada la guerra, se vio abocado al exilio, primero en Francia, en donde estuvo sólo unos meses, y, posteriormente, a Argentina, en primer lugar y, desde 1962 y merced al inicio de la dictadura militar argentina, para la que se hacía incómodo, a Italia. Regresó a España en 1977 en medio de gran expectación. En ese mismo año, fue elegido diputado por Cádiz, aunque a los dos meses renuncia al escaño para consagrarse de nuevo a la poesía. En 1983, se le concedió el Premio Cervantes. En 1988, tras una larga enfermedad, falleció María Teresa León. En 1990, volvió a casarse, esta vez con María Asunción Mateo.

Obra

La obra de Alberti se divide básicamente en dos apartados: la poesía y el teatro, aunque sea también autor de un volumen en prosa: las memorias de sus primeros años, recogidas bajo el título de La Arboleda Perdida (1959, nueva edición ampliada en 1985, y luego continuada con sucesivas aportaciones que se prolongan hasta la década de los noventa). Asimismo, es autor de estudios como La poesía popular en la lírica española contemporánea (1933) o Lope de Vega y la poesía contemporánea (1964), así como de semblanzas como las recogidas en Imagen primera de… (1945).

Poesía

Rafael Alberti. Marinero en Tierra.

La obra poética de Rafael Alberti ha sido dividida por Ricardo Gullón en cinco etapas. La primera sería la etapa popularista, iniciada con el ya citado Marinero en tierra, al que siguieron La Amante (1926) y El Alba del alhelí (1927). En ellos, se sitúa Alberti dentro de la tradición de la poesía neopopularista, aunque apartándose del folclorismo fácil para dar cabida dentro de las formas populares a la lengua poética de la vanguardia. El primero de ellos se centra en el recuerdo del mar y del paisaje marino al mundo urbano al que se ve forzado:

«Si mi voz muriera en tierra,llevadla al nivel del mary dejadla en la ribera.Llevadla al nivel del mary nombradla capitanade un blanco bajel de vela«.

La Amante es el diario poético de un viaje por Castilla. En este segundo libro, de temática más amplia, la aparición del mar es también frecuente, enfrentado en este caso al paisaje castellano. El alba del alhelí da ya entrada a temas más profundos, como los que marcarán las siguientes etapas del autor.

Las etapas segunda y tercera de las establecidas por Gullón son prácticamente contemporáneas y están representadas, cada una de ellas, por un solo libro. Llamadas etapas «gongorina» y «surrealista», suponen en realidad las dos caras de una misma moneda a las que responden dos libros escritos entre 1926 y 1927 y 1927 y 1928 respectivamente, aunque se publiquen ambos en 1929. Son éstos Cal y canto y Sobre los ángeles, fruto este último de una profunda crisis personal (una enfermedad de origen poco conocido a la que se refiere en La Arboleda perdida) que el poeta enmarca sabiamente dentro de la crisis que en esos años vivía el arte occidental. Con ello, el poeta rompe con el estrofismo que había acompañado sus primeros libros (tanto en las estrofas de tipo popular de los primero libros como en los sonetos al modo gongorino o la «Soledad Tercera» de Cal y canto). Por el contrario, Sobre los ángeles supone la irrupción violenta del verso libre acompañado de un lenguaje simbólico, onírico, que ha roto ya las ataduras con la tradición anterior. Los ángeles aparecen como representaciones de las fuerzas del espíritu íntimamente relacionados con los ángeles del Antiguo Testamento. Ello y buen número de alusiones a la infancia del poeta hacen que su lectura resulte más fácil que, por ejemplo, que la del poemario lorquiano surrealista Poeta en Nueva York:

LOS ÁNGELES MUERTOS

«Buscad, buscadlos:en el insomnio de las cañerías olvidadas,en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras.No lejos de los charcos incapaces de guardar una nube,unos ojos perdidos,una sortija rota,o una estrella pisoteada«.

Por su parte, Cal y canto muestra el interés del autor por el ultraísmo, volcado en el crisol de la admiración por Góngora, lo que da como resultado poemas como la oda dedicada a Platko, portero de fútbol, o el famoso «Madrigal al billete del tranvía»:

«Adonde el viento, impávido, sublevatorres de luz contra la sangre mía,tú, billete, flor nueva,cortada en los balcones del tranvía,

huyes, directa, rectamente liso,en tu pétalo un nombre y un encuentrolatentes, a ese centrocerrado y por cortar del compromiso.

Y no arde en ti la rosa ni en ti privael finado clavel, sí la violetacontemporánea, viva,del libro que vïaja en la chaqueta«.

La etapa surrealista verá su continuación en Sermones y moradas (1929-1930), que prosigue con los temas apocalípticos de Sobre los ángeles, aunque en una forma más cercana a la prosa, y Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929), dedicado a los héroes del cine mudo. El título, tomado de un verso del «gracioso» de La Hija del Aire de Calderón, marca ya el tono desenfadado del libro.

Rafael Alberti, «Amaranta».

El discurrir de los acontecimientos políticos en España llevó al poeta a una posición política que, si bien en un principio se acercó al anarquismo, porteriormente se concretó en su afiliación al Partido Comunista. Esta toma de postura, frecuente entre los miembros del grupo surrealista, dio como resultado, poéticamente hablando, varios libros, el primero de ellos anterior a la llegada de la Segunda República: la «elegía cívica» Con los zapatos puestos tengo que morir (1930), todavía deudora del anarquismo del autor. Posteriores son Consignas y Un fantasma recorre Europa, los dos de 1933; 13 bandas y 48 estrellas y Nuestra diaria palabra, lo dos de 1936 y De un momento a otro (1937), reunidos todos en 1938 bajo el título de El poeta en la calle. El cuidado del verso, constante hasta la fecha de la obra de Alberti, mengua por mor de la urgencia social, aunque, con todo, sean numerosas las muestras de buena poesía, de verso desnudo y tono imprecatorio:

GALOPE

«Las tierras, las tierras, las tierras de España,las grandes, las solas, desiertas llanuras.Galopa, caballo cuatralbo,jinete del puebloal sol y a la luna.¡A galopar,a galopar,hasta enterralos en el mar!«.

Tras el final de la guerra, el exilio hace que, poco a poco, la nostalgia del suelo patrio inunde su poesía, especialmente en Retornos de lo vivo lejano (1952). Sin embargo, ya había comenzado Alberti a diversificarse respecto del tema político en Entre el clavel y la espada (1941) y A la pintura (1948), en el que vuelca su afición pictórica en poemas dedicados a pintores como el Bosco, Mantegna, Tiziano, Picasso, etc.

Rafael Alberti, «Se equivocó la paloma», Entre el clavel y la espada.

De 1953 es Ora marítima, seguida de Baladas y canciones del Paraná, en el que la nostalgia de España se traduce en poemas estróficos en los que alternan los metros de arte mayor con los populares y en los que alcanza momentos de alta calidad.

«Hoy las nubes me trajeron,volando, el mapa de España.¡Qué pequeño sobre el río,y qué grande sobre el pastola sombra que proyectaba!Se le llenó de caballosla sombra que proyectaba.Yo, a caballo por sus sombra,busqué mi pueblo y mi casa.Entré en un patio que un díafuera una fuente con agua.Aunque no estaba la fuente,la fuente siempre sonaba.Y el agua que no corríavolvió para darme agua».

A éste sigue Abierto a todas horas (1964), que se publica en Madrid. De regreso a Europa, publica en 1968 Roma, peligro para caminantes, donde la alegría por el retorno a la vieja civilización mediterránea contrasta con la pesadumbre que origina el permanente recuerdo de España, ahora -por la proximidad y afinidad de Roma- más presente que nunca:

LO QUE DEJÉ POR TI

«Dejé por ti mis bosques, mi perdidaarboleda, mis perros desvelados,mis capitales años desterradoshasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,un resplandor de fuegos no apagados,dejé mi sombra en los desesperadosojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,caballos sobre el sol de las arenas,dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,tanto como dejé para tenerte«.

A estos versos romanos siguieron las Canciones del alto valle del Anienne (1972). De forma paralela, ha seguido cultivando la poesía de carácter político, aunque sujeta a unas circunstancias concretas que la han hecho envejecer apenas pasaron. Es el caso de libros como las Coplas de Juan Panadero (1949), Sonríe China (1958) o La primavera de los pueblos (1961), así como libros encaminados a lograr dinero para la causa democrática en el exilio tales como Vida bilingüe de un refugiado español en Francia (1942) o ¡Pueblos libres! ¿Y España? (1946). Son tales libros fruto del intento de mantener el compromiso político dentro de una poesía de calidad, para lo que apelará a la tradición poética española, lo que es especialmente visible en las Coplas de Juan Panadero.

En 1961, apareció la primera edición de su Poesía Completa, en la que se incluyen desde los poemas anteriores a Marinero en Tierra, ya publicados en 1969, hasta gran cantidad de libros breves como X sonetos romanos (1964); el Libro del mar (1968) o Los ocho nombres de Picasso (1970). Posteriomente, su obra ha sido muy copiosa. De entre ella son de destacar Versos sueltos de cada día (1982) o Canciones para Altair (1988).

En su poética cabe distinguir tres ideas básicas que se entrelazan: la identificación de poesía con búsqueda, la cuidada mezcla de tradicionalismo y vanguardia y el afán por mantener un equilibrio entre compromiso político y pureza poética.

Teatro

Alberti llega al teatro en 1931 con el estreno de El hombre deshabitado, ya reseñado. Se trata de un «auto sacramental sin sacramento». Del auto sacramental toma el tema (creación, tentación y caída del hombre) y la técnica alegórico-simbólica para desarrollar una parábola de la creación del hombre, nuevo ángel caído, y de su abandono, por parte de un dios maligno, en un mundo en el que el seguir el instinto (los sentidos) supone la pérdida del propio hombre. El tema de la obra -que no es otro que la incapacidad de la divinidad y el hombre para entenderse (incluso para dejar de odiarse)-, lo relaciona con Sobre los ángeles, libro del que es contemporáneo. La obra se representó durante un mes y obtuvo críticas favorables de autores tan dispares como Fernández Almagro o Eduardo Marquina.

Su siguiente obra, estrenada también en 1931, aunque ya bajo la república, está directamente relacionada con el triunfo de ésta. Se trata de Fermín Galán, drama estructurado al modo de los cantares de ciego, en el que el dicho ciego sirve como elemento unificador de la vida del héroe republicano fusilado en Jaca a finales de 1930 por haberse sublevado, junto con García Hernández, a favor de la república. A pesar del oportunismo de su estreno, la obra no está demasiado conseguida por la falta de unidad de las escenas y el exceso de personajes. La apelación al recurso del ciego que canta su romance, forma de introducir al héroe en la tradición popular, no pasa de ser un recurso tan fácil como poco eficaz dramáticamente. El fracaso de la pieza, a pesar de los favorable de las circunstancias, estuvo motivado tanto por la cercanía de los hechos (que el público aún vivía como propios) como por la ineficacia del citado recurso al romance de ciego.

Ya de los años de la guerra procede su siguiente drama largo: De un momento a otro (1938-39), subtitulado Drama de una familia española, en el que el autor toma elementos de su infancia para analizar la toma de conciencia y de posición dentro de un ambiente represor como lo era el de la familia del propio Alberti. La obra concluye el 18 de julio de 1936 y muestra un logrado tono épico en sus escenas finales.

El trébol florido (1940) y La Gallarda (1944-45) han sido englobados bajo el rótulo de «teatro poético» merced al hecho de estar basadas en un conflicto poético más que dramático. Son, con todo, dos fábulas de gran belleza poética, sobre todo La Gallarda, escrita en verso, en las que la fuerza dramática viene dada por la presencia de un destino ineludible al que los protagonistas no pueden dejar de sucumbir. En ambas, es palpable la influencia de la comedia lopesca en la presencia de ambientes españoles rústicos y la inclusión de cantos populares.

Algo parecido cabe decir de El Adefesio (1944), obra en la que la acción que pasa a ser algo secundario en tanto que sus símbolos son lo principal. Con todo, en este caso, el plano simbólico de la acción no estorba a la acción misma, sino que, por el contrario, se encuentra intrínsecamente unido a ésta. La trama gira en torno a la vieja Gorgo, símbolo de un poder omnímodo e indiscutible, que desencadenará la tragedia por considerar, precisamente, que su poder absoluto la hace infalible. Con ello, Alberti metaforiza el principio de autoridad que prentende poseer la verdad revelada por un poder mayor y oculto (en el drama, personificado en las barbas de un hermano muerto de Gorgo, padre de la protagonista, en nombre del cual dice actuar la vieja).

Noche de Guerra en el Museo del Prado (1956) es la pieza más lograda del teatro político de Alberti, en la que el dramaturgo no hace concesiones de carácter didáctico ni lírico, por lo que logra una obra de verdadero teatro popular. En ella, las figuras de los cuadros de Goya del Museo del Prado reviven durante el sitio de Madrid y levantan una barricada para defenderse de los invasores. La metáfora de España como país sitiado por su propia idiosincrasia está admirablemente conseguida en la identificación de tipos inequívocamente españoles en ambas guerras. Como contrapunto, aparecen dentro del drama varias figuras más que dan el contrapunto oportuno a la acción principal: son Venus y Adonis, por un lado, y los arcángeles Gabriel y Miguel por otro, simbolizan el amor destruido por la agresión o la propia agresión (en el caso del arcángel que ha visto interrumpida su invocación a María por la guerra). Por otro lado, tres figuras más son tratadas según la técnica del esperpento: son el rey Felipe IV, que aparece acompañado de un bufón y al que se trata como culpable de la situación a la que se ha llegado. Lo mismo acontece con Godoy y la reina María Luisa a quienes se juzga y condena en las escenas finales.

A finales de 1998, se anunció la inminente presentación de una obra teatral inédita, fechada en los años veinte y titulada El colorín colorete. El 25 de febrero de 1999 recibió Premio Extraordinario de Poesía Reina Sofía en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz. La viuda del poeta, María Asunción Mateos, presentó el 14 de diciembre de 2000 Historia del soldado, un nuevo texto inédito que Alberti escribió en 1932.

Cronología

1902: El Poeta nace en el Puerto de Santa María.1917: Se traslada a Madrid1923: Abandona su dedicación a la pintura.1925: Premio Nacional de Literatura con su obra Marinero en tierra.1930: Se casa con la escritora María Teresa León.1931: Estrena la obra de teatro El hombre deshabitado.1933: Funda la Revista Octubre.1939: Se traslada junto a su mujer a Orán y luego a París.1940: Se afinca en Buenos Aires.1962: Se traslada a Italia.1977: Regresa a España tras su exilio.1977: Diputado del parlamento por la provincia de Cádiz.1983: Premio Miguel de Cervantes.1984: Miembro de la Academia de Bellas Artes de San Fernando.1988: Fallece María Teresa León.1990: Se publicó la obra teatral Santa Casilda.1990: Contrae un segundo matrimonio con María Asunción Mateo.1992: Le fue concedida la Medalla de Oro de las Bellas Artes.1993: Premio Andalucía de Letras1993: Renueva su afiliación al Partido Comunista de España (PCE).1993: Investido doctor Honoris Causa de la Universidad Complutense de Madrid.1994: Presenta su antología Sólo la mar.1995: Nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Politécnica de Valencia.1996: Recibe la medalla Gabriela Mistral, otorgada a Rafael Alberti y otros 49 escritores, por el gobierno chileno.1996: Nombrado Hijo predilecto de la provincia de Cádiz.1996: Le es concedida la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.1996: Nombrado Alcalde Honorario del Ayuntamiento de Puerto de Santa María.1996: Se exponen en La Habana dibujos inéditos suyos.1996: Presenta el quinto volumen de sus memorias La arboleda perdida.1998: Se presenta una obra teatral inédita, El colorín colorete.1999: Recibió el Premio Extraordinario de Poesía Reina Sofía, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cádiz.

Bibliografía

  • MARRAST, Robert; Aspects de théâtre de Rafael Alberti. París, Société d’Editions d’Enseignement Supérieur, 1967.

  • SALINAS DE MARICHAL, Soledad, El Mundo poético de Rafael Alberti. Madrid, 1975.

  • SENABRE, Ricardo, La Poesía de Rafael Alberti. Salamanca, 1977.